POSADAS. En sólo cinco años la Escuela 495 “Provincia de Neuquén” de Paraje Mavalle -Aristóbulo del Valle- pasó de ser una escuelita de madera, con altos niveles de repitencia y deserción estudiantil, a un gran edificio de material, al que los niños asisten a estudiar con placer y también sus padres encuentran un espacio de inclusión y esparcimiento compartido en familia.Lejos de haber sido un mero cambio edilicio, esta metamorfosis fue mucho más profunda: se produjo a nivel de la comunidad educativa y de la metodología de enseñanza, logrando eliminar la deserción y repitencia. Todo este enriquecedor proceso fue iniciado en 2008, a través del Instrumento de Autoevaluación para la Calidad Educativa (IACE), promovido por Unicef y el Centro de Apoyo al Desarrollo Local (Ceadel) (www.ceadel.org.ar/unicef-iace/). El plan de acción que nació del mismo les valió el primer premio en Misiones.Revisar la práctica“Hace cinco años todo era muy complicado. Como docentes no obteníamos los resultados esperados, había alta repitencia, los padres no respondían, muchos iban con sus hijos a la tarefa y los niños terminaban abandonando la escuela”, relató a PRIMERA EDICIÓN Teresa Bazán, riojana de nacimiento que ejerce la docencia en Misiones hace 36 años y desde 1999 lo hace como directora de la 495. El comienzo del cambio fue en 2008, “cuando viene el programa de Unicef, ‘Ciudades por la educación’ a Aristóbulo (del Valle)”, explicó. “Ahí empezamos a aplicar el IACE y los docentes nos empezamos a capacitar en ‘Entorno protector de los derechos del niño’ y en secuencias didácticas, porque teníamos que cambiar las metodologías que usábamos hasta el momento, que no nos estaban dando resultados”, agregó.A partir de allí y con asesoramiento de especialistas del IACE los docentes iniciaron este proceso de autoevaluación, que consistió en una mirada atenta y analítica de las prácticas educativas que se venían desarrollando en la institución. Para ello debieron completar diversos cuestionarios que también tuvieron en cuenta el entorno social de las familias de la zona, cuyos hijos asistían -o debían asistir- a la escuela. “Comenzamos a reunirnos los fines de semana, nos organizamos por zona para hacer un censo de las familias de hasta seis kilómetros a la redonda y completamos las encuestas. Eso nos sirvió para preguntarnos ¿“dónde estamos parados?”, señaló Bazán. A partir del diagnóstico de los principales problemas educativos, la escuela elaboró un plan de acción para revertirlos. El mismo fue presentado junto a los de otras 36 escuelas, obtuvo el primer premio en Misiones y fue publicado por Unicef en un libro que circula por escuelas rurales de LatinoaméricaEste incentivo monetario será usado para poder financiar visitas semanales de una psicopedagoga, ya que la escuela no cuenta con cargos para el gabinete especializado. “Pero ya lo conseguiremos”, sostuvo esperanzada la directora.Grandes cambiosEntre los cambios más destacados -además de lograr que en un año y medio se construyera e inaugurara la escuela nueva- Bazán destacó la creación de la Escuela de Adultos y el Bachillerato 58, que comenzaron a funcionar en 2009. “Veíamos que los padres no valoraban la escuela y que priorizaban que sus hijos trabajaran en lugar de venir a estudiar. Pero ¿cuál era la raíz de ese problema? Que la mayoría de los padres era analfabeto. Entonces entendimos que la respuesta que podíamos dar desde la escuela era con alfabetización, así que comenzamos a tramitar la escuela de adultos”.Una vez concebida esta estrategia, faltaba lograr que los padres se acercaran a la escuela, que se sintieran parte de la comunidad educativa. “Empezamos con el juego, para que los padres vuelvan a ser un poco niños. Hacemos jornadas para la familia, otras sólo con padres y otras sólo con madres. Y hoy los ves jugando en equipo, pelota al cesto, aros, juegos de integración, rompecabezas, todo de nuestra ludoteca que conseguimos con la Fundación Arcor. Y es muy importante, porque en la zona rural los niños nunca tuvieron un juguete y ahora tienen su tiempo para jugar y lo comparten con su familia”, destacó Bazán, recordando que “los padres quedaron enganchadísimos. En una de las jornadas, un padre dijo: ‘Yo me estaba por ir al rozado, pero dije, mejor voy a ir a la escuela para ver porqué ellos -por las madres y sus propios hijos- vienen a casa tan contentos’.¡A leer!De este plan de acción fueron surgiendo nuevas prácticas educativas que poco a poco se institucionalizaron. “Todos los días en la escuela se lee, desde las 7.45 a las 8.20. Todo el que viene lee, incluso los padres. Tenemos muchos libros -cada salón tiene su rincón de lectura- y la maestra les ayuda a elegir. El año pasado los niños llegaron a leer dos libros, lo que para el ámbito rural es bastante. A fin de año hacemos “La Fiesta de la Lectura”, donde los chicos exponen todo lo que leyeron en el año. Participa la comunidad, comparten con los padres y representan los cuentos”, detalló.Metodología educativaEn relación a la metodología educativa, Bazán destacó que “muchos años enseñamos con la misma estrategia -conductista- con la cual yo había estudiado en primer grado y entendimos que eso no nos sirve, porque deja afuera el contexto de los niños”. Fue entonces que se capacitaron en “secuencias didácticas”. “Ahora, desde primer grado el niño trabaja el texto. Tienen el cuento y el instructivo, como son las recetas de cocina. Una actividad que hacen es la ensalada de frutas. Primero, hay todo un proceso anterior a la receta, un diálogo de la maestra con los alumnos sobre qué fruta comen, qué frutas tienen en la casa, mandarina, jaboticaba, naranja… entonces van escribiendo los nombres, y después los pasos que deben cumplir para hacer la ensalada”, detalló Bazán.Un antes y un despuésA partir de la revisión comprometida de las propias prácticas la escuela se ha insertado como un referente prioritario para la comunidad. “Lo importante es el compromiso con la tarea educativa y asumir este proceso de autoevaluación como una herramienta clave para mejorar la enseñanza. Y después hay que golpear puertas para conseguir cada cosa, presentar notas, participar de las convocatorias a proyectos y seguir perseverando, tirando juntos del carro los directivos, docentes, padres y autoridades educativas”, señaló
con satisfacción la directora. Experiencias similaresEn junio en Tucumán se realizó el Encuentro Interprovincial de Escuelas Participantes del IACE. Concurrieron directores de Tucumán, Chaco, Misiones, Salta, Jujuy y de Uruguay. “Todas teníamos los mismos problemas: deserción escolar y repitencia y logramos intercambiar nuestras experiencias”, dijo Bazán. En esa oportunidad se encontraron con que la experiencia aplicada en su escuela había sido publicada en un libro. Ilustrando la tapa está Bazán junto a los egresados 2011 del Aula Satélite que funcionó hasta 2009 en la escuela para dejar paso al Bolp.“Ese fue nuestro mejor regalo, que los niños y jóvenes vean sus propias caras en un libro de Unicef que se utilizará en toda Latinoamérica”, destacó emocionada. La metáfora del carro“En una oportunidad me tocó ir a Buenos Aires a presentar mi PEI -Proyecto Educativo Institucional- y abrí la ponencia con una foto de un carro de bueyes, de acá de la zona. Y empecé la ponencia con eso. Dije: ‘Este carro es todo el trabajo que estamos haciendo y estos bueyes son los maestro y los padres, que estamos tirando de este carro tan pesado, y si no vamos a la par no lograremos nada, pero no estamos descubriendo nada, estamos haciendo que este trabajo articulado suceda’”, recordó.Evidentemente el carro avanza. “Hay un antes y un después del IACE y este proceso está institucionalizado, está instalado en la escuela”, dijo la docentes destacando que “hoy no tenemos repitencia. En nivel inicial tenemos 25 alumnos, que en una escuela rural es mucho. Creo que los niños son felices”, destacó Bazán.
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