Piden que el acusado de violar y matar a Natalia vaya a juicio oral

Antonio Moza, más conocido como “Brasileño”, se encamina sin escalas hacia el juicio oral y público en que deberá responder por la muerte de Natalia Ramos, la niña de doce años que fue violada y asesinada minutos después de salir de la escuela provincial 171, en la localidad de 9 de Julio.El aberrante episodio criminal se produjo el miércoles 22 de abril del año pasado. Ahora, la fiscal de Instrucción de Eldorado efectuó el requerimiento de elevación de la causa a debate oral y público.Moza afronta cargos que podrían llevarlo a la cárcel por un buen tiempo. La acusación sería por el supuesto delito de “homicidio agravado criminis causae”, que prevé una pena a prisión perpetua.Aquel fatídico día 22, la nena salió de la escuela, donde cursaba el sexto grado, rumbo a su casa, en el barrio Inmaculada, de 9 de Julio. A eso de las 17 desapareció sin dejar rastros.Poco después, la familia y vecinos salieron a buscarla en un clima de extrema tensión y angustia que se acentuó con el devenir de las horas ante el resultado negativo del rastrillaje.La sensación de un final indeseado se confirmó en los primeros minutos del día siguiente, el jueves 23 de abril, cuando dieron con el cuerpo de la inocente víctima.Con posterioridad, la autopsia confirmaría que el deceso se produjo como consecuencia de un cuadro de asfixia por sofocación. En otras palabras, fue estrangulada. El cuerpo médico forense constató además vestigios o rastros de un ataque sexual.En la visión de los investigadores, Moza mató a la víctima para ocultar que la razón del ataque fue la violación. Por eso ahora deberá responder por el delito de “criminis causae”.Moza vivía muy cerca del club de Trajes Típicos de la localidad de 9 de Julio. A pocos metros de allí interceptó a la víctima. En el escenario de la brutal agresión, los investigadores encontraron una gomera para cazar pajaritos. Testigos rápidamente reconocieron ese elemento como el que solía usar el ciudadano brasileño en el monte.Ese fue uno de los primeros indicios que sellaron la suerte del sospechoso, quien se radicó en Misiones nueve meses antes de cometer semejante barbaridad.