El crimen del misionero Miguel Ángel Zalazar (23), el último jueves por la noche, desnudó el oscuro trasfondo que rodea a Itatí. Mientras busca al presunto homicida, apodado “Bebecho” y ligado al mundo narco, la Policía de Corrientes chocó ayer con una dura realidad: la capital de la fe católica ya no es lo que era.El propio asesinato del joven oriundo de San José, el hallazgo de una camioneta incendiada que estaba lista para el transporte de droga -no tenía los asientos traseros- unas pocas horas después, y la incautación ayer de un automóvil repleto de ladrillos de marihuana en plena búsqueda de los asesinos profundizaron el temor en la zona.Como PRIMERA EDICIÓN informó en su edición de ayer, Zalazar fue asesinado de un disparo en el rostro alrededor de las 20 del último jueves frente al lavadero en el que trabajaba, sobre avenida 25 de Mayo, principal arteria del pueblo.La Policía correntina no descarta ninguna hipótesis e incluso habló en principio de un “ajuste narco” dirigido a otra persona. Sin embargo, con el correr de las horas se supo que, en realidad, el presunto autor del hecho conocía al joven misionero, justamente porque le llevaba el automóvil para lavarlo.Ese sujeto fue sindicado como “Bebecho”, quien según testigos manejaba un VW?Fox al momento de ejecutar a Zalazar. A última hora del viernes, los uniformados dieron con ese vehículo: estaba escondido en una vivienda del barrio Belgrano y el casero de ese inmueble, de nacionalidad paraguaya, quedó detenido por presunto encubrimiento.Las primeras pericias realizadas a ese automóvil descubrieron restos de sangre humana sobre uno de los costados, lo que confirmaría el testimonio de los pocos testigos que se animaron a hablar: a ese auto se acercó Zalazar, sin saber que ese sería su final.Entre la madeja de pruebas recolectadas en una decena de allanamientos que continuaban anoche, al cierre de esta edición, los investigadores se toparon con elementos que les permiten suponer que “Bebecho” actuó en compañía de uno o dos cómplices, que también eran buscados.Ayer los detectives correntinos ya habían descartado la teoría de un robo y apuntaban todos los cañones a un “ajuste de cuentas”. ¿El objetivo era Zalazar? Esa es la pregunta que, por el momento, no pueden responder.Lo que si saben es que detrás de todo están los poderosos tentáculos del mundo narco. Y lo terminaron de confirmar ayer algunos minutos después del mediodía, con la aparición de otro automóvil que estaba repleto de ladrillos de marihuana, escondido en un garage y listo para emprender camino hacia los principales centros urbanos del país. Alrededor de 350 kilogramos de “cannabis” fueron los secuestrados en ese allanamiento.Ese vehículo -cuyo modelo y marca no trascendieron- es el tercero incautado en la investigación, ya que además del VW?Fox las autoridades “levantaron” el mismo jueves un Chevrolet Astra que se encontraba en el lavadero donde trabajaba Zalazar y que, vaya casualidad, también sería propiedad del sujeto procurado por la Policía correntina.“Bebecho” es, entonces, el hombre más buscado por los uniformados de la provincia vecina por estas horas, más allá de que para muchos -incluso para parte de los investigadores- el sospechoso escapó del país hacia Paraguay a través del río Paraná en lancha, el mismo día del hecho. Eso va en contra del deseo de todo Itatí: saber quiénes y por qué ejecutaron al misionero Zalazar.La visión de los vecinosLa seguidilla de episodios que siguieron al homicidio de Zalazar mantiene en vilo a Itatí, que perdió su tranquilidad característica. Pese a ello, vecinos hablaron con medios correntinos. “Al muchacho lo recuerdo bien porque era muy educado. Trabajaba y se nota que tuvo una buena familia”, le dijo una vecina al portal Siempre Corrientes.Esa misma mujer relató los minutos finales del joven misionero, que murió camino al hospital de Corrientes. “Lo vi sentado, con sangre en la boca. Fue desesperante”, replicó.
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