Miles de maestros argentinos celebran hoy su día. En homenaje a ellos, PRIMERA EDICIÓN cuenta la historia de Blanca Ríos, una de estas trabajadoras de la educación. Blanca Ríos se recibió en la Escuela Normal Mixta Mariano Moreno de Apóstoles en 1960 y contó a PRIMERA EDICIÓN su historia, como vivió sus primeros tiempos como profesional y su esfuerzo para dar todo lo que tenía a sus alumnos. Pasó por diversos establecimientos educativos de toda la provincia, retirándose en la Escuela 20 de San José como directora de la misma. Pero su paso fue extenso: una de sus primeras experiencias fue en la Escuela 71 del barrio Estación en 1961 –que en unos días está por cumplir 100 años- o la histórica Escuela 21 –la más antigua de la zona- y las instituciones de las colonias aledañas a la Capital de la Yerba Mate. Hoy en día, goza de buena salud, satisfecha por el buen deber. Siempre cerca Aunque no pudo alejarse mucho de lo que tanto quería, porque se integró a la cooperadora de la Escuela 21 y ahora se dedica a escribir poesías sobre sus pasiones: la escuela, el amor o sus amados nietos.En la entrevista, lo primero que mencionó fue que “a veces paso por las escuelas donde estuve y veo los lapachos que plantamos con mis alumnos y recuerdo esos lindos momentos…”.“Cuando me jubilé, tenía miedo de una depresión, entonces dediqué mi tiempo a ser presidente de la cooperadora de la Escuela 21, enseñar catecismo y un curso literario”. Desde luego, también reserva suficiente tiempo para reunirse con colegas de la promoción de maestros.Como nació su vocaciónSegún confió Blanca, cuando era chica vivía en Leandro N. Alem, “ahí no había secundaria, tenía muchas amigas que viajaban a Posadas a estudiar, mi papá me mandó de pupila al Colegio Santa María y una vez al mes, el colectivo Singer de ese entonces nos repartía en Cerro Azul, Alem y la zona. Ahí terminé todo en la Escuela Normal Mariano Moreno de Apóstoles cuando nos vinimos de vuelta".La primera escuelaEl primer lugar donde enseñó fue en la Escuela 71 del barrio Estación que está próxima a cumplir los 100 años. “Estábamos con Mario Zajaczkowski (otro de los personajes de Apóstoles en la docencia) entre otros. Después la Escuela 56 ‘El Paraíso’. Íbamos en una estanciera de madera hacia la escuela, todas juntas, nunca faltábamos, con lluvia, truenos o relámpagos… siempre estábamos presentes”. En la Escuela de Puerto Azara permanecía toda la semana, claro, con mis hijos porque la movilidad era complicada. Nos íbamos en colectivo un lunes, salíamos a las 4 de la mañana… el colectivo pasaba por Garruchos y después a Puerto Azara, toda una odisea. Me gustaba de alma a pesar del sacrificio, hablo de eso porque pasábamos por situaciones muy especiales, por ejemplo, muchas veces tuvimos que huir porque nos corrían las vacas”, contó nostálgica.“Dediqué mi vida a esta profesión, dictaba los actos y hacía cosas que ahora creo que difícilmente realicen los docentes porque los tiempos cambiaron”, indicó. Esas anécdotas inolvidablesBlanca guarda una infinidad de recuerdos. “Un día, llevé a un alumno a su casa porque se había lastimado y la madre se me enojó. En ese entonces no había medios de comunicación, pero uno tenía esa preocupación por el alumno. Otra anécdota fue una alumna de arroyo Quintana que me dice, tenía infectada, bichos en las piernitas. Le pido una autorización a la madre, la llevo a una salita de primeros auxilios y esa noche quedó conmigo: miramos televisión, (blanco y negro), me preguntó asustada qué eran esos hombrecitos que se movían en esa caja. No conocía la televisión. Por ese entonces, era docente de la Escuela 140, y la mayoría de los alumnos nunca había visto la televisión… por eso asumiendo el riesgo personalmente, un día llevé a los alumnos a la casa de un vecino que tenía un aparato de TV para que pudieran ver con sus propios ojos". En la coloniaEra maestra de primero, segundo y tercero, cuarto y quinto, y sexto (en la Escuela "El Paraíso" camino a Azara) tenía divididos en áreas y el maestro suplente era mi hijo Marcelo, él ayudaba mucho porque estaba sola. Recuerdo que cada familia era muy agradecida, me llenaban el Citröen de zapallos y mandioca. Tengo poesías recordando esos tiempos de la escuela, vivencias reales, fantasiosas. Yo trabajé doble turno toda la vida y ahora extraño mucho estar en la escuela.Los alumnosBlanca recordó que, por ese entonces, los alumnos “eran muy educados, el maestro pasaba a ser como el ejemplo de todos y muy respetado. Me llevo los mejores recuerdos de la colonia. Los maestros éramos muy respetados… ahora cambiaron muchas las cosas, la misma tecnología también influyó”.Emocionada, recordó que un día cerré la escuela (Escuela 20) y llevé a todos los alumnos al Gentilini donde había una exposición que traían para la Fiesta de la Yerba Mate, fuimos todos en mi Citröen muy encimados. Hasta hoy en día me cruzo con mis ex alumnos y me recuerdan como `la maestra´, eso te da mucha satisfacción, uno siente que hizo bien los deberes. Te hace emocionar”.La política“Cuando uno iba a votar vivía situaciones difíciles, hasta tiros. Eso pasaba en las primeras épocas cuando emití mi primer voto. Pero también había otras, me ponía mal cuando en la escuela querían imponer signos políticos. Eso se debía hacer fuera de la institución. Una vez un director vino con esa idea y le dije que no era el lugar. Porque aparecía en los medios de comunicación de ese momento que se reunían las maestras de tal signo político, estaba de acuerdo en defender el guardapolvo blanco pero sin mezclarnos con los partidos”, reflexionó.Gajes del oficioBlanca iba a todos lados en su pequeño Citroën. “Era un auto fuerte, se bancaba todas, pero una vez pensaba que me había quedado sin nafta, pero lo había cargado. Estaba con los chicos cerca de Puerto Azara, en pleno monte y no quería que se hiciera de noche. Pero por suerte revisé el Citroën, se había soltado algo y arrancamos. Así, aprendí de mecánica también porque una andaba muchas veces sola con el auto en medio de la nada y en esos tiempos era mi herramienta de trabajo”, señaló.Recordó que una vez no pudo ir a trabajar y, cuando regresó a la escuela, otra maestra le contó sobre lo mal que se había comportado uno de sus alumnos, “había dado vuelta todas las sillas, cuando estaba con él era un amor. Pero solucioné su inquietud haciéndole ser mi ´secretario´, me llevaba mis registros y él contento después de hacer sus tareas”, recordó.Además, contó que tenían un ropero escolar. “Había algunos que no tenían ropa, yo iba a las cas
as a ver si necesitaban algo en el caso que faltara el chico”.Blanca se jubiló pero, un día fue a visitar la Escuela 21 y la directora le dijo que la necesitaban en la cooperadora escolar. “Y desde entonces me hice cargo de la presidencia de la cooperadora de la Escuela 21. En ese establecimiento educativo ejercí como maestra en mis primeros años, así que fue como volver a mi primer amor. Ahora me dedico a hacer poesías, un curso literario, escribo sobre el amor, mis recuerdos de la escuela, el mate y mis nietos. También colaborar con la capilla del barrio Belgrano de Apóstoles, dando catequesis.
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