En el mundo existe un nuevo paradigma que apunta a la “desmanicomialización”, que significa trabajar para que los hospitales de salud mental dejen de ser depósitos de personas con problemas psíquicos, para brindarles un tratamiento que los dignifique como personas. En ese sentido, Mirna Corach, directora del Hospital de Salud Mental, Ramón Carrillo, subrayó que “antes la tendencia era traer a los familiares con problemas y abandonarlos aquí, ahora hay un proceso de reeducación y hay un nuevo paradigma que es el de ‘no más instituciones asilares por salud mental’. “No es fácil para una familia tener un integrante con un padecimiento psíquico, pero por lo que vemos en nuestra institución, son los menos los que los dejan a la deriva y es más, hay casos en el que por más que haya un criterio de internación, los familiares no los dejan y los acompañan”, destacó la doctora. Sobre cómo es el tratamiento terapéutico que se brinda a las personas con algún tipo de desequilibrio mental, Corach explicó que “existe un abordaje interdisciplinario que incluye a la familia y con un gran avance respecto a la psicofarmacología”. “Tenemos una gran cantidad de pacientes externados gracias a los fármacos, que son una de nuestras herramientas principales. Hoy con una simple inyección, el paciente esta cubierto por varios días y hasta semanas con la medicación anti-psicótica, que evitará el desencadenamiento del proceso de alteración del juicio y de disgregación, donde las alucinaciones se apoderan de la persona”. “La psicofarmacología ha venido a posicionarse en el área de la salud mental en un lugar importante, donde, habiendo este control y este suministro, el paciente puede estar socialmente incluido”, valoró la especialista. Pero alertó que “la medicación no debería abandonarse nunca”. “El paciente puede llegar a decir ‘yo estoy bien no la voy a tomar más y no voy a ir más a los controles’. Pero si no hay un proceso de psicoeducación, en la familia convalidan esa acción y pasado un tiempo ese paciente lo trae el móvil policial porque está totalmente desquiciado, porque se cortó con el proceso de estabilidad que se había logrado gracias a la medicación”. “El psiquismo del ser humano es un proceso biológico pero también de lo vivido, de lo situacional que experimenta el sujeto. En ese contexto se debe dar ayuda desde la farmacología pero también desde lo familiar, porque muchas veces ocurre que el paciente no entiende, no comprende que no debe abandonar el tratamiento y en ese contexto es sumamente importante el rol del círculo más cercano”. “Hay mucha gente que está sola y además tiene un problema mental entonces hay que buscar un alma caritativa que lo ayude y acompañe”, indicó. La directora comentó que los principales problemas que hacen que la gente se desequilibre son “el consumo de sustancias, la soledad, pero eso no implica que indefectiblemente vaya a enfermarse”.“‘No se enferma el que quiere sino el que puede’, con esto quiero decir que el que se desequilibra mentalmente ya tiene una vulnerabilidad que termina potenciada por el consumo de sustancias o a causa de la soledad o la falta de contención”. Internos y externados del Carrillo La responsable comentó que los 34 pacientes crónicos que tiene el Carrillo “están hace cuatro décadas y son internos que no tienen familia ni posibilidad de ser externados. La mayoría era NN y hoy muchos de ellos ya tienen su DNI”.“También hay pacientes que son ambulatorios que se atienden en lo que llamamos Hospital de Día. Ingresan a las 8 de la mañana y se retiran a las 18. Tienen actividades en la Escuela Especial Número 3 o comparten las horas con otros internos. Este es un hospital a puertas abiertas, por eso a veces ocurre que se retiran y no vuelven, esa situaciones las conocemos como fugas. En esos casos tenemos que dar aviso a las autoridades policiales”. “Las internaciones por lo general se dan voluntariamente. Hay que ofrecerle la internación como último recurso terapéutico”. En ese sentido, Corach explicó que “las internaciones involuntarias son para proteger al paciente o por pedido expreso de la Justicia”. “En el 2014 cerramos las celdas de contención y aislamiento. Hoy tenemos camas de observación donde el paciente tiene un período de internación que es el más breve posible. Una vez que se estabiliza se lo externa”. Para entender que es un paciente externado, Corach explicó: “Es aquel que tuvo un período corto o largo de internación y se lo ‘externa’, vuelve a su domicilio a su núcleo familiar. Diferente es el paciente ambulatorio, el cual es el que va, cumple con su consulta y vuelve a su casa”. Destacó que “el nivel de alta de los pacientes que estuvieron internados es elevado. Yo estoy en esta dirección hace cuatro años y de 100 que había hoy quedan 34”. Detalló que cuentan con servicio de guardia, consultorios externos y con visitas programadas cuando son pacientes ya externados.Sobre las personas que pueden aparecer deambulando y que la gente los percibe como que tienen una situación de desequilibrio mental, Corach advirtió: “La gente cree que pueden traerlos a internar sin saber que esta es una institución que atiende ‘a pacientes en crisis’”. “Aquí se lo puede llegar a asistir, se lo compensa si está confuso, puede ocurrir que el estado de inanición, la falta de agua, de comida, hace que esté con el psiquismo alterado, por eso puede estar agresivo o con brote de alucinaciones. A veces ocurre que cuando se los estabiliza pueden llegar a comprender quiénes son y de donde son, y que se habían perdido”. Al respecto comentó que “hemos empezado a trabajar más fluidamente con los hogares de adultos, porque el paciente que ya cumplió su internación aguda puede seguir estando en un lugar donde ya no necesite una atención más precisa, sino una adaptación para volver a su lugar de origen y volver a insertarse en la sociedad”. No es el Baliña“Para el imaginario social somos el hospital Baliña, cuando sin embargo ese es el de infectocontagiosos que está al lado. Se instaló esa idea hace décadas”, finalizó Corach.
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