El espeluznante homicidio de Horacelia Génesis Marasca no deja de arrojar aristas atroces, unas más que otras. El resultado de la autopsia realizado al cuerpo, o a los restos diseminados en distintos puntos de la Zona Oeste de la capital provincial, reconstruye el perfil de un homicida feroz, que plasmó su ferocidad y dejó su sello en el cuerpo de la víctima.No se trató de un hecho circunstancial; producto de una pelea más en la pareja, la muerte de esta adolescente de 16 años, madre de un niño de siete meses, fue horrorosa y lo que vino después, pareciera no encontrar un calificativo que se ajuste a tanta crueldad, a tamaña barbaridad o alevosía.PRIMERA EDICIÓN accedió a las conclusiones del informe de autopsia y son determinantes. Horacelia fue blanco de tres puñaladas, todas centradas en la región torácica. Una de ellas fue terrible; tan profunda que llegó a tocar una vértebra de la columna. Literalmente, el asesino atravesó el corazón de la víctima casi hasta la médula. Lo que vino después fue aún más truculento. Cometido el crimen, el asesino despojó de cualquier rasgo humano al rostro de la madre de su hijo. Lo desfiguró a punta de cuchillo; algunos dicen que para que no la reconocieran pero, es probable, que haya sido para destrozar lo que para él era el objeto de su obsesión, de su perdición.El caso estalló el miércoles 26 de agosto cuando la madre de Horacelia se presentó en la Comisaría de la Mujer, dependiente de la Unidad Regional I, y denunció que sospechaba que su hija había sido asesinada. Además, que el hombre le había negado ver a su nieto.Entonces una comitiva policial acompañó a la denunciante hasta el departamento ubicado en la chacra 150, en la Zona Oeste de Posadas. Allí no encontraron rastros de la joven, una circunstancia sumamente extraña porque “ella jamás dejaría a su hijo para desaparecer”, como indicaron los allegados. Anoticiado de esas circunstancias, el juez de Instrucción 6 de Posadas, Ricardo Walter Balor, dispuso su demora preventiva hasta la realización de pericias en el citado inmueble.El jueves 25, un día después de que el espeluznante episodio saltara a la luz, la Policía Científica allanó la casa y procedió a la realización de la prueba de luminol, un reactivo que reacciona a la presencia de sangre. El resultado fue que había por todo el departamento. La reconstrucción preliminar, basada en los puntos donde había mayor cantidad de sangre, determinó que el homicidio pudo haber ocurrido en la sala y el descuartizamiento, en el baño. En esa oportunidad, los investigadores procedieron al secuestro de un cuchillo, tipo carnicero, de mango blanco, que al otro día, en sede judicial, Martín Monzón reconoció haber utilizado para asesinar a su pareja y descuartizar el cadáver.Allí, en estrados judiciales, el hombre, de 34 años, confesó en detalle la secuencia en que sucedió el aberrante homicidio. Incluso, indicó con precisión los puntos en que ocultó los restos de la muchacha.Una fuente consultada por PRIMERA EDICIÓN, que participó en la búsqueda, indicó que hubiera sido muchísimo más complicado ubicar los fragmentos si no se tenía la información que brindó el asesino confeso. La muerte de esta adolescente, que dejó en vida a un niño de siete meses, estuvo precedida por una trama de violencia permanente del hombre hacia ella.Todo lo que pueda decirse con respecto a intimidades de pareja no viene al caso, porque nada, absolutamente nada justifica la violencia, la muerte. La prisión preventiva para Monzón es cuestión de tiempo; una formalidad.Búsqueda terminadaFuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN indicaron ayer que se dio por concluida la búsqueda de los restos de la adolescente de 16 años, cuyo asesinato ocurrió entre la noche del 16 de agosto y la madrugada siguiente. Según datos surgidos de la pesquisa, Martín Monzón se deshizo del cuerpo, después de seccionarlo, en dos secuencias. La primera ese domingo; la otra al día siguiente.Al parecer, guardó las partes en bolsas y las sacó a la calle, aparentemente en el cochecito de bebé de su hijo, de sólo siete meses. En total, la Policía recuperó cuatro bolsas, todas en la zona costera, al oeste de la ciudad. Faltó una, que al parecer fue arrojada a un contenedor. Se cree que terminó en el basural de Fachinal, donde diariamente arrojan 300 toneladas de basura.Ayer, al filo de las 19.30, la Policía regresó al departamento ubicado en la chacra 150 de Posadas. Los efectivos concurrieron con un oficio judicial en el que se ordenaba el secuestro de prendas de vestir de Horacelia y Monzón, las que supuestamente vestían la noche del crimen.Lo concreto es que no se pudo dar con las extremidades de la víctima, aunque no tiene incidencia en el andamiaje probatorio.
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