Sobre la vereda de la avenida Centenario, casi San Martín, permanecen algunos de los restos del Renault Sandero. Son los vestigios que dejó la tragedia que se cobró la vida del taxista Abelardo Benítez (47) y de una de sus tres pasajeras, Lidia Raquel Rodríguez (35).
Entre esos escombros, Teresa Sárate, esposa de Abelardo, encontró un papel que guardaba la imagen del santo pagano?Gauchito Gil. La mujer guardó la figura entre sus manos, miró al suelo y lloró. Luego se le escuchó decir: “Era su santito, el que lo cuidaba, lo protegía y siempre lo acompañaba”.
El Gauchito Gil estaba intacto y sorprendió a la familia y los amigos del taxista. “Mi papá era devoto y El Gauchito Gil buscaba la Justicia para los pobres, la verdad que es un mensaje: nos dice que la justicia debe existir también para el que menos tiene”, expresó con firmeza Víctor Benítez, hijo de Abelardo.
Cerca de las 10.30 de ayer más de 20 taxistas realizaron un nuevo pedido de justicia. Se concentraron sobre las mencionadas arterias y cerraron el paso al tránsito. A medida que pasaban los minutos se acercaban más familiares, amigos y colegas de las víctimas. A esa hora y frente a los escombros, una joven se arrodilló sobre el asfalto y dibujó la primera estrella. Un muchacho la ayudó y escribieron el primer nombre: Abel. Luego, dibujaron otra estrella y la llamaron Lidia.
“Después de un mes el tormento no se va. Sabemos que el conductor que atropelló a mi papá y a Lidia está en libertad, como si matar a dos personas no significara nada”, manifestó Víctor.
“Siento indignación. Estamos pagando como familia una espera para que se haga justicia y saber que el que mató a mi esposo está libre, es una burla para la sociedad. Pagar una fianza y recuperar la libertad es una burla, hubo muchos casos que quedaron impunes en las mismas circunstancias. Creo que si los pobres no tienen para pagar cumplen una pena, mientras que aquellos que tienen para la caución son liberados”, indicó Teresa.
Con un mensaje
Para las 11, las estrellas ya estaban pintadas y una cruz fue clavada con los nombres de las víctimas. Debajo del crucifijo un cartel con un mensaje: “Grabate este lugar y si conducís, sé prudente. No tenés derecho a arrebatarle la vida a nadie”.
A las 11.15 el diácono de la iglesia católica, Fabián Sikorsky, pidió a los presentes que formen una ronda y así elevaron una oración.
“A pesar del sufrimiento éste es el lugar donde Dios abrazó a sus hijos: Abel y Lidia. Rogamos que esto no vuelva a ocurrir. Pero debemos entender que hay acciones que no tienen marcha atrás, seamos responsables, conscientes de nuestras conductas cotidianas. Basta de muertes sin sentido, basta de locuras”.
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