Desde 2011 y rompiendo una práctica habitual, cuando se trata de debatir lo relativo al presupuesto o al balance, lo que huelgan en el recinto son las certezas y precisiones, aun cuando por vía formal siempre se los obtiene, pero ya no en el recinto que debe ser el foro para ese esclarecimiento. En especial en balances de años recientes que vienen evidenciando una sobre ejecución muy superior a las estimaciones aprobadas. Y que, en algunos casos, en los últimos años superó el 50% o 60% de ese cálculo autorizado, y que esta vez es mucho mayor, según ciertas afirmaciones fuera del recinto. Esa ignorancia afecta mucho más que la transparencia, es una devaluación de la función del debate en recinto.
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