El próximo 13 de mayo celebramos un nuevo aniversario de la aparición de la Virgen María a los tres pastorcitos de Fátima. En nuestra tierra colorada este acontecimiento no pasa inadvertido y también nosotros hacemos honor a la Madre con la tradicional procesión desde la catedral al santuario de Fátima, que se realizará el próximo domingo 15 de mayo. Pero no debemos vivirlo como una experiencia repetitiva y sólo tradicional, sino que nos debe llevar a reflexionar sobre el sentido de las peregrinaciones marianas.Toda peregrinación nos recuerda de nuestra condición de peregrinos en esta tierra. Es la actitud fundamental que caracteriza a todo cristiano, quien asume que estamos de paso y que los bienes que Dios nos ha dado es para compartir la vida junto a todos los dones que Él nos regala. Es un llamado a la generosidad y la entrega, en un mundo tan materialista que nos conmueve todos los días, con noticias de tantos que viven únicamente para acumular, guardar y esconder las fortunas materiales. Nos invita a una gran generosidad y amor como Iglesia y como país.Cada vez que peregrinamos recordamos que no vivimos solos y estamos caminando como Iglesia. Son muchos los que avanzan junto a nosotros, con problemas, dificultades y enfermedades. María nos invita a una profunda fe y confianza en Dios, especialmente en los momentos de crisis económica, social y familiar que podamos atravesar. Ella nos impulsa a aferrarnos a la persona de Cristo que nos llena de fortaleza para seguir caminando. Es por eso que en medio de las dificultades y tormentos de la vida ella nos dice: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5).En este peregrinar de la vida, lo que nos fortalece y anima es que Dios camina con nosotros. María es la primera peregrina que con su ejemplo nos muestra la cercanía de la presencia de Jesús. Es compañera fiel en el camino de la cruz. Así como ella estuvo junto a Jesús en su camino al calvario, también es parte de nuestro peregrinar en la vida. Ella acompaña nuestra historia, a veces dolorosa y otras tantas colmada de esperanza y crecimiento. Así como estuvo junto a Jesús, también conduce nuestros rumbos, demostrándonos que Jesús, es el norte de nuestra fe.María nos invita a caminar con esperanza hacia el futuro, sabiendo que Dios anima y guía nuestros pasos. En este sentido, el simple hecho de peregrinar y caminar implica discernir, preguntar al Señor qué es lo que quiere que hagamos y por qué caminos debemos atravesar la aventura de la fe y la vida. Por eso mientras peregrinamos debemos hacerlo en oración, silencio y la escucha atenta a la Palabra de Dios lo que nos recuerda de la necesidad de experimentar una vida centrada en Dios.Esta experiencia también nos invita a celebrar los acontecimientos de la vida. Es decir que así como vitoreamos cuando llegamos al destino propuesto, también es bueno celebrar los pequeños acontecimientos de la vida. Porque cada vez que alcanzamos objetivos y metas es motivo para celebrar y festejar. Es para mirar y reconocer cómo Dios ha sido glorificado en nuestras vidas.Que esta nueva peregrinación al Santuario de Fátima sea una oportunidad para renovar nuestra fe y esperanza en un Dios que está cerca de nosotros y camina con nosotros siendo parte de nuestra historia y nuestro presente. Que mantenga viva nuestra esperanza para seguir apostando por una sociedad más justa y solidaria para todos. Que la Madre María sea ejemplo de fe, esperanza y amor generoso en cada pasito que demos como familia y como sociedad.
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