PARAJE EL PESADO, San Antonio. El Pesado dista sólo siete kilómetros del casco urbano de la localidad de San Antonio y se accede a él desde la ruta nacional 101. Es uno de los parajes más antiguos, más poblado y más pobre del municipio. Sus habitantes viven en chacras de pequeñas dimensiones donde mediante el cultivo de tabaco, maíz, mandioca, verduras y la cría de algunos animales logran sobrellevar una exigida vida en el ámbito rural. Los caminos (de tierra por supuesto) están en malas condiciones y la mitad de los pobladores no dispone de suministro eléctrico.Hace seis años Los habitantes de este paraje y de otros cercanos generalmente concurren para atención de su salud y controles a la casa de Claudia López, promotora de salud desde hace nueve años, quien brinda -junto a su marido, sus tres hijos y su nuera- su pequeño hogar para tratar de atender las necesidades de la comunidad.A pesar de la buena voluntad de Claudia y sus compañeros de trabajo las condiciones, el ámbito y el equipamiento no son los que corresponden ni los necesarios, pues no disponen de elementos específicos para el servicio que prestan (como, por ejemplo, una camilla), sólo han sido provistos de una balanza y se utilizan diversas habitaciones y muebles de la casa para suplir estas falencias. Esto ocurre desde hace ya seis años.Claudia Atiende Por Solidaridad (CAPS)A pedidos de los vecinos, PRIMERA EDICIÓN se acercó hasta la improvisada salita para tomar conocimiento de la situación y poder así socializarla.Al llegar al domicilio de Claudia lo encontramos abarrotado de gente, en el patio, en la sala de estar y vimos como Claudia e Irene (también promotora) realizaban controles, aplicaban vacunas, entregaban leches y realizaban todas las tareas cual fuesen enfermeras trabajando en un Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS).En diálogo con este matutino, Claudia expresó: “Durante las mañanas trabajo en diferentes CAPS o hacemos terreno y todas las tardes, de lunes a lunes, recibo gente en mi casa que se acerca por diferentes necesidades. Hace nueve años que trabajo en este paraje y desde hace seis que atiendo en mi casa como si fuese una salita, una salita con guardia permanente”.Luego, describiendo la situación cotidiana: “Tengo la pieza de mis hijos llenas como depósito para las cajas de leche, en mi habitación guardo los remedios, mi heladera sirve para conservar las vacunas y no cortar la cadena de frío, en la sala de estar tengo la balanza para controles, mi cocina funciona como consultorio y la mesa es el escritorio, cuando hay que realizar algún control donde es necesaria una camilla se utiliza mi cama matrimonial. Es obvio que no son las condiciones necesarias para una buena atención, la gente cuando hace una consulta por su salud necesita un ámbito acorde”.Precaria situación laboral“Lo que hago lo hago por amor a la gente, porque si fuese por lo que gano no lo haría, llevo nueve años trabajando, sigo cobrando a través del sistema de beca, no tengo un salario, no tengo aporte jubilatorio, no tengo una obra social, llevo nueve años trabajando en negro y a pesar de mi historial de trabajo y de capacitaciones cursadas en este tiempo estoy, como decirte… en el aire, van a pasar treinta años, me voy a querer jubilar y no voy a tener ni siquiera un aporte”.Eliseo es el hijo mayor de Claudia y desde hace cuatro meses trabaja como promotor de salud. “Yo mamé esta profesión, siempre vi a mi madre atendiendo gente acá en casa y así me fui contagiando el espíritu y aprendiendo, siempre me gustó. Estamos pidiendo que hagan un CAPS porque vemos que nuestra casa no da abasto y no podemos dar la atención necesaria”, para finalizar agregó que “lo mío es vocacional, imaginate que llevo cuatro meses trabajando, haciendo terreno, moviéndome y todavía no cobré un solo peso”.Pedido concretoClaudia decidió donar un terreno, la comunidad ofreció donar los materiales para la construcción y la mano de obra necesaria, el pedido que se le hace al Ministerio de Salud Pública es concreto y sencillo: que aporte el equipamiento necesario para realizar la atención médica en la futura salita, es decir: una camilla, un escritorio, una heladera para las vacunas, un armario para los medicamentos, unos bancos para la espera, poca cosa, lo elemental. Todo esto lo plasmaron en una nota que todas las familias del paraje firmaron al pie.
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