Elvio Rojas está dispuesto a no rendirse. Dice que no bajará los brazos hasta saber porqué motivo mataron a su hijo. Cree saber quiénes fueron; quién dio la orden y hasta tiene una hipótesis de lo que pudo haber pasado por la mente de los asesinos cuando decidieron quitarle la vida a Miguel Ángel, de 23 años. El hombre recibió a PRIMERA EDICIÓN en su taller mecánico ubicado sobre la avenida Juan Manuel de Rosas, de Puerto Esperanza. Decidido a decir su verdad, aseguró “no tener miedo”. Es que ésta localidad está ubicada en una región del Alto Paraná considerada como “frontera caliente”. Y es que el crimen de Miguel Ángel Rojas tuvo un sello mafioso, propio de organizaciones narco. Al joven lo torturaron y castraron. Fue un homicidio que tuvo tal ensañamiento que quedó marcado como uno de los más macabros de la criminología de Misiones. “Estas personas no mataron solamente a mi hijo, mataron a toda mi familia. Yo no tengo más vida. Aún tengo conmigo a mi esposa, a mis dos hijos y a los hijitos de Miguel Ángel, es decir mis nietitos. A todos nosotros nos mataron”, dice Elvio al principio de la charla con este Diario. Luego afirmó que “con la Justicia se siente vacío, desprotegido, abandonado y realmente decepcionado. Lo de mi hijo quedó todo así, en la nada y jamás se acercó nadie de la Justicia a decirme nada. A mí, en su momento, la Policía me dijo que para ellos los culpables ya estaban detenidos, que de ahí en más todo iba a depender de la Justicia”. Y agregó: “Pero resulta que a los cuatro meses del hecho, cuando yo tramitaba la recuperación del automóvil en el que trabajaba mi hijo el día que le hicieron lo que le hicieron, vino mi gran sorpresa: me enteré que habían liberado a los cuatro imputados”. “Me volví loco, dije, ‘a la pucha, qué pasa acá’…fui a ‘atropellar’ todo en el Juzgado pero no me daban respuestas inmediatas, hasta que un día me atendió un secretario y me dijo ‘mirá, la Policia hizo su trabajo como corresponde, pero también trabajaron los abogados de los imputados’. Hasta hubo versiones de que pagaron 150 mil pesos para poder salir. Lo peor de todo es que estas mismas personas, que estuvieron detenidas por el crimen de mi hijo, siguen dando vueltas por la zona; algunos en Paraguay y otros creo que presos por causas de drogas. Es más, me enteré que uno de ellos hasta se jacta de lo que le hicieron a mi hijo y cuenta todos los detalles cuando va a jugar al fútbol en una localidad paraguaya, que está enfrente de Colonia Mado”. Elvio relató que, hace quince días, un conocido le contó una historia que se debe tener en cuenta y que incluso, ya se la comentó a la Policía para que investigue. “Resulta que vino una persona a mi casa, a la que hacía mucho que no veía. Entonces me contó que dos días antes del crimen de mi hijo, se presentaron en la casa de él dos individuos. Éstos le ofrecieron 35 mil pesos y un fusil por la cabeza (muerte) de un tipo. Justamente, estos dos sujetos fueron sospechosos en la causa, estuvieron detenidos. Es mucha casualidad, mucha coincidencia”. “Estos individuos, a los que no conozco personalmente ni de vista, solamente por nombres, son de Colonia Mado, una localidad cercana donde hallaron el cuerpo de mi hijo. Uno de estos sujetos, actualmente, está detenido por drogas y el otro, al parecer, desaparecido en Paraguay”, consignó. “Muchas cosas averigué por mi cuenta, porque a veces la gente comenta cosas por ahí y es mucho más flexible que cuando tiene que contárselas a la Policía o la Justicia. Por eso creo saber o tener una idea de lo que pudo haber pasado”. La hipótesiElvio afirma que cree saber el motivo por el cual mataron a su hijo. Pero que no es la verdad absoluta, tan sólo una hipótesis que tiene sustento en lo que él pudo averiguar en el pueblo y las zonas cercanas. “Lo que hicieron, lo hicieron para zafarse los problemas de otras personas. Yo quiero pensar y pienso que fue solamente un asalto. Me gustaría seguir pensando eso porque me duele que una persona cometa un hecho tan atroz por venganza o celos. O por querer salvar su pellejo”. “Yo creo que esta gente necesitaba una cabeza para extender su vida. En su momento hablé con gente que me dijo que estas personas robaron mercadería ajena, robaron droga y bueno, querían justificarse a sí mismos y llevaron a un pobre muchacho, de 23 años, de acá, de la terminal. Si sucedió eso lo lamento muchísimo, porque cometieron un gravísimo error. Un error porque mi hijo no estaba metido en nada extraño, es imposible confundirse de persona. A mí me conoce el pueblo entero, nos conocen como los taxistas Rojas, a él lo conocían como ‘el taxista Rojitas’. Somos servidores del pueblo, de la comunidad. Somos nacidos y criados acá y taxistas desde 1998”, relató Elvio. “El Francés” “Se habla tanto del famoso ‘Frances’ (Polus). Se dice que fue este hombre el que pidió la cabeza de mi hijo. En ese sentido voy a contar algo que hasta ahora mantuve en reserva. Un vecino de otro barrio y que tiene conocidos en Colonia Mado, a pedido mío, me llevó hasta esa localidad porque yo quería averiguar si alguien sabía algo del crimen de mi hijo”. “Me llevó a la casa de un señor que supuestamente está bien informado. Apenas llegamos a su vivienda, el hombre de Colonia Mado me ofreció una silla y cuando le conté que estaba ahí para averiguar sobre el homicidio de mi hijo, este señor me miró y me preguntó: ‘¿pero vos estás seguro que no sabes?’…a lo que le contesté ‘si supiese no estaría acá’. Entonces este señor, de Colonia Mado, me dijo muy seriamente ‘mirá, te voy a contar algo y no tiene que salir de acá. Esto se queda acá, entre nosotros. Un mes antes de la muerte de tu hijo se perdió una carga del Francés, y por eso estaba malo, furioso. Fue entonces que puso precio por la cabeza del responsable’. Entonces, de ese relato, empecé a concluir que a mi hijo lo mataron para salvar el pellejo de ellos”, reveló Elvio, quien además aseguró que “no tiene miedo” de mencionar a presuntos narcos.“No tengo miedo porque tengo la conciencia limpia. Y si veo al Francés le voy a decir en la cara ‘no servís para jefe hermano, porque si sirvieras de jefe no mandarías a matar a una criatura como hiciste. Un jefe no hace eso. Primero analiza y tiene las pruebas en su mano y luego hace que rija la Justicia, tanto buena como mala’”, concluyó.La última conversación“Ese 24 de diciembre de 2012 yo estaba sentado afuera, en el hall de casa, y Miguel Ángel vino de su trabajo. Eran las 13. Le pregunté como estaba el movimiento y me contestó ‘está quieto viejo’. Entonces le respondí ‘ya se va a move
r, es raro, por la fecha’. Luego almorzó y se fue. Fue la última charla que mantuve con mi hijo”, recordó Elvio. Ese día mis tres hijos estaban trabajando. A las 17 uno de sus hermanos me dijo que no le contestaba el teléfono. Nos enteramos que la última vez que lo vieron fue a las 15 de ese mismo día, cerca de la terminal de Puerto Esperanza. A las 20 fuimos a dar cuenta a la Policía de su desaparición. Uno de los primeros lugares donde buscamos fue en Puerto Libertad, porque ya anteriormente un chofer tuvo un asalto en esa zona. Con el paso del tiempo pienso por qué no me comuniqué con él antes…es decir luego de que almorzó y salió. Tampoco me explico porqué no pudo avisar que iba hacia la ruta, porque tenemos un código o protocolo interno de que, sí o sí, se debe avisar si algún chofer sale hacia la ruta, porque uno nunca sabe lo que puede pasar en una carretera”, puntualizó Elvio. “El pueblo me trató como a un familiar”“Le pido a la Justicia que por favor al menos esclarezca el homicidio. Eso me daría un poco de alivio para que yo pueda dormir y mi familia tenga un poco de paz. Me gustaría sentirme protegido y que si hay Justicia, que no sea solamente para los que tienen dinero. No tengo nada de que quejarme de la Policía, hizo su trabajo”, afirmó Elvio al momento de pensar en que la causa aún no está cerrada, que quedan meses y tal vez años de continuidad en la investigación. “Uno de mis consejos a mis hijos era que somos personas que trabajamos en la calle, taxistas y no podemos tener conflictos ni discusiones, incluso ni siquiera malos pensamientos. Mi hijo, Miguel Ángel, tenía dos hijitos y su vida era normal, un hombre trabajador”, indicó. “Cuando sucedió el hecho, la sociedad de Puerto Esperanza fue increíble. Nunca creí tener vecinos como tengo. En ese momento el pueblo no se portó conmigo como un habitante más, directamente se comportó como si fuera un familiar. No tengo palabras de agradecimiento para esta sociedad”, indicó. Con respecto al automóvil en que se movilizaba su hijo cuando se produjo el terrible asesinato, Elvio recuerda que tras recuperarlo lo vendió, a una persona que se domicilia en la zona. “A veces suele pasar frente a mi casa y cada vez que miro ese auto pienso que él sabe el secreto que yo quisiera saber”, reflexiona. Seguidamente agregó que curiosamente, desde un Juzgado de La Matanza, provincia de Buenos Aires, le llegó un oficio donde le consultaban datos acerca de una persona que supuestamente estaba trabajando para el ‘Francés’, un hombre que se domiciliaba en Colonia Mado y que llegó a ser definido por autoridades nacionales de seguridad como el “rey de la marihuana”. “Jamás conocí personalmente al ‘Francés’, pero una mujer me envió, vía judicial, un oficio para pedirme que si tengo datos de su hijo, que trabajó para él, se lo comunique”, relató Elvio.
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