El hecho se suele simplificar o menospreciar cuando es necesario hablar de él, diciendo “es una costumbre del litoral” o “es mito guaraní”. Sin embargo hasta los más escépticos, cuando agosto llega, se incluyen en esa costumbre o mitomanía, trasegando tres tragos o cucharadas de caña con ruda para “matar el bicho”.
En Misiones, agosto es un mes fatídico. Muchos fallecimientos se producen durante el octavo mes del año y se dice que la culpa es porque “julio los prepara y agosto se los lleva”.
En la comunidad de los escritores, agosto está precedido por la mala fama de atentar contra los más conocidos literatos de esta provincia de manera tal que Alberto Szretter, Víctor Verón, Daniel Stéfani, Fausto Zuliani, Marcial Toledo, entre otros, fueron víctimas del sambenito que cuelga sobre el mes en que, paradojalmente, los lapachos florecen estallando en color en la selva y en los pueblos y ciudades.
Es un anuncio en colores de la primavera que el árbol que da la flor provincial hace en agosto, preludio rosa lila de un septiembre luminoso y cálido. Y por otra parte ese dicho, “julio los prepara y agosto se los lleva”, hace que creyentes o incrédulos, misioneros y recién venidos, inmigrantes o nacidos y criados en la tierra colorada, en la primera semana de julio, preparan la pócima de la subsistencia: caña brava con ruda macho.
“Una antigua tradición del pueblo guaraní se vuelve a poner en práctica, como cada 1 de agosto para inmunizarse contra los males del cuerpo y del alma que puede traer el ‘Caraí’ (Señor) Agosto”, dice el diario virtual Mercedes Ya, provincia de Buenos Aires.Mito, superstición, creencia popular, excusa para tomar unos tragos de algo diferente, “cosa de indios”, bah, “dicen tantas cosas ya no saben qué decir”, no obstante el 1 de agosto cada mortal ingerirá la dosis que corresponde “para matar el bicho”.
Reitero la frase porque es común a todo el litoral no sólo a Misiones.
Significa que la mezcla “ruda- caña” obrará en el organismo humano alejando o eliminando a todo microbio (bicho), pernicioso. Ahí es cuando quien se interese en este proceder irá descubriendo que existen antecedentes hasta en la mitología griega de la ingestión de una bebida alcohólica en determinado mes y día como prevención contra contagios y hasta de la muerte. Por ello se diría -porque además la ruda es una planta originaria de la India-, que el ritual del 1 de agosto “podría” haber sido traído por los conquistadores españoles y que no es una costumbre local sino casi universal.
La cuestión es que en julio almaceneros, kiosqueros, carniceros y todos los comerciantes en Misiones, se muñen de botellas del brebaje para recibir a sus clientes con una copita el 1 de agosto. Los supermercados la venden envasada -hay una destilería en Posadas que la produce-, algunos folcloristas y organismos culturales organizan reuniones de vecinos y amigos para degustar el acre sabor de la ruda macerada en el bravo espíritu de la guaripola.
Respetar las dosis
En los mercados conocidos como “placitas”, una suerte de “mercado de pulgas”, se puede hallar la ruda fresca, recién cortada, la caña sin agregado de la planta o frascos con caña con ruda lista para ingerir; tanto la hierba como los frascos de licor han sido traídos desde Encarnación (Paraguay), por las villenas.
La dosis es, según la licenciada Julia Norma Catalano, experta en el tema, “tres traguitos en ayunas el 1 de agosto, en niños pequeños una gotita y en ancianos e hipertensos reducir la dosis hasta un trago”. Catalano nos cuenta en su libro “Caña con ruda”, prologado por el autor de esta nota, que “hay varias recetas para el preparo: la clásica sólo caña y ruda; otra es ruda con güisqui en vez de caña y la más sofisticada, caña con ruda y el agregado de canela y miel, esta última, preferida por las damas”.
Y si se olvidan, el lunes
También señala la investigadora que “si acaso alguien olvidara la ingesta el 1 de agosto exactamente, puede hacerlo el primer lunes subsiguiente; en este caso se puede reforzar la dosis tomando nuevamente todos los lunes de agosto (este sería el caso de un enfermo grave)”.
Mito o ritual, superstición o costumbre popular, panacea o placebo, guaranítica o universal, “que las hay las hay” y entonces convengamos que “lo que no mata engorda” y mantengamos la tradición. No vaya a ser que mientras esperamos la tormenta de Santa Rosa o comemos el pan de san Cayetano, nos llegue por Facebook “¡Falleció el abuelo Reginaldo! Parece que no tomó la caña con ruda”.
Y no olvidemos que son tres tragos no tres botellas como el caso de doña Catalina B., en cuyas exequias se comentó “se tomó una botella entera; creyó que se ponía en terapia intensiva”.
Por Esteban Abad
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