Hace 27 años comenzaron a visitar a quienes pasan sus días en los hospitales. Aseguraron que muchas veces nos duelen las historias que se viven recorriendo cama por cama, pieza por pieza, pero lo hacemos con pasión.
Ya nada los detiene. De los 39 años que llevan de casados, hace 27 que ejercen el voluntariado en tres hospitales posadeños. María Beatriz Eugenia Maia Ayrault se abrió camino para ayudar a quienes pasan por un momento difícil, ya sea en las salas, en las terapias o en los pasillos de los nosocomios, y José Aguirre se acopló a esta gran cruzada sin dudar. Siempre de la mano, apasionados en la vida y en los objetivos trazados, van envejeciendo juntos, como ellos mismos señalan. Con la pareja, otras personas anónimas se hicieron eco de estas necesidades y conformaron la Asociación Civil Voluntades, que no tiene días ni horarios a la hora de gestionar recursos.
Pasaron tantos años que no se puede tener una referencia precisa de cómo comenzó todo. Con José envejecimos con el hospital y los hijos que eran chicos hoy son profesionales y disfrutamos de los nietos. Él tenía cabello y yo estaba sin canas, graficó Maia al intentar describir el tiempo transcurrido.
Este gratificante peregrinar se inició en el viejo hospital Madariaga, creado en 1918, que aún está en pie y funcionando. Trabajaron por un buen tiempo en Maternidad y en Neo, y después se pasaron al sector de adultos, que carecía de voluntariado. Siempre había gente que me llamaba y a veces me escapaba para visitarlos. Me armé un carro de supermercado con unos carteles que José confeccionó e identifiqué a la biblioteca ambulante, a la que puse unos libros de mi mamá y agregué unas revistas. Ese día hubo como un cambio en mi vida. La hermana Polonia, una religiosa del Verbo Divino, ya fallecida, decía: Sé que te gustan los bebés pero ellos no hablan. El adulto habla y no te vas a ir más, recordó. Así fue. Cuando entró a interactuar con los internos y sus familiares fue otra vida, otro mundo. José la acompañó a la semana siguiente. Después se les sumó otra amiga y, más adelante, otras.
Marcaron los martes a las 17 como hora de encuentro, como sucede actualmente. Funcionaron sin problemas pero cuando pasaron cinco años, nos dimos cuenta que teníamos que conformarnos en una ONG para obtener la personería jurídica y tener una referencia al momento de presentarnos ante una empresa o un comercio. Para ese entonces ya éramos siete u ocho, manifestaron. Formalmente, Voluntades nació en 2003, con Alicia, Gabriela, Beba, Ángela, Susana, algunas de las cuales continúan trabajando.
Más allá de las caras visibles, Voluntades recibe la colaboración de numerosas personas anónimas, como las tejedoras, las que cosen, las que preguntan qué elementos se necesitan y salen a buscarlos. Hace cinco meses compramos la lana y la entregamos a las tejedoras, dejamos en el local en una caja a su nombre y con sus habilidosas manos crean coloridas bufandas y gorros. Según Ayrault, la bufanda abriga pero el gorro nos sirve para el mismo fin y para proteger las cabezas de las mujeres que pierden el cabello a raíz de la quimioterapia. Para ellas es importante verse de otra manera, entonces en verano les damos las pañoletas y en invierno, los gorros.
Blanca y Claudia son las que reciben las donaciones, clasifican, doblan, lavan, reciclan, cosen porque aparecen metros de tela para toallas y hay que confeccionarlas. Se ocupan de preparar los kit básicos de higiene personal que contienen toalla, papel higiénico, cepillo de dientes, pasta, jabón, desodorante y champú, que se encargan de fraccionar. Para aquel que debe ser derivado, buscan agregar al kit un bolso con ropa. Muchas veces nos dicen se va mañana y lo vemos con una ropa muy humilde, entonces armamos un bolso, buscamos camisones, bombachas, saco, chalina o lo que fuere, para que llegue a Buenos Aires de una manera digna, sostuvieron. A ellas se suman las choferas, que en los ratos libres acercan a los voluntarios a los lugares indicados, y las merenderas, que ofrecen yerba, bizcochitos o algo para acompañar el mate de los padres que tienen a sus hijos en terapia intensiva o llevan torta y globos para celebrar un cumpleaños.
El Banco Ortopédico es único
Voluntades es el único sector del Parque de la Salud que tiene un Banco Ortopédico, donde Aguirre cumple un rol fundamental. Dispone de muletas, andadores, férulas, sillas de rueda, que en calidad de préstamo cede a personas que reciben el alta médica y necesitan algunos de estos elementos para lograr una rehabilitación completa y efectiva. No inventamos nada. Copiamos algo del Rotary Club o del Club de Leones. Tratamos de ver cuando algo funciona bien y lo replicamos. Muchas veces preguntan si la gente devuelve lo que prestamos y la respuesta es afirmativa. El más humilde no puede comprar y sabe que hoy el médico le recetó un par de muletas para salir del hospital pero que al mes siguiente deberá usar un andador, y entonces deberá recurrir nuevamente a Voluntades. A José lo llaman de los lugares más recónditos de la provincia para decirle que mandan en tal colectivo, que llega a tal hora, un par de muletas o una silla de ruedas, y él debe buscar en la boletería o en el local de la empresa, confió la titular de la Asociación.
Destacó el aporte del Instituto Provincial de Lotería y Casinos Sociedad del Estado (IPLyC SE) que donó varios artículos solicitados por la entidad, entre ellos, elementos ortopédicos como muletas, andadores, bastones, trípodes. Todo eso viene a engrosar el Banco que se alimenta de la gente que tiene posibilidades de comprarse y entrega cuando ya no los usa, dijo. Ese es uno de los pedidos que forman parte de esas llamadas más urgentes. Cuando en el Madariaga dan el alta a un paciente, el médico necesita que esa persona tenga las muletas para poder volver a su casa. De la partida también forman parte las frazadas y las ropas de abrigo.
En los hospitales se puede encontrar dolor y alegría, y los integrantes de Voluntades aprendieron a convivir con esas dos caras. Hay personas con enfermedades muy difíciles de salir adelante, otras que fallecen, y otras que se recuperan y reciben el alta médica, señalaron, al tiempo que consideraron que el voluntario debe poner la oreja y tiene que dejar hablar porque el paciente tiene la necesidad de contar.
Aseguraron que el grupo no sabe cantar muy bien pero que lo hace con el propósito de levantar el ánimo a los pacientes internados. Usa pelucas y collares para romper la rutina de la visita Aprendimos algo de los nietos, como el pollito amarillito, nos colocamos unas vinchas de princesa que nos confeccionaron y vamos al frente porque cuando estás en cama y llega alguien que busca levantarte el ánimo, por unos instantes te olvidas de la enfermedad. A todos les encanta y tratan de sonreír, contó Maia, y agregó que siempre tratan de entregar algún regalito. Fue un invento de los comienzos cuando poníamos un llavero o un par de aros que nos sobraban. Hoy tenemos colaboradores que nos donan bolsitas discriminadas para mujeres o niñas de cierta edad. En cada cama colocamos un presente. La gente nos espera. A veces no quieren recibir porque creen que tienen que pagar. Al igual que las revistas, acotó.
Desde otros ámbitos
Desde hace 16 años, de lunes a viernes a las 10, Maia conduce un micro solidario en una radio de Posadas. Detrás del micrófono cuenta historias reales de hospital, algunas muy tristes, a las que cambia nombres y tiempos. A través de sus relatos, los oyentes pudieron conocer cómo era un hospital por dentro, porque muchos no tuvieron la necesidad de recurrir a uno.
El micro tuvo una llegada que jamas imaginé. Nunca me había sentado ante un micrófono pero Alejandra Núñez me dio una mano y me ayudó a manejar los tiempos. También cuento las cosas malas. Eso hizo que tuviera más repercusión, nos dimos cuenta por la cantidad de donaciones que comenzaron a llegar. Desde pasajes para una mamá que venía caminando desde Garupá con su bebé en brazos y vendía bollos para subsistir con sus otros hijos, contó la hija del exgobernador de Misiones, César Napoleón Ayrault, quien falleció mientras ejercía la Vicegobernación de la provincia durante un atentado perpetrado al avión en el que volaba rumbo a Puerto Iguazú junto a su esposa (Ana Ofelia Ruiz) y al primer mandatario Juan Manuel Irrazábal, el 30 de noviembre de 1973.
Desde su espacio aprovecha, además, para hacer prevención de enfermedades y brindar información importante para la audiencia. Me nutro de folletería del Ministerio de Salud Pública o de la Cruz Roja, sobre todo con cuestiones que suceden en Misiones, manifestó la estudiante avanzada de Abogacía que debió abandonar la carrera tras la tragedia que dejó huérfanas a las cuatro hermanas.
Compañero de fierro
José Aguirre se plegó totalmente a la iniciativa de su esposa, a la que amo profundamente y comparto la solidaridad, el amor al prójimo, el amor que nos une, que hace que todo se complemente. Pertenecía a otro grupo que hacía voluntariado en las cárceles de Loreto y Miguel Lanús, pero al poco tiempo me aboqué al hospital de adultos, acompañándola y compartiendo esos momentos. El resto es ir a vivir cotidianamente y organizarnos.
A su entender, los valores que se reciben en casa, la educación y la formación, la actitud, la responsabilidad, el compromiso, tienen mucho que ver en el desempeño de las tareas del voluntario. Agradeció a cada uno de los voluntarios que nos acompañan y puso de manifiesto la apertura de las autoridades de los hospitales porque trabajamos con mucha libertad.
En 27 años pasaron diversos funcionarios y jamás tuvimos inconvenientes. Sabemos que son nosocomios y debemos atenernos a las normas, no hacemos nada que no esté permitido y preservamos al paciente. Vamos todas las semanas y mensualmente llegamos a casi 1.500 personas entre familiares y pacientes, indicó este amante de la pintura y el teatro que participó de importantes películas y que actúa en buena parte de los trabajos que deben presentar los alumnos del Instituto Montoya.
Ambos se conocieron en la empresa Papel Misionero. Ella trabajaba en mesa de entradas cuando él llegó al lugar y preguntó por el presidente del directorio. Como si fuera ayer recordó que llevaba puesto un pulóver celeste y tenía mucho pelo. Detrás del mostrador le hacía ver a Carmen, mi compañera, lo buen mozo que era ese hombre. Estuvieron de novios tres meses, fueron de luna de miel a Bariloche y al regreso se casaron. En 39 años nuestro amor no tuvo idas y vueltas. Tenemos un amor muy profundo. Toda la vida nos tomamos de la mano, no sabemos transitarla de otra forma. Nos emocionamos con cosas que nos pasan con los hijos, los nietos, con su propia vida. Es un amor muy fuerte, describieron emocionados.
El mismo camino
Nicolás y César Aguirre, ambos profesionales, son voluntarios como sus padres. Desde pequeños compartieron la actividad y cuando estudiaban en Buenos Aires, Nicolás fue el nexo de Voluntades con quienes eran derivados hacia la gran urbe. Maia lo llamaba por teléfono y le comunicaba que a determinado nosocomio iba derivado fulano, entonces él juntaba ropa y galletitas entre sus amigos y visitaba al paciente.
Mencionó el caso de Mercedes (6) que tenía una enfermedad muy difícil. A la niña le efectuaban los análisis, los mandaba por avión y Nicolás lo acercaba a un laboratorio de Palermo. Un día lo llamé para decirle que Mercedes había muerto. Aún hoy recuerdo su llanto al teléfono. Sabíamos que lo de ella era difícil pero él, a su edad, creía que iba a salir. Son historias de vida y de aprendizaje, comentó.
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