Hola queridos amigos! Cada semana me encuentro ante una página en blanco y lo que más me lleva tiempo, es decidir sobre qué les voy a escribir, aunque la esencia de nuestras charlas siempre convergen en la necesidad y urgencia de reencontrarnos con nuestra parte divina. La necesidad está dada porque por el solo intento de hacerlo, ya nos lleva a una vida más placentera, que al ir experimentándola nos impulsa a querer seguir evolucionando y la urgencia, como dijimos muchas veces, es debida al final del ciclo en que nos encontramos, como planeta y con todos en él, que nos está haciendo transitar grandes cambios. Nosotros deberíamos acompañar dichos cambios sin oponer resistencia.
Una crisálida por ejemplo, cuando comienza su transformación, no sabe que va ser mariposa, simplemente se deja llevar por los impulsos de su naturaleza sin oponer resistencia. Así nosotros, que estamos en pleno proceso de evolución hacia ser un ser espiritualmente superior a punto de desplegar nuestras alas, tendríamos que dejarnos llevar por nuestra naturaleza.
Cada uno tiene su propio proceso por él elegido, el cual no se debe interferir, por más buenas intenciones que tengamos, pues de hacerlo coartamos su crecimiento y como consecuencia nosotros descendemos al no permitir al otro crecer. De igual forma, si quisiéramos ayudar a la crisálida a romper su capullo para evitarle los grandes esfuerzos que tiene que hacer para poder salir de él, impediríamos el desarrollo de sus alas, con que le invalidamos el poder volar.
Por eso debemos ser muy cautos con nuestras ganas de ayudar, es por eso que cuando hablábamos de la Ley del desdoblamiento, decíamos que únicamente podíamos pedir a nuestro doble o Yo Soy, por aquellas personas que nos solicitaban.
Ahora me pregunto yo: ¿cuál es la parte nuestra que carece la crisálida y que a nosotros nos impide dejar a nuestra naturaleza divina expandirse? Desconozco el tipo de inteligencia que posee una mariposa, pero indudablemente no posee un intelecto rígido e inquisidor, que nos dice que se debe ser así o de esta otra forma e infinidad de otras cuestiones que antepondríamos y esto se agrava cuando en la cuestión interviene algo que no podemos comprobar por nuestros sentidos.
Anoche tuve que interrumpir aquí mi escrito para concurrir al triste acontecimiento de la muerte de una gran amiga y cuál fue mi sorpresa al escuchar cómo el grupo de amigas, antes de rezar el rosario, pronunciaron de memoria mi oración de invocación al Espíritu Santo y mientras la repetía junto con ellas, me di cuenta que en ella engloba todo lo que hoy les quería transmitir, por lo que iré luego desmenuzando con ustedes cada palabra para su interpretación y de esa manera poder aplicarla en nuestras vidas, ya que su repetición mecánica es de poca valía a nuestros fines de transformarnos en mariposas-ángeles.
Oración de invocación al Espíritu Santo
Ven, divino Espíritu aquí,
hágase Tu Luz en mí.
Abre mi mente y mi corazón
para poder comprender los caminos del Señor.
Dame la sabiduría y el conocimiento que conducen a Dios
y la fuerza para que cada acto, cada palabra,
y cada pensamiento de mi vida
constituyan una silenciosa melodía de amor divino
que inspire el amor al Padre en el corazón de mis hermanos. Amén.
Así como el rayo de luz penetra e ilumina todo a su paso, así también el Espíritu Santo entra en su mente, si ustedes le permiten, y la ilumina transformándola en luz. Para que esto ocurra, debe existir un pedido previo y una auténtica predisposición para que así pueda actuar.
La mente cerrada es la del obtuso que se amuralla dentro de los conocimientos adquiridos durante su vida, traspasados por tradición, familia, cultura, etc. Toma todo lo establecido como está sin cuestionar, nunca un consenso propio ante una nueva información y llega así a una cómoda posición, la cual defiende por miedo de que algo pueda resquebrajar sus muros y filtre La Luz que haga cambiar su mundo atrincherándose en él.
Para poder comprender debemos primero vaciar el vaso de conocimientos, pues si dejamos algunos, lucharán con los nuevos por prevalecer; ser una hoja en blanco donde el Magnífico pueda escribir y comenzar así la nueva historia de vuestras vidas.
Principalmente de lo que debemos vaciarnos es de los prejuicios, que en su mayoría son juicios hechos por otros, ya sea personas, instituciones o que están establecidos como correctos y los tomamos como propios; acá me gustaría que cambiaran la palabra correcto por apropiado ya que cada época o circunstancia va cambiando y la palabra “apropiado”, nos da la agilidad para poder mutar sin quedar atrapados en lo establecido. Hay que quitarse los malos hábitos mentales, pensar bien en lugar de mal, NO enjuiciar, en definitiva, ser una persona “sin doblez”, como definió Jesús a Bartolomé, o sea alguien en quien no hay engaños.
Los nuevos conocimientos a adquirir deberán pasar por tres cerrojos: 1º) ¿Son buenos para mi? 2º)¿Son buenos para los demás? Y luego, por sobre todo: 3º) Dejen actuar a la intuición.
Tampoco tomen lo que está escrito acá al pié de la letra, no. Sopesen cada palabra, cada párrafo, vean si la aplicación en sus vidas no los dañan. Si por el contrario el resultado produce en ustedes gran felicidad, alegría y paz, si es así, de seguro están en el camino apropiado para esta etapa de sus vidas.
Colabora
Graciela
del Carmen
Zaimakis de Abraham
Escritora