"Simeón siempre consideró que realizaba un rol social antes que nada. En todos los años que hizo este trabajo (de canillita) nunca dejó de cumplir un solo día con sus clientes. Con lluvia, frío o calor, siempre estuvo con sus amigos, porque él, más que clientes, veía a todas las personas como sus amigos". Con estas palabras, Jorge García, hermano del vendedor de diarios más conocido y querido de Jardín América, lo recordó con afecto y admiración, en vísperas de cumplirse el primer Día del Vendedor de Diarios argentino -este martes 7 de noviembre- sin su presencia. Es que Simeón estaba repartiendo diarios la mañana del 18 de octubre, cuando fue atropellado por un auto y sufrió graves lesiones que determinaron su muerte varios días después. Con lo que hacía se ganaba la vida y pagaba los estudios de sus hijas, las cuales ahora se quedaron sin su sostén. Su trabajo era su vidaSimeón siguió los pasos de Jorge, el primero de los hermanos que se puso a vender diarios para ganarse la changa. Su primer puesto estuvo en la vieja terminal de Jardín América, que era una suerte de centro comercial de la ciudad hace unas tres décadas. “Después comenzó a expandirse, y trabajó muchos años llevando los diarios a domicilio, a sus clientes fijos. Llegó un momento en el cual llegó a distribuir más de 800 diarios por día”, rememoró Jorge.Con el tiempo, Simeón pudo poner su propio kiosco, llamado “El Canillita” con la venta de revistas y diarios.“Él pasó su vida pensando que su rol era un rol social y estaba orgulloso de cumplir con él”, reiteró Jorge con emoción. “En su velatorio (23 de octubre último) muchas personalidades de Jardín fueron a darle el saludo final. Era una persona muy querida por la sociedad”, enfatizó el hermano.“Base de operaciones”El puesto que tenía cerca de la ruta 12 era donde Simeón organizaba la distribución. Tenía dos vendedores temporales que ayudaban a vender los fines de semana, quienes se mantenían en sus puestitos estratégicamente organizados en el centro de la ciudad. Ahora el kiosco sigue en manos de su socio y hermano mayor, testigo ocular del accidente.“Antes de todo esto él le había comentado a nuestra hermana, en ocasión de visitar a nuestro padre en el cementerio, que él había arrendado una parcela al lado de su tumba y le dijo a mi hermana: ‘La voy a usar yo’. Y finalmente la está usando”, contó Jorge sobre sus últimos tiempos.Dijo Jorge: “Hay cosas que uno no entiende, y no lo digo porque sea mi hermano. Fue una persona muy buena, nunca tuvo maldad y quería mucho a la gente. Desde que se fue no hay un solo día que no lo recuerde”.
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