No sólo por el peligro de un atentado contra su vida, sino por las críticas de grupos de poder que lo acusan de “marxista” y lo perciben demasiado a la izquierda por su teoría inclusiva de la economía.Jorge Bergoglio hará pie en la cuna misma del capitalismo tras su escala en Cuba, la antípoda, adonde llegó como un gesto fuerte luego de tender puentes de diálogo entre Washington y La Habana, para que los dos países puedan restablecer relaciones diplomáticas tras más de 50 años de bloqueo estadounidense y tensiones. Y si de antítesis se habla, hay que destacar el encuentro de Francisco nada menos que con Fidel Castro, enemigo acérrimo del sistema político-económico norteamericano.La condena de Francisco al “capitalismo salvaje”, la “teoría del derrame”, la “dictadura del dinero” y la responsabilidad del hombre en el cambio climático es difícil de digerir por los conservadores que intentaron, sin éxito, evitar que el pontífice hable ante el plenario del Congreso y se convierta en el primer Papa en hacerlo.Francisco no cuenta tampoco con el beneplácito de la derecha católica de Estados Unidos, como supieron tenerlo Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero sí de los sectores progresistas.Obama tampoco es un escollo a saltar por Francisco en Estados Unidos. Sí lo es el Capitolio, donde el jueves el pontífice subrayará los peligros que conllevan los excesos del capitalismo.El interrogante que plantea la figura y popularidad de Francisco pareció encontrar una respuesta en boca del vicepresidente Joe Biden, de fe católica, quien aseguró que el pontífice se convirtió en “un norte moral” para el mundo en temas importantes.O tal vez la revista Newsweek, al hacer una comparación sutil apelando a una frase popular: “Quizá los Beatles hayan sido más famosos que Jesucristo, pero algunos piensan que el Papa hoy ya es más famoso que los Beatles”.
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