El dato no es menor. De hecho, podría cambiar por completo la perspectiva del supuesto móvil del homicidio del remisero Fabio Rafael Lorenzo, ultimado a balazos entre la noche del 25 de abril y la madrugada siguiente en San Pedro. En un principio se barajó la teoría de que el trabajador del volante fue ultimado cuando intentaba salir del baúl, pateando los asientos traseros del Chevrolet Corsa con el que se ganaba la vida como remisero.Según esta hipótesis, el criminal que acompañaba al conductor disparó hacia ese sector y acabó con la vida del trabajador del volante.Sin embargo, la Justicia accedió ahora al adelanto de un informe efectuado por los peritos de la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic) que rechazó esa línea de investigación.Los especialistas determinaron, en base a la sangre encontrada en el coche de alquiler, que Lorenzo fue ejecutado afuera del rodado e introducido en el baúl.Asimismo, habrían puesto en duda que los criminales hayan viajado desde San Vicente y hasta San Pedro con el cadáver en el maletero. Para ellos, lo mataron en el mismo lugar donde encontraron el coche o no muy lejos.El indicio más sólido que pareciera sustentar la teoría de la ejecución, fuera del vehículo, se apoya en el goteo de sangre que los peritos encontraron en el paragolpes trasero del Chevrolet Corsa gris.Si Lorenzo hubiera sido asesinado dentro del baúl, tal como lo encontraron, no habría forma de que esas gotas aparecieran en el parachoques de atrás.La conclusión pareciera irrebatible y cuestiona, en simultáneo, el primer trabajo pericial efectuado sobre el remís.Quizás, la confusión se originó en las manchas de sangre que encontraron en la parte superior del baúl, que en la visión de los especialistas de la Saic pudo haberse producido al golpear el cuerpo contra el chasis al reanudar la marcha por un camino escabroso.La causa está radicada en el Juzgado de Instrucción 3 de San Vicente, a cargo del juez subrogante Horacio Heriberto Alarcón.Hay dos sospechosos detenidos en averiguación del hecho. Uno está más comprometido que el otro, porque al menos dos personas lo habrían identificado en la rueda de reconocimiento.Sobre este joven se centraba una duda clave para determinar la competencia judicial: en un principio se pensó que era menor de edad. Por un lado, porque no tenía documentación personal y por el otro, debido a que la madre no recordaba su edad. O no quería recordarla.Lo cierto es que el juez Alarcón habría requerido un informe al hospital público de Bernardo de Irigoyen, donde habría nacido el imputado.El resultado fue la confirmación de que el susodicho es imputable.La duda se centra en el otro detenido, oriundo de Jardín América o Puerto Rico, quien llegó al extremo de coserse la boca para ser trasladado a la Alcaldía puertorriquense, porque ahí estaría más cerca de su familia.Lorenzo recibió dos balazos. Uno de los proyectiles ingresó en la cabeza y el otro, en la región abdominal.En una entrevista con este Diario, la esposa de Lorenzo, Ramona Esther Piñeiro, dijo que su marido se quedaba a trabajar hasta más tarde porque estaba ahorrando para festejar el cumpleaños de su hijo. Y los viajes más largos, como el que le pidieron los asesinos a San Pedro, eran los que más dinero le dejaban.La mujer contó también que los homicidas pidieron los servicios a otro remisero, pero este les señaló que le tocaba a Lorenzo porque estaba primero en la lista de espera.Allí medió el destino para torcer el rumbo de los acontecimientos. De alguna manera confirma que los verdugos no buscaron a Lorenzo en particular, lo que pareciera derrumbar cualquier teoría ajena a la de un homicidio en ocasión de robo, indicaron las fuentes.
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