PUERTO IGUAZÚ. La investigación interna por el supuesto suicidio del único detenido por el crimen de Liani Itatí Piñeiro apunta a deslindar toda la responsabilidad al agente que debía custodiarlo y en contraposición, eximir de cargos a la cúpula de la Unidad Regional V, como si uno no dependiera de la otra.Fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN indicaron que está prácticamente probado que Norberto Hernán Céspedes, de 18 años, no fue requisado antes de ser alojado en una de las celdas de la Unidad de Resguardo y Custodia de Detenidos.Eso explica, en cierta forma, el hecho de que se hubiera quitado la vida con los cordones de las zapatillas, una negligencia injustificable desde cualquier punto de vista.Céspedes se suicidó el domingo 22 de este mes, a eso de las 7.20, después del cambio de guardia en esa dependencia policial.Ese día había nada menos que 24 detenidos por distintos motivos y un solo llavero, como en la jerga se llama al policía encargado de velar por la custodia e integridad de aquellos.En este punto, incluso desde adentro de la fuerza de seguridad, llovieron las críticas por la impericia de no ordenar una vigilancia exclusiva, especial o extra -como quiera llamarse- para el muchacho.La posibilidad de un intento de suicidio no era remota ni descabellada. Incluso, la Policía habría sido advertida por la Justicia y por la Secretaría de Apoyo de Investigaciones Complejas (Saic). A la luz de los acontecimientos posteriores, nadie pareció darle trascendencia a la misma.Sin dudas, hubo responsabilidad funcional, institucional, no solamente del agente.Céspedes fue aislado del resto, alojado solo en una celda, sin ser requisado ni con vigilancia especial.Incluso, minutos antes de ser hallado muerto, se había realizado el cambio de guardia y nadie observó nada extraño.Y se debe a que el muchacho fue alojado en ese calabozo más de 24 horas antes, con un bolso en cuyo interior había vestimentas y las zapatillas con cordones.Todo esto no pudo pasar inadvertido a la cúpula de la Unidad Regional V, con asiento en Puerto Iguazú.Aún así, y aunque nadie quiera decirlo, el sumario no avanzará más allá del agente y, probablemente, del oficial que estaba al frente de la Unidad de Resguardo y Custodia de Detenidos. Un antecedente que no se tomó en serioCasi 18 días antes del hallazgo del cuerpo de Liani Itatí Piñeiro, dos jóvenes se evadieron de la Unidad de Resguardo y Custodia de Detenidos de la Unidad Regional V, con asiento en Puerto Iguazú.Ambos fueron recapturados. Pero lo insólito fue que el personal de custodia continuó con sus tareas en esa dependencia como si nada hubiera ocurrido.Y eso que la presunta causal de evasión habría sido que olvidaron cerrar el candado del calabozo donde se encontraban los fugitivos.No hubo traslados ni se extremaron las medidas para brindar un servicio de vigilancia medianamente óptimo. Las consecuencias quedaron al descubierto.Y este punto, como en el referente a la vigilancia y protección del sospechoso por el caso Liani Itatí, la cúpula de la UR-V tenía directa ingerencia.Cuanto menos, debía ser investigada, al igual que el agente encargado de cuidar a Céspedes, para determinar si, por inacción u omisión, incurrió en algún tipo de responsabilidad administrativa o penal.Pero, por lo visto, los alcances de la investigación interna llegarán al agente y, a lo sumo, al oficial encargado de la Unidad de Resguardo y Custodia de Detenidos.Los investigadores tenían cifradas esperanzas de que Norberto Hernán Céspedes contara todo lo que sabía en torno al hecho. Lamentablemente, no podrá ser.
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