Es la situación de Miguela Ratoski, de 23 años, con cuatro hijos, uno de ellos registrado en el programa. Vive en una casa precaria, pequeña, con piso de tierra, la cocina está construida con unos tirantes y bolsas de nailon con el riesgo que significa porque ella hace fuego y cocina en esas condiciones.El diputado Martín Sereno se reunió con varias familias de la zona del Parque Schwelm, donde es recurrente la situación de pobreza sumada a los chicos desnutridos sin atención. "Es increíble que exista un programa de esas características, creado por el Estado y aún así no hay un equipo que trabaje en territorio en toda la provincia para conocer si esos chicos reciben la atención necesaria. Una criatura no puede estar cuatros años en el programa sin que mejore su salud! Eso habla de desatención y desidia de parte de Salud Pública y Desarrollo Social".Esta madre carece de documentos, pero posee innumerables necesidades. "Tengo cuatro hijos de 9, 5, 3 y 1 año, el mayor está desnutrido y lo anotaron hace más de cuatro años en el Hambre Cero. La ayuda que recibo son dos kilos de leche por mes".Miguela cuenta que fue muchas veces a la Dirección de Acción Social de la Municipalidad de Eldorado a pedir asistencia, "pero nunca me ayudan. Vino hace mucho una asistente social; pero mira, me pregunta, vio como vivimos, que no tenemos baño ni cocina, y cuando le pedí algunas mercaderías, o tirantes para mejorar mi casita, me contestan que por ahora no hay nada. Me da bronca porque mis hijos necesitan", dice.Pobreza y violencia de géneroEn el barrio Schwelm también vive Mónica Fernández, con sus cuatro hijos de 13, 11, 7 y 4 años, uno está inscripto en el Hambre Cero, y lo mismo que Miguela, padece la falta de presencia del Estado Municipal y provincial."Mi hijo de 13 años tiene epilepsia, le detectaron a los 7 años, y hace un tiempo también se enfermó de lo mismo el segundo, de 11 años. En el programa me dan dos kilos de leche y la chequera verde, que son 250 pesos mensuales y la tarjeta del salario universal (Asignación Universal por Hijo) también de 250, para comprar mercaderías; pero cuando voy a la feria o al supermercado no me alcanza para comprar muchas cosas", lamenta.Con esos 500 pesos, Mónica tiene que mantener a sus cuatro hijos. "Antes me daban leche también en la guardería; pero ahora me dijeron que ya no hay más. Fui varias veces a la Municipalidad a gestionar la atención a mi hijo; pero todavía no salió nada, estoy en espera de que salga eso".Sin luz ni baño instaladoCon dos de chicos enfermos, su hija de 7 años recuperándose de bronco espasmo; Mónica Fernández, 37 años, vive en una casa precaria y a medio construir."Después que registraron a mi hijo en el Hambre Cero, me hicieron tres paredes. Supuestamente me tenían que hacer una casa completa; yo firmé contenta y después vino un granizo que rompió todo el techo, no teníamos ni dónde dormir, la gente de la Municipalidad me trajo el techo, y eso y las tres paredes es toda la casa. Sin embargo sé de otras familias con sus chicos en el Hambre Cero le hicieron la casa completa, y algunos hasta con muebles; creo que es una cuestión de acomodo", dice.Su hijo está registrado en el programa desde hace siete años, ingresó con un alto grado de desnutrición. Esta familia carece de energía eléctrica, y sí tiene agua potable. "La doctora Da Silva hizo todos los papeles para que Sergio ingresara al programa; pero no veo que haya mejorado, los controles son muy espaciados. Me dijeron que el programa me tenía que hacer un baño instalado y proveerme de luz; pero acá anduve por todos lados y no conseguí. Uso el enganche de una vecina, que me cobra 400 pesos, y casi no me sobra nada del salario universal de mis hijos que por ahora todavía les puedo mandar a la escuela".Cada tanto recurre a la Dirección Social del Municipio a cargo de Norma Torres, "a veces me ayudan; pero me dicen que cada vez tienen menos mercaderías"."Vivo intranquila porque él da vueltas por el barrio"Mónica Fernández, además fue víctima de violencia de género. Se separó de su marido hace un mes y lo denunció en la comisaría, y el hombre, Edulto Gómez, tiene restricción para acercarse a la vivienda. "Lo denuncié por violencia después que casi me mata, por suerte ya no está en mi casa; pero no estoy tranquila, porque varias veces que no estuve en mi casa, vino a decirles a mis hijos que me iba a "manguear" y matar. Le hice tres denuncias, pero vivo intranquila porque él trabaja haciendo changas, y los vecinos me dijeron que lo vieron dando vueltas por acá. Por eso pedí que me dieran el botón de pánico", reclama.
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