Su nombre está asociado a la más alta calidad y eso le valió posicionarse y ganar mercados rápidamente en los cinco continentes. Se trata de Mustad, que en nuestros pagos es conocido por sus anzuelos, tiene una larga y rica historia que comenzó en Noruega.
La historia se remonta a 1832 y todo se inició en el pequeño poblado de Gjövik, donde la firma rápidamente logró convertirse en uno de los principales proveedores noruegos de pequeños productos metálicos tales como alambrados, clavos, alfileres, clavos para herraduras, clavos para barcos, clips, tachuelas y una serie casi interminable de otros productos hechos de alambre.
La contratación de ingenieros ingleses hizo que Mustad creara una línea de producción de anzuelos con modernas máquinas que rápidamente lo hicieron muy competitivo.
La fabricación de anzuelos comenzó en 1877 pero hacia 1920, ese rubro florecía a escala mundial, añadiendo nuevos modelos casi a diario y conquistando nuevos mercados en forma permanente. La fuerza de ventas de los anzuelos Mustad llegó hasta los rincones más remotos del mundo con un catálogo de más de 105.000 diferentes tipos y tamaños, capaces de satisfacer incluso al cliente más exigente.
Mathias Topp fue quien inventó una máquina para hacer anzuelos para la casa Mustad. Fue una revolución en esta industria: el alambre entraba por una punta de la máquina y salía hecho anzuelos; mientras que en otros lugares, como Japón, la industria todavía cortaba el alambre y lo enviaba a familias que se encargaban de darle forma de anzuelo y los retornaban para los retoques finales.
Al principio Mustad tenía un solo operario destinado a la pequeña sección de los anzuelos. En 1880 ya poseía tres máquinas especializadas, las que se sextuplicaron a finales de siglo.
Rápidamente también mejoraron la calidad del alambre y los anzuelos se tornaron sumamente confiables, a tal punto que hoy día todavía conservan el prestigio ganado en antaño.
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