Aunque no son los únicos, ni mucho menos, estos dos sectores productivos muestran un cuadro de crisis de proporciones alarmantes que hace, en el caso de la producción porcina, que se hable de una “actividad inviable” en el actual contexto de suba de insumos y apertura a la importación de carne de cerdo de países como Brasil y Dinamarca. Según datos de la Federación Agraria Argentina, de enero a mayo de 2016, y en comparación con el mismo período de 2015, la importación de carne de cerdo se incrementó en 200% ; en tanto que en cortes especiales como la bondiola subió 375% respecto al año pasado. En declaraciones a un medio bonaereense, Pablo Paillole, director de Federación Agraria Argentina, destacó que el maíz pasó de 100 pesos a 300 en lo que va del año y consideró que esta suba de costos, (el combustible, por ejemplo, acumula una suba del 31% anual), unida a la caída del consumo, la presión tributaria y la suba de tarifas de servicios, hace que en el sector se viva “una situación realmente crítica en la cual se están rematando dos o tres criaderos por semana”.El gobierno nacional, que eliminó parte de las retenciones a las exportaciones como señal de aliento al sector agrario, deberá encontrar la manera de resolver con premura estos desequilibrios en áreas que, como ocurre en general en las economías regionales; representan la rueda que hace mover el empleo y es vital para el ciclo económico en el interior del país. Y no se trata, unicamente, de pilotear una crisis coyuntural, sino de acertar en una política de crecimiento del sector productivo. Sería de lamentar, como lo destacó un reconocido economista, que “se caiga en el error de repetir la mirada ingenua de los 90 en cuanto a importaciones”.
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