En una jornada más del juicio por el cuádruple homicidio de la familia Knack, el comisario Marcelo Maslowski ratificó que dos de las huellas digitales halladas en la caja de zapatos encontradas en la vivienda de la familia masacrada “se corresponden (coinciden) una en quince puntos y otra en cinco puntos con la del dedo pulgar izquierdo del imputado Pablo Julio Paz (54)”. Vale recordar que en dicha caja el dueño de casa habría guardado dinero.El funcionario policial hizo una explicación minuciosa de la técnica que utilizaron, junto a sus colaboradores, para levantar las huellas, rastros e indicios cuando acudieron a la escena. Aclaró que utilizaron “trajes anticontaminantes, barbijos y guantes”, como impera en el protocolo.Momentos de dolor y mucha tristeza se registraron cuando Maslowski recordó el dantesco panorama que encontró en la vivienda de la familia Knack, ubicada a la vera de la ruta provincial 5, altura del Kilómetro 7 de Panambí. “Pasaron poco más de tres años pero jamás voy a olvidar lo que vi. Lo recuerdo como si fuera ayer. El olor a carne quemada era indescriptible. Había restos de piel por distintas partes de la casa. En la habitación que luego me enteraría era de la nena Bianca (12), hallamos un colchón completamente incinerado, con restos biológicos humanos. En el living había trozos de piel dispersos. Prendas de vestir con carne adherida, no se podía respirar y encontramos manchas de sangre en diversos lugares, como ser baldes, ya que las víctimas intentaron sofocar el fuego ellas mismas. Al perder piel se produce sangrado y estas personas habían perdido toda la piel”.Maslowski, quien cuenta con amplia experiencia en escenarios de crímenes e incluso se capacitó con el FBI e Interpol, no pudo evitar quebrarse y, con la voz entrecortada graficó: “Hallamos en una silla restos de tela rosada, que luego corroboramos era la calza de la nena. Había olor a orina, debido al miedo que habrá sentido la nena al sentir que la estaban quemando viva”.En este instante la sala, de usos múltiples de la Unidad Regional II de Policía donde se lleva a cabo el juicio, se cubrió de silencio y sollozos de espanto de los presentes ante el padecimiento de la menor. El Bora grisEl automóvil Volkswagen Bora incautado a Godoy volvió a ser mencionado por dos policías. Primero fue el perito Maslowski, quien precisó que la marca que tenía el vehículo en uno de sus laterales (el derecho), “se correspondía con la fricción de una rama”. Esto teniendo en cuenta que de acuerdo al expediente, el rodado presentaba un raspón que para los pesquisas fue producido en inmediaciones a la escena del hecho, más precisamente en el kilómetro 13 de Panambí, antes del mediodía de ese fatídico domingo. Unos vecinos observaron que un rodado similar rozaba una planta ubicada cerca de una alcantarilla. “Nos pareció extraño porque nadie que conozca la zona se mete en ese camino, que termina en nuestra chacra. El Bora gris cuyos ocupantes no vimos, ingresó y luego su conductor se fue a toda velocidad, como alguien que se equivocó de lugar”, declaró una mujer en el debate. El otro efectivo que hizo mención al automóvil fue el subcomisario Hugo González, quien en ese entonces estuvo al frente de las pesquisas, integrando la Brigada de Investigaciones de Oberá.“No recuerdo las circunstancias, pero testigos nos dijeron la noche del hecho que habían visto un VW de color oscuro en inmediaciones a la vivienda de los Knack. Poco después otros datos nos orientaron hacia el VW Bora de color gris”, explicó el uniformado dejando entrever que la pista de dicho rodado la obtuvieron antes de la denuncia que radicó una de las víctimas antes de morir, más precisamente Cristian Knack (25).Justamente el subcomisario fue uno de los presentes durante la declaración de Cristian en su lecho de muerte. En ese sentido, el jefe policial recordó el testimonio de la víctima:“Eran cinco los asaltantes y que huyeron en un Bora gris en dirección a Panambí”. “También dijo que cuando observó a uno de ellos sin capucha pudo determinar que se trataba de un exprefecturiano que un año antes fue al aserradero a comprar madera, pero que como intentaba seducir a su madre, su padre decidió no venderle más”. Además el policía relató que Cristian hizo hincapié en que “nunca antes había traído tanto dinero de Corrientes (más de 400 mil pesos). Que media hora después de llegar, a las 19.20 de ese domingo, irrumpieron los delincuentes, los agredieron, rociaron con alcohol y los prendieron fuego”. González aclaró que desde su equipo de investigadores siguieron todas las hipótesis del hecho: desde empleados infieles “hasta una mafia relacionada al narcotráfico que también sabía del cobro de una gran suma en efectivo”.
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