Veía el maltrato de su progenitor contra su madre y los constantes acercamientos groseros hacia ella. Creyó en la buena vida que le prometió su tío y escapó a Paraguay junto a él. Sin embargo, la violó y dio a luz una niña.
En la provincia sobran historias difíciles de pobreza, ignorancia, exclusión y violencia. Muchas de ellas emergen a la luz cuando la solidaridad acude a dar un bálsamo ante el dolor. Pero están de las otras, las que son mayoría, y las cuales lamentablemente irrumpen cuando se convierten en un caso policial.
Hoy tiene 19 años y, según habían denunciado sus padres en 2012, su tío la había raptado y llevado por la fuerza al Paraguay. Los dos comenzaron la búsqueda, pero con el tiempo solo la madre siguió con el derrotero para saber qué había pasado con ella.
Este Diario pudo contactarse y entrevistó en exclusiva a la joven, quien contó que si bien escapó del Paraguay y volvió a su pueblo, no la pasa del todo bien. Vive en una casa precaria del barrio Capilla II, junto a su hija de cinco años, fruto de una relación con su propio tío.
Accedió a recordar cómo fue que desapareció de la casa de sus padres, seis años atrás. Desde su propia vivencia relató que en aquella oportunidad, no se fue amenazada con su tío hacia el Paraguay. Él era muy bueno conmigo me hablaba como si estuviese enamorado. Me prometió cosas que finalmente no cumplió, relató.
Me fui con él porque mi papá era muy argel, y era grosero, constantemente me faltaba el respeto. Por ejemplo, cuando yo lavaba los platos se me acercaba desde atrás. Tenía miedo que tarde o temprano me terminara violando. Se lo conté a mi mamá pero no me creyó, creo que por temor, porque él la maltrataba a ella. Cuando yo me metía, él también me pegaba a mí. Así que un día decidí escaparme, sobre todo porque mi tío me hablaba como si estuviera enamorado de mí. Me dijo que me iba a tratar bien, que iba a comprarme de todo. Me fui creyendo que iba a cumplir. Pasó que en esa época yo era una criatura y tenía la mente de una criatura. Solo quería jugar con muñecas, contó.
La joven confirmó que efectivamente pasaron en una canoa hacia Paraguay. Allí vivieron primero en la casa de un conocido de su tío. Estuvieron en el kilómetro 16 de Capitán Meza, frente a Jardín América. Después en Puerto Triunfo, frente a Puerto Rico. Y finalmente en Natalio, donde se afincaron. Yo no vivía encerrada, pero él no me dejaba salir ni juntarme con nadie. Para comer nunca me faltó nada, pero no teníamos para comprar ropa ni calzado, admitió.
Ante esa intención de romper abruptamente la relación y quitarle a su hija, ella se opuso terminantemente, por lo cual él comenzó a amenazarla de muerte. Llegó a pegarle y ante el peligro que la situación de violencia escalara, decidió escapar.
La joven madre llegó a Capitán Meza y fue a pedir ayuda a la casa de un amigo del tío. Luego entró a trabajar como empleada cama adentro en la casa de una mujer que vivía sola. Pero los fantasmas la acechaban: su tío volvió a aparecer para reclamarle por la nena. Si bien se opuso, la situación no pasó a mayores porque ella no salía nunca de esa casa. Inclusive el padre de la criatura volvía habitualmente a verla y le daba algo de dinero, pero no le alcanzaba ni para comprar una bolsa de pañales.
Ya faltaba poco para que ella regresara a la Argentina y no tuvo que ver la nostalgia para con su pueblo sino con algo que amenazaba con salirse de control. Después de varios meses de vivir y trabajar en el lugar, progresivamente su nena dejó de decirle mamá, la llamaba por su nombre y empezó a dormir por las noches con la patrona. Inclusive esa mujer sugirió que se la diera.
La muchacha decidió poner punto final a esa situación. Un día, cuando la señora viajó hacia Encarnación, se fue de la casa con la nena a cuestas en dirección a Puerto Triunfo. Buscó una canoa y pasó hacia este lado de la frontera. Primero se dirigió hacia Oberá, donde no pudo encontrar trabajo. Tenía vergüenza y no quería molestar a su madre, pero empujada por la situación se dirigió hacia Jardín América. De vuelta a casa.
Fue al barrio donde vivía. Ya caía la noche y le costó encontrar la vivienda de donde había salido años atrás. Golpeó y salió su madre. Había pasado el tiempo y estaba cambiada. Hola mamá, soy yo, le dijo. No podía creer que yo había aparecido. Me recibió con los brazos abiertos, recuerda ahora.
La entrevistada salió de casa cuando era una niña. Después de estar un tiempo con su madre empecé a conocer el mundo, relató. Se relacionó con personas que no eran del agrado de su progenitora, por lo que la relación se deterioró. Cambiás tu junta o te vas, le dijo. Y se fue. Vivió en casa ajena, hasta que empezó a convivir con otros dos jóvenes menores que ella.
Contó que ellos no tenían muchas ganas de trabajar. Empezó a pasar hambre y un día vio que una vecina salía para trabajar como prostituta. Y bueno, como yo estaba en esa situación hice lo mismo que ellas, reveló.
A raíz de esa actividad contrajo sífilis y llegó a estar muy mal, sin saber qué le había pasado. Fue al hospital cuando ya no soportaba el dolor. Los médicos le advirtieron que podía llegar a tener una enfermedad peor y que podía llegar a dejarla en peligro. Se puso muy mal pensando en qué iba a ser de su hija. Tenía una tristeza inmensa, contó. Alguien la invitó a un culto religioso. La hicieron pasar al frente, la contuvieron, le dieron esperanzas, le dijeron que tuviera fe, que Dios la iba a ayudar. Ella estalló en llantos: Lloré como nunca lo hice en mi vida.
Hoy por hoy, la joven asegura que está bien. Aquella advertencia sobre una grave enfermedad se quedó solo en eso. Los análisis confirmaron que goza de buena salud.
Semanas atrás, tomó coraje y visitó a su padre, pero solo recibió negativas. No quiere saber nada de mí ni de mi hija. Sabe que el padre de esa nieta es su propio hermano.
El DNI que portaba cuando se fue engañada con su tío a Paraguay es de cuando tenía cinco años. Tras proceder a la renovación, empezó a cobrar una asignación. Es una pequeña ayuda, escasa ante el contexto difícil en el que vive. Cuando tenía 12, escapó engañada. Hoy, con 19, reconoce que ve el mundo de otra manera gracias a los consejos de un vecino de Jardín que falleció hace poco. Ve las cosas con otros ojos, pero aún no pudo burlar a la vida que la tuvo de aquí para allá. Tiene a su nena de cinco años. Lo mejor que podría pasar es que no termine desamparada, al menos para que su hija alcance a evitar los únicos caminos que la madre tuvo para atravesar.
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