Familias asentadas a las afueras de Itaembé Miní, sobre avenida 131, a diez minutos del centro capitalino, denunciaron a PRIMERA EDICIÓN sentirse “hartos de ser testigos y víctimas de la delincuencia; pero además estamos mucho más hartos y cansados de esperar respuestas concretas de las autoridades”.“Estamos desprotegidos. Más de una vez fuimos testigos con los vecinos de hurtos o intentos de asaltos y nos hemos comunicado de inmediato con la policía; sin embargo, aunque todos llamamos al 911, a la Decimoctava o la Novena, nadie aparece, en estas dos últimas directamente nos dicen que nuestro barrio no está en su jurisdicción. Nunca han venido al momento del hecho, con suerte aparece una patrulla después de una hora. Es vergonzoso”, sostuvo un vecino quien tomó la decisión de formular una denuncia pública para que “manden a una patrulla por lo menos a hacer una recorrida”, sostuvo el hombre para quien “se desalienta tanto a la gente que ya ni siquiera quiere denunciar, porque la experiencia le demuestra que únicamente se pierde el tiempo”, lamentó. “Nuestra situación es bastante particular, toda esta zona pertenece a Itaembé Miní y la comisaría que tiene la jurisdicción de nuestra seguridad “es un enigma”, ironizó el vecino, “en más de una ocasión en la que se tuvo que recurrir a la policía ante un robo entre las comisarías Decimoquinta y Novena se tiraron la pelota aludiendo a que “no es nuestra jurisdicción”; entonces como no se hacen cargo ya no sabemos a quien llamar, ni hablar de que todas las denuncias que hemos hecho al 911, que son absolutamente inútiles, porque ni el registro de llamadas queda”, denunció con la esperanza de que al menos la denuncia pública sirva para que “se sepa que vivimos a la buena de Dios en esta zona de la ciudad”.“En todo el barrio la mayoría de los vecinos hemos sido víctimas de una ola de entraderas. En los últimos diez días hubo cinco. A todos ya nos han robado. Somos testigos impotentes, que nada podemos hacer porque nadie nos escucha. Estamos cansados de presenciar cómo roban descaradamente”, expresó indignado quien asegura haber sufrido hechos delictivos extremos.“Más allá de todo el delito con el que convivimos, los vecinos queremos exponer públicamente que no sirve de nada llamar a las autoridades”. Explicó el vecino: “Llamás al 911 y nada, si probas con la Novena te piden que llames a la Decimoctava y viceversa, nadie se hace cargo”, dijo en nombre de sus vecinos. “Estamos desprotegidos y cansados de que nadie nos escuche. Trabajamos toda una vida, con mucho esfuerzo para tener nuestras cosas, y vemos que los delincuentes siguen actuando con total impunidad. Todo empeora”, se quejó el padre de un adolescente.Todos coinciden en que conocen por lo menos a algunos de los autores de los hechos delictivos y quienes suelen ser menores de edad residentes en los alrededores; pero sin embargo también lo relacionan con la llegada de personas de otras provincias, y que instruyen al resto para la comisión de los ilícitos.“Si suceden cosas más extremas ni siquiera podremos justificar que denunciamos, porque no queda asentado nada ni siquiera nuestros llamados desesperados de ayuda cuando están entrando a una casa”, describió con tono harto. Denuncia pública“Decidimos recurrir a los medios a ver si alguien aparece, y después rogar que no dure muy poco la preocupación oficial. La realidad es que nadie nos tiene en cuenta y estamos viviendo en una zona liberada, temiendo que les pase algo a nuestros hijos. Pagamos nuestros impuestos y queremos también la protección que el Estado debe darnos”, afirmo otra vecina del barrio, madre de una niña, a quien le “arrancaron” la puerta con una barra de hierro para entrar a la casa donde robaron hasta colchones. Desde las comisarías consultadas por este Diario, se limitaron a decir que están al tanto de la queja vecinal y que trabajan para optimizar la asistencia a los pobladores, pero “se necesitan más agentes y móviles”.Mientras tantos, la larga avenida empedrada, continuación de Juaretche, es una boca de lobo porque el alumbrado publico no sirve.“Por lo menos una vez a la semana tenemos que denunciar ante Emsa que nos quedamos sin alumbrado, si es que vienen a repararlo, dura sólo unos días porque otras vez rompen los focos para poder actuar amparados en la oscuridad. No sabemos quien nos puede resolver la situación”, suspiró resignada la mujer.
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