POSADAS. Indignación, bronca e incertidumbre. Entre esos sentimientos se debaten por estas horas distintos productores de la Zona Sur de Misiones y del Norte de Corrientes, que en los últimos años se transformaron en el blanco de “cuatreros” que literalmente están depredando los campos de la región.PRIMERA EDICIÓN recorrió algunas propiedades y registró el testimonio de tres damnificados, quienes coincidieron en que el abigeato crece a ritmo sostenido y que las autoridades hacen poco y nada para prevenir un delito que, sostienen, ya se cobró un perjuicio económico incalculable de miles y miles de pesos.Los autores de este tipo de hechos delictivos conforman apenas el primer eslabón de una cadena de circulación y venta de carne robada que, con el correr del tiempo, ganó presencia en carnicerías de la capital provincial y cercanías.Un daño de 150 mil pesosRicardo Ibáñez (57) tenía siete años cuando su padre compró el campo que hoy trata de llevar adelante con mucho sacrificio en el Paraje Nemesio Parma, al oeste del aeropuerto posadeño. Las tierras le pertenecen a su familia desde hace medio siglo, cuando en la zona no había siquiera caminos.Hoy, el lugar lentamente va tomando las “mañas” de la urbanización y, con ellas, también el delito. “En estos momentos no podemos progresar porque contínuamente nos están robando”, cuenta Ibáñez, quien lanza un número abrumador: en los últimos dos años, de su campo le robaron nada más y nada menos que 50 vacas. A un valor de 3 mil pesos por cada animal, Ricardo se vio perjudicado en alrededor de 150 mil pesos en 24 meses. No hubo detenidos ni sospechosos. Increíble pero real.“Es una vergüenza, no sólo nos roban a nosotros; todos los vecinos sufren hechos de este tipo. Robaron los terneros, los caballos y hasta el cable del tendido eléctrico. No perdonan nada”, comenta el productor, quien en la zona se sienten “rehenes” de la inseguridad.El último hecho de abigeato registrado en su campo data de hace un mes, cuando los ladrones se llevaron tres vacas. De los animales, ni rastros. Por eso, Ibáñez se queja: “no puede ser que denunciemos todo y no haya nada. Desde la comisaría Séptima nunca hubo nada y hablamos con Prefectura, pero todo depende de la guardia que este de turno en ese momento. Así no se puede seguir y, mientras tanto, nos siguen robando”.Ricardo cuenta que los cuatreros ingresan “por agua, por los alambrados o directamente a campo travieza” y recuerda que varias veces fue hasta la costa del arroyo Itaembé y ahí los ladrones se ‘camuflan’ como pescadores y se van”.Ibáñez no es el único afectado en la zona y, por ejemplo, cuenta la historia de un vecino de apellido Maidana al que hace dos meses “le robaron tres vacas, quedó muy molesto, vendió todo lo que tenía y abandonó su campo”. Muchas de las víctimas ya piensan en esa opción.Por agua y por tierraOtro de los perjudicados por esta cadena interminable de robos es Cecilio Fores (71), propietario del campo San Marcos, también en la zona de Nemesio Parma, a pocos metros del campo de Ibáñez.Fores trabaja la tierra que heredó de su padre desde 1982 y reconoce que, desde entonces, sufre del robo de ganado, aunque la situación empeoró notoriamente desde 2008.“Desde el 2010 hasta lo que va de 2012 ya me faenaron ocho animales”, revela el entrevistado, para quien las pérdidas en los últimos dos años ascienden a los 24 mil pesos, sin contar que desde 2000 a la fecha ya le llevan sustraídos una veintena de animales. Entonces, la cifra crece y llega a los 60 mil pesos en perjuicio económico.Cecilio confirma que los cuatreros arriban a los campos “por el agua, en embarcaciones a remo o a motor, o por tierra, en camionetas”, como sucedió el último lunes, cuando un vehículo de esas características circulaba por la zona con unas seis personas en su interior, preparadas con cuchillos y otros elementos propios del abigeato.El hombre asegura que constantemente ve en el río y los arroyos de la zona las canoas de los cuatreros que “están ‘mangueando’ para ‘hacerse’ algún animal. Cuando matan a alguno, le sacan las vísceras, lo cargan entero en las embarcaciones y los faenan en otro lado”.Fores está cansado de denunciar a los delincuentes y esperar por una respuesta de las autoridades que jamás llega. “Acá se pasan la ‘pelotita’ entre Prefectura, Gendarmería y Policía. Dicen que no es su jurisdicción por esto o por aquello, pero nadie hace nada y todo sigue igual”, reflexiona ofuscado.Un problema de toda la regiónLa historia de Marcelo Vedoya (55) es idéntica a las interiores, pero sucede a unos 28 kilómetros de Posadas, en Corrientes, cerca del límite con Misiones.Vedoya es administrador de la Estancia Santa Rosa de Lima, donde se crían vacunos, equinos y hasta ovejas. Todo, sin despreciar, es sustraído por los cuatreros de la zona, quienes serían los mismos que atacan en Nemesio Parma.“En los casos más comunes, los delincuentes se acercan con redes a la costa y se hacen pasar por pescadores. Primero hacen un estudio de la zona y, si encuentran algún animal a mano, ‘fuiste’. Generalmente andan entre dos o tres canoas, con remo o con motores chicos”, revela el productor misionero.Como en los casos anteriores, llama poderosamente la atención la cantidad de “cabezas” que fueron sustraídas por los ladrones. “Es un promedio de entre diez y doce por año, por ahí un poco más. A veces pegan un golpe y te sacan cinco o seis en un mes o en una semana”, afirma Vedoya, y agrega que “desde 2000 a la fecha, entre ovejas y vacunos, hemos perdido entre 80 y 100 animales”. Los cálculos se pierden entre la inflación que sufre el mercado, pero queda claro que el perjuicio, una vez más, es importante.Sobre el horizonte que avizora al respecto, el productor espera “que las autoridades, en este caso Prefectura, recorra la zona y verdaderamente haga su trabajo como es la obligación de todos”.Como lo relataron en toda la zona, desde 2000 los casos de abigeato comenzaron a hacerse moneda corriente. Entonces, harto de que le roben lo suyo, un día Vedoya juntó a dos colaboradores y se internó en el monte de la zona. Vivió en la espesa vegetación durante 15 meses hasta que logró desenmascarar a dos cuatreros que se hacían pasar por pescadores.“Recorríamos la zona constantemente, pero no podíamos dar con ellos. Entonces, comenzaron a robarle a los lugareños, y ahí nos contaron que ellos hacían una suerte de vi
gilancia antes de entrar a un campo a robar. Así fue como nos ocultamos aún más y, junto a efectivos de la Policía de Corrientes, pudimos detener a dos sospechosos”, rememora Vedoya sobre una tarde 2005 en la que hasta hubo intercambio de disparos entre los forajidos y la fuerza correntina.En la zona sur de Misiones y en el norte correntino es en donde surgen a la luz los casos de abigeato, frecuentes también en distintos puntos de la provincia. La carne que se roba va a parar directamente a carnicerías o puntos de venta ilegales emplazados en la región.Allí, en la parte final del circuito de este verdadero “mercado negro”, la mercadería se vende a precios extremadamente bajos, obviamente sin ningún tipo de resguardo sanitario y totalmente fuera de la ley. Pero toda esta cuestión será desglosada en la segunda parte de este informe especial, en la edición de mañana.
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