Pensar en “madurez” es amplio, va desde el estado de una fruta, a la idea de una persona sensata, equilibrada y prudente en su juicio, con un comportamiento que controla sus pensamientos, voluntad y sentimientos buscando la sabiduría. “Desde que Raquel perdió a su marido hace siete años, cada día después del trabajo, siempre repite el misma parafernalia. “Llama a su vecina, ella la acompaña a su casa, toman un palo y lo deslizan por debajo de la cama de Raquel, una y otra vez, para cerciorarse de que allí no hay nadie. Hasta no terminar este procedimiento, Raquel no se queda tranquila. La pequeña Nuria de cinco años, observa como su madre, complace a su vecina. Un buen día, mientras contempla el cotidiano ritual dice… -¿Y si le cortáis las patas a la cama?”. Cuento. M. Gamboa.A la madurez se la asocia con una edad avanzada pero no siempre es así, utiliza distintas dimensiones de nuestro ser, desde lo intelectual, lo sexual, lo emocional y lo espiritual, a veces más en un aspecto, que en otros. Alguien maduro usa la vara justa para medir los hechos, no una vara pequeña para amigos y parientes, ni una muy larga para enemigos y desconocidos, posee independencia de opinión o pensamiento crítico.No se queja buscando culpables o para sentirse víctima, entiende que es mejor dar que recibir, que hay indefensos a quienes defender y ayudar a ser más fuertes, encara los disgustos, frustraciones, incomodidades y derrotas sin quejas ni abatimientos, tomando decisiones con independencia. El maduro habla lo justo y necesario, lo que puede decir en dos palabras no usa cuatro, no calla ante la injusticia, cree que la felicidad es un camino común junto a las personas que le rodean, donde a los “diferentes” los protege y aprende de ellos.“Empezamos a madurar al sentir que nuestra preocupación es mayor por los demás, que por nosotros mismos”, dice A. Einstein. El maduro cultiva la sabiduría, vive en paz y armonía con otros, busca cambiar lo imposible sin ser conformista, da más de lo que le piden y mantiene su palabra dando confianza. Los inmaduros viven de la excusa, son confusos y desorganizados, llenos de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones mentirosas. “Pedro es honesto pues siempre buscó el bien propio y de sus allegados, no hacía mal a nadie pero la vida le puso frente a él un vicio impresentable, que lo atraía, lo desbocaba y que lo maltrató por años socavándole sus defensas. Lo ocultaba llevando una doble vida, no lo comentaba con nadie, temía ser descubierto lo que impactaría desfavorablemente en su vida y la de su familia, y esto lo atormentaba. Era consciente de su falta y pedía a Dios que lo liberara, porque se enflaquecía espiritualmente, tardó mucho hasta que entendió que ‘decir una cosa y hacer otra’ es la peor carga que se puede llevar”. Cuento J. L. Bazán.El maduro hace lo que piensa, si se equivoca trata de cambiar, acepta las consecuencias de sus actos sin excusarse, sabe que además del blanco o negro siempre hay grises, y cuando tiene razón no necesita reprochar con un “te lo dije”. No es envidioso ni celoso, no busca defectos en otros, es humilde, no se preocupa por lo que no puede controlar ni remediar, coopera, trabaja con otros, es flexible, tolerante y paciente.El maduro recobra la serenidad con la que jugaba cuando era niño, no empeora sus problemas, vive en paz con lo que no puede cambiar, es estable, termina los trabajos que empieza poniendo todo su esfuerzo, sigue sus metas con paciencia ante las dificultades, lo desagradable, la incomodidad y las frustraciones.El maduro no es “invulnerable, infalible, serio e inflexible, no se tienta y no tiene accidentes”; “SI” tiene equivocaciones y errores, camina dos pasos adelantes y uno para atrás”.Su escala de valores es una “conciencia recta”, que reconoce lo bueno y lo malo, sus debilidades y fortalezas, para no caer en el mal y hacer el bien. “Mauricio se creía maduro, su edad y logros lo atestiguaban, era solvente, tenía una familia donde sus hijos hicieron “rancho aparte”, dejándolos a él y su esposa solitos, al borde de la jubilación. Pero algo no andaba bien, desde hace un tiempo Mauricio corría tras cualquier mujer hermosa que se le cruzaba, gastaba mucho y pasaba mucho tiempo de juerga. Su familia ya no era prioridad, y en estos momentos donde debía buscar la reflexión sabia, se comportaba como un adolescente sin guía. No hay edad para la madurez, solo hay que buscar la sabiduría”. Cuento J. L. Bazán.El maduro emocional piensa y siente de acuerdo a su conducta y edad, no es infantil; escucha reflexivamente y es tolerante, acepta críticas, las analiza y estudia para mejorar, controlando sus ataques de mal genio. La madurez no es de una edad determinada, es una actitud mental de orden, sabe controlar su miedo, desea mejorar y adopta lo mejor para crecer, no tiene contradicciones profundas, actúa y decide por si mismo en forma coherente y convincente; no sabe todas las respuestas y se equivoca pues “todos somos ignorantes en algo”, sabe sus límites, no se precipita en juicios, decide con prudencia y posee flexibilidad para cambiar sus opiniones.una persona “seria” es quién no sonríe, de rostro áspero o rígido, suelen ser muy responsables, y se creen muy maduros, ¡Pero! la persona madura sabe la importancia de reír con alegría sana, del chiste no agresivo ni descalificador, de hacer reír al otro para aliviar la tensión logrando un mayor acercamiento, de gozar de lo sencillo y minimizar los problemas. Madurez y seriedad no siempre andan juntas, el maduro resuelve los problemas con y sin ayuda, piensa con apertura mental, replantea su vida, sabe porqué hace las cosas y se atiene a sus consecuencias. Tiene armonía, saber cuándo reír o ponerse serio, cuando preocuparse u ocuparse y cuando estar tranquilo y sabe sus tiempos, como decía Eclesiastés “Todo tiene su tiempo bajo el cielo, hay tiempo para nacer, para morir, para destruir, para edificar, para llorar, para reír, para callar y para hablar…”.Madurar es un proceso con equivocaciones y caídas, para volver a levantarse y continuar.
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