POSADAS. Cuando a los 27 años el corazón de Víctor Torales comenzó a fallar y luego de que varios estudios médicos confirmaran que la única salida era un trasplante, este joven nunca imaginó que la vida le daría la posibilidad de tomarse una revancha. Tras recibir dicho órgano, en 2008, se recuperó rápidamente. A los 20 días volvió a trabajar y hoy, con 33 años, retomó sus estudios de Ingeniería Electrónica en la Facultad Nacional en Encarnación, Paraguay. Pero lo más importante es que logró formar una familia junto a Débora Valdez (23), con quien se casó hace tres años, y la pequeña Dana Valentina, que llegó al mundo hace dos años y tres meses.En diálogo con PRIMERA EDICIÓN Torales describió la “vida normal” que logró “recrear” luego del trasplante cardíaco, realizado en una clínica de alta complejidad de Formosa.¿Cómo son tus días a cuatro años del trasplante?Llevo una vida normal. Porque antes cuando estaba enfermo no podía caminar dos cuadras y apenas atarme los cordones ya era todo un problema porque me agitaba mucho. En ese momento estudiaba en Encarnación y tenía un negocio. Llegué a tener un tubo de oxígeno en casa y otro en el trabajo. Hoy camino y hago todas las cosas sin problemas. Me levanto a las seis de la mañana. De 8 a 16 estoy en el negocio – de reparación de celulares, ubicado en calle San Luis casi Santa Fe-, después me voy a mi casa. El local donde trabajo es de unos amigos -allí también trabaja su esposa Débora- y estoy muy agradecido con ellos, porque en la época en que no pude trabajar ellos me ayudaron económicamente, no hicieron faltar nada a mi familia.¿Cuáles son los principales cuidados qué tenés que seguir hoy?Me recomiendan ejercicio de piso, hago ejercicio aeróbico en mi casa, tengo una cuerda para saltar y unas pesitas, todo es para hacer circular la sangre. A veces me voy caminando desde acá hasta la terminal, o si estoy con muchas ganas, camino hasta cerca de mi casa (en barrio A4). Tengo que cuidarme con las comidas, no comer con mucha sal ni cosas pesadas. Y tomar la medicación inmunosupresora, que son 17 pastillas, ocho a la mañana y nueve a la tarde, que las tengo que tomar de por vida para evitar que mi cuerpo rechace el corazón, que es un órgano extraño.¿Cómo ves la vida hoy?Hoy disfruto cada día, no me preocupo tanto por las cosas.Me pongo a pensar que me toca vivir esto, que hay cosas que sin el trasplante yo no hubiera pasado, porque pensaba que me iba a morir sufriendo. ¿Qué recordás de esa etapa tan traumática previa al trasplante?Todos los problemas comenzaron a los 27 años. Estaba muy mal, había engordado mucho por retención de líquidos, tenía 30 kilos de más -su peso normal es de 60 kilos-, todo por el mal funcionamiento de mi corazón. Y para caminar una cuadra tenía que parar a tomar aire como tres veces. Sé que mi situación era muy complicada. Los médicos se agarraban la cabeza. Y todas las consultas que hice, tanto en Encarnación como acá -en Posadas, ciudad donde nació- coincidían en que tenían que hacerme un trasplante de corazón.¿Y a partir de allí pasaste varios meses de 2008 esperando que apareciera un donante, no? Yo anduve deambulando, me interné como veinte veces en el (hospital) Madariaga, después me derivaron al (Instituto de Cardiología) Favaloro y luego al (hospital) Argerich -ambos en Capital Federal. De ahí -luego de seis meses- me derivaron a un hospital de alta complejidad en Formosa, donde finalmente me hicieron el trasplante. El órgano, según me dijo el doctor es de Rosario (Santa Fe).En esa época Sandro había estado en una situación similar a la tuya, esperando un trasplante de corazón y pulmones. ¿Llegaste a enterarte?Cuando Sandro estaba entrando en lista de espera, yo ya estaba en Formosa esperando el corazón y las enfermeras comentaban. Yo había entrado primero en emergencia nacional, y Sandro estaba algunos lugares después que yo en la lista -finalmente “El gitano” fue trasplantado en Mendoza en noviembre de 2009. Y no es fácil de conseguir el órgano, porque el donante tiene que ser de la misma contextura física, tamaño de caja torácica, factor sanguíneo.Antes de necesitar el transplante, ¿qué sabías del tema?Sabía que existía esa posibilidad, pero hasta ahí nomás, nunca me llamó la atención.Hoy puedo decir que está bien donar, porque permite que muchas personas sigan viviendo y puede facilitarle a muchas persona que hoy están sufriendo y que están dependiendo de un tratamiento, que vivan una vida normal.A mí me ayudó a recrear mi vida, tener una hija, casarme, volver a estudiar.
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