A Cristina le faltaban palabras para agradecer la gran solidaridad de la gente que se acercó a brindarle ayuda para paliar su cruda situación. <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/249847/la-vida-no-le-da-tregua-su-esposo-esta-en-coma-y-no-puede-mantener-a.html">Días atrás PRIMERA EDICIÓN contó el difícil momento que ella y sus cinco hijos atraviesan luego del estado de coma irreversible en el que se encuentra su esposo. </a><a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/249890/gran-muestra-de-solidaridad-con-el-drama-familiar-de-cristina.html">“Quiero retribuir en agradecimientos a la sociedad, a tanta gente que se movilizó, a la solidaridad que tuvieron con mis hijos, mi esposo y conmigo”, contó Cristina emocionada.</a> “Me desperté aquel día a las seis de la mañana cuando empezaron a llamarme ofreciéndome ayuda. Me trajeron mercaderías, pañales para mi beba y para mi esposo, una cuna, colchones, un nebulizador, se ofreció gente a traer materiales para poder terminar la pieza que estábamos construyendo con mi marido. Tengo entendido que se van a organizar para que cada uno aporte lo necesario para poder finalizar el trabajo”, destacó. “Agradezco a cada una de las personas que me llamaron, a los grupos de las iglesias, a otro grupo de chicos que hacen deportes. Es incontable la gente que me llamó para ofrecerme ayuda, que me llevó y me trajo del hospital a mi casa, que me dio ayuda económica, que me cargó la Sube y crédito en el teléfono. Nunca pensé que la gente podía ser tan solidaria”.Cristina Kunz recordó con tristeza: “Mi esposo ya no va mejorar, se lastimó mucho el cerebro eso me lo dijeron los médicos, pero eso solo Dios lo sabe. Va ser un bebé más que voy a tener que cuidar”. “Gracias a la publicación se movió gente del Gobierno que me tenían que haber ayudado antes”. Recordó que se fue a pedir auxilio a varios estamentos del Estado. “Me habían dicho que tenía que esperar entre 10 o 15 días porque mi marido no era de acá, no tenía obra social y no figuraba en bases de datos y había que empezar los trámites burocráticos”.“Yo había estado como dos horas parada en una oficina pública para que me atendieran y me dieran un certificado para salir a pedir auxilio. Después de la nota vinieron de Desarrollo Social, ellos mismos a traerme los papeles”. “También vinieron a mi casa dos señoras de Casa de Gobierno conversaron conmigo, constataron mi situación, se fueron al hospital, hicieron los papeles y en ese mismo día quedaron completados los trámites. “En el momento me consiguieron todo”, remarcó. Situación desesperante“Yo no pretendo que me den todo servido. Creo que todo esto ocurrió porque yo sinceramente estaba desesperada. Ya tenía la noticia de la situación irreversible de mi esposo y encima llegar a mi casa y saber que los chicos no tenían que comer, despertarme a la mañana y que me digan ‘mami no hay pan’ fue terrible”. “Nosotros vivíamos el día a día y pasado un mes yo ya había tenido que vender todo lo que tenía. De repente a los chicos les faltaba él (su papá) y también les faltaba yo, porque me pasaba la mayor parte del tiempo en el hospital. “Los poquitos fondos que yo tenía para comprar los insumos para hacer bollos y pan casero fue lo primero que tuve que gastar. En el momento de desesperación empecé a vender las herramientas de él y después ya no tenía más nada que ofrecer. Gracias a la ayuda, hoy nos levantamos, mis chicos tienen para comer y yo tengo como seguir”, recalcó. “Nosotros siempre tratamos de ser independientes,quisimos salir adelante por nuestra cuenta, hasta que nos pasó esta desgracia. Pero voy a seguir adelante, tengo hijos que criar y un esposo que cuidar. En cuanto yo me pueda establecer voy a volver a trabajar”, subrayó. La dura situación de la familia mostró la gran solidaridad de la sociedad misionera, principalmente cuando Cristina y sus hijos, quedaron en estado de indefensión. Respondió la gente y se movilizó el Estado. La operación de su beba y el cuidado de su esposo que le demandará a Cristina de aquí en más, ahora pone el foco en el rol de las oficinas estatales. Ella no pide más, solo espera que cumplan lo que le prometieron. El caso El 20 de mayo pasado, a Daniel de 33 años, le cayó una rama en la cabeza mientras realizaba una poda. Quedó en coma y con pronóstico irreversible. Su compañera quedó a cargo de cinco hijos de 14, 12, 10, 3 años y una beba de nueve meses. La menor debe operarse del corazón. Daniel hacía changas, Cristina vendía bollos y pan casero para mantener a la familia.
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