La exjugadora de la Selección Argentina de Hockey sobre césped, Inés Arrondo estuvo de visita en Misiones, en el marco del programa Deportes en el Playón, impulsado por el Ministerio de Desarrollo Social y brindó destacadas clínicas en Posadas y Montecarlo.Además, cerró el fin de semana con un paseo familiar a las Ruinas de San Ignacio y las Cataratas del Iguazú. En un parate de su periplo por la tierra colorada accedió gustosa a dialogar con DE PRIMERA.¿Qué tratás de volcar en tus clínicas por el interior del país?Bueno te cuento, en Posadas estuvimos en el playón del barrio A4 y en la cancha de césped sintético del Cepard; y en la localidad de Montecarlo. En cada una uno debido al poco tiempo que tiene trata de ser sintético, claro y ejemplificador. Les transmito técnicas de entrenamiento, conducción, perfeccionamiento, entre otros ítems.¿Qué ves o rescatas en cada una de estas incursiones?El intercambio en la parte humana es lo más lindo que uno se lleva. Que grandes y chicos vean que uno es humano. De carne y hueso, que no es inalcanzable por ser una Leona o haber sido parte de ellas.Cuando te preguntan cómo llegaste a la elite, ¿qué contestas?Yo aprendí a jugar el hockey en mi barrio en Mar del Plata; luego pase a jugar en el Club Universitario, en las selecciones juveniles de mi ciudad y ahí me vieron en los nacionales y fui convocada a la selección Nacional. Fue un camino arduo difícil, pero no imposible. Para llegar siempre les digo que hay que esforzarse al máximo. Tratando de aprender todos los días, pero con mucha humildad, compromiso y un gran respeto y corazón.¿Que fueron para vos las Leonas?Ser Leona me cambió la vida. La Selección Argentina y ser parte de Las Leonas fue un sueño hecho realidad. Lograr dos medallas olímpicas (plata y bronce) en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y de Atenas 2004. En 2001 ganar el Champions Trophy y en 2002 ser campeón del Mundo en Perth, fue increíble, soñado.Pero te aclaro que para mí y para la mayoría de las Leonas, la medalla más preciada de todas es que el hockey se vuelva conocido, masivo y popular. Hay un antes y después de Las Leonas.¿Como surgió la idea de comenzar a verter tus conocimientos una vez retirada de las canchas?Fui entrenadora desde joven a la par de jugadora. Me servía para vivir antes de llegar a consolidarme en Primera y con Las Leonas siempre dimos charlas. Pero una vez que dejé la práctica activa del hockey quería volver con mi valor agregado a la ciudad que me vio nacer. Así regresé a Mar del Plata y comencé a insertarme en la gestión deportiva desde el Estado. Ahora estoy trabajando desde allí, pero no solo en Mar del Plata. Cuando puedo y me invitan lo hago en todo el país, como este fin de semana que viajé hasta acá, en Misiones. Realmente lo pasé de mil maravillas, espero que no sea la primera, ni la última vez. “Las Cataratas, incomparables”Además, de las clínicas brindadas en Posadas y Montecarlo, Inés compartió un fin de semana en familia en Misiones. Junto a su marido Juan y sus hijos Camila y Julián, también se hizo un tiempo para disfrutar las bellezas de la tierra colorada.Así, recorrió las Ruinas Jesuíticas, en San Ignacio y las Cataratas en Puerto Iguazú.Al respecto contó: “Fue un viaje hermoso este que viví y disfruté en Misiones. Conocí Posadas, Montecarlo, las Ruinas de San Ignacio y las Cataratas, que no conocíamos y todos los que habían venido nos contaban que eran majestuosas. Bueno para mi fueron incomparables, realmente. Me llevo un montón de cosas bellísimas de Misiones y lo más lindo es que lo pude disfrutar con mi familia”.
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