El cinematográfico episodio que condujo a la detención bajo el cargo de lavado de dinero de quien se desempeñó durante doce años como segundo en la escala de mandos del Ministerio de Infraestructura que conducía Julio De Vido, tiende a confirmar las más audaces sospechas sobre los hechos de corrupción durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.El dinero encontrado en el automóvil del exfuncionario resulta una prueba difícilmente refutable de la veracidad de las acusaciones de enriquecimiento ilícito en su contra y de las presunciones sobre una fuerte impronta de corrupción institucional en el manejo de la obra pública en la última década. La estrecha relación del hoy desacreditado funcionario con el ministro De Vido, también enfrentado a un proceso en marcha en Comodoro Py, da crédito a la presunción de que no actuó en soledad, sino en el marco de una trama de corrupción que se enquistó en el centro mismo de la gestión estatal. Las revelaciones sobre las circunstancias de la detención, en tanto, no terminan de dar lugar al asombro y sugieren un panorama que roza la desmesura; expresada, por ejemplo, en las versiones de fuentes vinculadas a Cambiemos que hablan de un posible “sistema para encanutar guita” en la propiedad habitada por apenas dos monjas ancianas que De Vido y López se habrían encargado de refaccionar. La sugerencia de que existirían dobles fondos y falsas paredes que ocultarían el dinero mal habido en la gestión pública dentro del monasterio Nuestra Señora del Rosario de Fátima en General Rodríguez abona a su turno, la tesis de un proceder delictivo sin frenos inhibitorios.Es de esperar que la Justicia profundice las investigaciones para desentrañar toda la amplitud de esta trama delicuencial y se avance a partir de ello hacia la erradicación definitiva de un flagelo que alcanzó carácter estructural en el país.
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