Decidió contar lo que sufrió durante la madrugada del jueves 10 de marzo en el departamento que alquilaba en la esquina de la avenida Roque Sáenz Peña y Tucumán, porque no quiere acostumbrarse a que se “naturalice que chicas violadas hay todos los días, que pasa mucho y que conviene no denunciar, por temor al comentario y al murmullo”.Tiene 20 años, es estudiante de la Facultad de Humanidades de la Unam, y sus objetivos y gustos los fue encontrando durante su educación en Eldorado y Montecarlo. Admira a Frida Kahlo, “pero también de los personajes de la Edad Media hasta la música japonesa”. Se atrevió a relatar que fue ultrajada sexualmente, que “sufrió la peor pesadilla”, pero que ahora se siente fuerte, camino a poder decir: “Bien”.Habló en exclusiva con PRIMERA EDICIÓN porque también sus actividades están encaminadas a salir adelante con la contención necesaria y para remarcar que no busca “venganza, sino justicia”. Pasaron tres meses del hecho, nada habrá vuelto a ser normal en tu vida. ¿Podés describirla, te llamaron o comunicaron avances en la investigación de lo sucedido?La verdad es que nadie me dice nada, es como que todo quedó en el olvido. Cuando volví de Eldorado a Posadas, los primeros días de abril, me contaron de audios de gente que decía haber visto a un tipo entrando el edificio, pero no eran ciertos.¿Escuchaste comentarios o consejos que te molestaron?Me sentí mal y molesta porque en todos los lugares a los que me llevaron, al hospital y a los juzgados, hubo gente que me dijo: “Tranquila, esto le pasa a muchas chicas, todos los días”. Esto duele y no tiene por qué pasar, no puede haber más víctimas, no podemos tomarlo como normal. No me voy a resignar a que entendamos que estas cosas "pasan todos los días", no lo voy aceptar nunca, pero no sólo por las mujeres, sino por las personas en general. Hasta el tipo que me violó me dijo antes de irse: “Evitate la vergüenza, no digas nada, no denuncies”. ¿Por qué voy a sentir vergüenza? Él es el que violenta tu privacidad, es el que lastima, el que está enfermo.¿Qué recordás?Me acuerdo todos los detalles de lo que sufrí, no es difícil. Ocurrió una hora después que me había acostado a dormir, a las 5.30 de la mañana. Me despertó ahorcándome, pensé que era sueño, pero no era un sueño me estaba ahogando y quemando el cuello con una piola de mi tendedero que la cortó con un encendedor. Con ella me ató las manos también. No me sujetó fuerte, pero estaba tan asustada que no hice nada, tenía miedo a que me cortara con el cuchillo que me apoyó en el cuello.¿Cómo pediste ayuda?Le mandé mensajes de texto a mi mamá y lo llamé a mi novio. Ella recurrió a un amigo de Jardín América y desde allí contactaron con la policía acá. Luego me vinieron a buscar y llevaron a la Comisaría de la Mujer y me hicieron las tomas de muestras y demás pericias.¿Ante el momento dramático, qué pensaste?Me fui preparando para los peores casos siempre. Me imaginaba qué pasaría si me tocara una situación extrema, y como se escuchan y leen noticias de chicas que fueron violadas y asesinadas porque forcejearon. El atacante tiene más fuerza y no iba a poder con él, “no vayas a hacer fuerza y pelear”, me repetía mi cabeza. Y él tenía un cuchillo en mi cuello y ahorcándome, no iba a poder salir viva para contarlo. Sólo quería quedarme quieta, tratar de no gritar, rogaba que no me desfigurara o me clavara el cuchillo en el cuello, imploraba en silencio para que terminara sin matarme. El cuchillo lo llevó él porque escuché que se palpaba los bolsillos antes de irse, yo no lo miraba estaba boca abajo en la cama, y él decía: “Tengo que fijarme de tener todo lo que traje, que no me falte nada porque siempre hago todo bien”. Reiteró eso, decir “todo lo hago bien, siempre me sale bien”. Ahí sentí que se trataba de un violador serial (…) Después escuché que saltó el balcón e hice fuerza para soltarme y pedir ayuda. Busqué rápido mi billetera y celular y me di cuenta que no me había robado, que sólo vino para violarme. No pude calcular cuánto tiempo estuvo, habrá pasado media hora más o menos. No quería morir, sólo pensaba en eso. Le pedía a Dios que pasara rápido todo, que no me asesinara. Sólo le dije eso: “No me mates”, y el me respondió “obedeceme y esto termina rápido”. La punta del cuchillo en mi cuello no la puedo olvidar. Por mi tamaño no podía luchar, soy muy chica y estaba boca abajo. ¿Por qué te animaste a contarlo?No quiero más mujeres calladas por miedo, porque eso es lo que este tipo de hombres quieren, que nos callemos, que seamos sumisas y nos acostumbremos a vivir con ese temor. De lo que estoy segura es que no salió a violar al voleo, elige a su víctima, la sigue, la analiza y luego ataca, hace todo lo que quiere hacer cuando está seguro de ello.¿Quedan rastros, secuelas?Hoy me siento bastante bien, de noche me pongo nerviosa cuando salgo, incluso ahora que estoy rodeada de amigos y mi novio. Sola no ando por la calle. Cuando termina mi clase a las 21, vuelvo corriendo y mirando para todos lados. Tampoco vivo sola ahora, estoy cerca de una comisaría y la facultad. Me voy sintiendo más segura con las clases de defensa personal que estoy tomando. Me hace muy bien, hace dos meses los ejercicios me ayudan mucho. Con mi novio practico las tomas, se queda asombrado por lo que logré. Son recursos que me hacen bien, me dan fuerza.¿Reconocerías al que te lastimó?Si le escucho la voz capaz lo pueda reconocer, pero pasó mucho tiempo y evito acordarme porque me pongo a llorar. Si traigo momentos de esa noche, recuerdo la voz, pero me hace mal y trato no llorar más, no quiero molestar a nadie. Desde esa noche no volví a dormir con collar o cadenita puesta, siempre me las saco, porque el roce en el cuello me produce pesadillas, que me ahorcan de nuevo.¿Es duro volver a salir a la calle?Lo que menos quiero es dar lástima, creo que puedo moverme en la facultad y que la mayoría no sabe que me pasó esto. Cuando volví de Eldorado en abril, sentía que la gente me miraba raro y pensaba que me habían violado. Tenía ganas de gritarles: ‘¡Qué me mirás, qué te pasa!’, me daba rabia y sólo era gente caminando. La mujer nunca puede motivar con su actitud a un hombre a cometer una violación, no puede incitarlo nunca a eso. Menos aún por la apariencia o vestimenta. No creo en los extremos, me molesta esa discusión. Creo en la igualdad, en el complemento. La mujer tiene la fuerza suficiente para soportar el dolor de dar a luz, y el hombre la energía necesaria para construir una casa.¿Tenés bronca?Odio lo que me hicieron, no a la persona que me lo hizo, no lo conozco. Es lo único que odio, que esto siga pasando y que la gente se acostumbre. No se trata de matar a nadie, se trata de justicia, que se lo atrap
e y que se evite que esto vuelva a suceder. No creo que se vaya a curar, ya se crió así. Es como un árbol que crece mal atado al tutor y se forma torcido y es imposible después enderezarlo.
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