"Mamá por favor me tienen atado. Dales lo que te piden, porque me van a matar. Por favor". Esas fueron las primeras palabras que escuchó Lucía al atender el teléfono fijo.El llamado sonó por la madrugada, como habitualmente sucede en estos casos, para pedir un rescate ante el supuesto secuestro de uno de los hijos de la mujer.Para Lucía, esa voz masculina, entre sueños y dormitando, era la de su hijo. “Tengo a tu hijo si no hacés lo que te pido lo vamos a matar. Lo llevamos a Paraguay y vendemos los órganos”, le aseguró la voz de otro hombre, quien a la vez le pidió 50 mil pesos y 20 mil dólares por el rescate.La pesadilla para una jubilada del barrio El Palomar inició cerca de las 2 de ayer. “Si no nos das la plata, entonces lo matamos”, repitió el ladrón. Lucía, del otro lado del tubo reaccionó: “Le dije sólo tengo 10.000 dólares, dinero ahorrado para una prótesis”.Y si bien durante el llamado extorsivo, intentó comunicarse con su hijo, no logró establecer la comunicación. Finalmente, la desesperación fue tal que accedió a pagar 10.000 dólares por el “rescate”. Cuando sonó el teléfono El episodio ocurrió cerca de las 2 de ayer cuando el teléfono fijo de la casa de Lucía sonó con la voz de un hombre que lloraba y aseguraba ser su hijo. Luego, siguió la conversación otro sujeto que pedía dinero a cambio de la supuesta liberación del joven. De fondo se escuchaban gritos de un joven que pedía que no lo lastimaran.Lucía, en ese momento, habría intentado comunicarse con su hijo, pero él no atendió el teléfono. Al parecer, tenía el celular en modo silencio. Entonces, la jubilada arregló el pago del rescate, en una esquina del barrio El Palomar. “Me dijeron que deje el dinero en la esquina. Fui hasta el lugar indicado y dejé la plata en una bolsa. Cuando volví, volvieron a llamar y me dijeron que querían más dinero. Les dije ‘no tengo más y comencé a sentirme mal. Fue en ese momento que corté’”.Pero los ladrones volvieron a llamar. “Me dijeron acá te dejo con tu hijo, lo vamos a liberar y hablaba el muchacho. Decía ‘mamá decime por favor que no le diste toda la plata’. Y yo le decía ‘sí, les di todo’. Después les atendió mi yerno y ya no llamaron más”.Finalmente, algunas horas más tarde, se pudo contactar con su hijo, que estaba durmiendo junto a su pareja. Ahí se dio cuenta de que había sido víctima de una estafa.
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