PUERTO IGUAZÚ (Silvina Lorena Azcurrain y Juan Carlos Marchak, enviados especiales). El séptimo arte se hizo memorable en las manos de los pequeños virtuosos que protagonizaron la tercera edición del Festival “Iguazú en Concierto”, que durante una semana escribió la más bella película en melodías que se ensamblaron por cinco continentes. La gala final cargada de emociones y de adrenalina se transmitió en el rostro de cada uno de estos chicos, semillero de talentos que cautivó a miles de personas. Impecable presentación y muchos adjetivos más, demuestran que esta tercera edición conquistó por el talento, donde jugaron un papel más que importante los maestros y esa presencia estelar del reconocido y multipremiado músico, Gustavo Santaolalla.Poco después de las 16 y con el protocolo del descubrimiento de la placa que institucionaliza como una de las Siete Maravillas Naturales a las Cataratas del Iguazú, momento propicio para que una delegación de políticos, actores, celebrities y medios de prensa del mundo dejaran impresa esa parte de la historia. Historia que escribiéramos cada uno de los argentinos, con aquella peregrinación que se generó con el Voto Cataratas. Ovaciones, aplausos y mucha felicidad en el rostro de miles de personas, al escuchar al conductor Jorge Rial decir: “Ustedes y cada uno de muchos otros escribieron esta historia que hoy es coronada con la placa”. El reconocido conductor de radio y televisión, estuvo junto al Voto Cataratas, como también lo hizo la embajadora misionera, Ingrid Grudke, que en la tarde del sábado sólo regalo simpatía y natural belleza.Una fiesta de películaYa formada la gran banda de cierre y con el ajuste correspondiente de los instrumentos que marcaron la nota: “La” de afinación, se dio inicio a la fiesta de un virtuoso encuentro de talentos que impregnaron en cada música ese tinte especial. Con esa temática de música de película desfilaron sobre el escenario, que estuvo enmarcado por esa belleza natural que regalan las Cataratas, melodías como la que lanzaron a la fama a Titanic, El Padrino, Piratas del Caribe y muchas otras más. Pero estar allí no sólo fue escuchar buena música, sino también apreciar esa alegría tan natural que regalan los niños, con esa inocencia contagiosa de la alegría y el juego. Hasta los mismos maestros se volvieron niños por momentos, se atrevieron a jugar, bailar e interactuar con el público. La tarde caía y con ella ese estallido de emociones. Ya sobre el final el mismo Gustavo Santaolalla se desbordó de emoción con sus interpretaciones, cantó, bailó e incluso dirigió la batuta. Una batuta de lujo que se despidió con esa magia de no querer dejar el escenario, y mientras el público salía del parque la banda comenzó a ejecutar el Himno Nacional Argentino a modo de agradecimiento. Un hasta siempre musical y esas ganas de que pronto llegue la cuarta edición hermanados por la universalidad del lenguaje musical.
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