Solemos pensar que la búsqueda de la felicidad es una idea que acompaña al ser humano desde siempre, sin embargo, para el hombre común es en realidad, un término relativamente nuevo.
Hasta los albores del siglo pasado el promedio de vida era entre 30 y 40 años, por este motivo nuestras energías se iban en tener hijos, trabajar para conseguir las calorías para subsistir y luego morir.
Teniendo en cuenta esto no es de extrañar que hayamos acuñado la creencia de que nacimos para sufrir y que el paraíso nos espera después de la muerte por supuesto, si es que cumplimos las normas establecidas si no, el tratamiento que nos daría San Pedro al llegar a sus puertas sería otro.
Por aquella época nuestro paso por aquí era tan corto que no había tiempo para transitar el proceso de desarrollo que media entre el niño y el adulto, eso que hoy llamamos “Juventud”, simplemente a los doce años cambiábamos el pantalón corto por uno largo y listo, pasamos de niños a adultos con responsabilidades en un chasquido.
El aumento de la expectativa de vida lo cambió todo y la palabra “Juventud” comenzó a usarse alrededor de la idea de una etapa de desarrollo o un estado temprano que habrá de madurar en algo distinto. Hoy vivimos 80 años en promedio y tenemos 40 años de vida redundante. Esto también ha atravesado transversalmente a instituciones como el matrimonio que fue creado para durar toda la vida, cuando la vida era corta y se ha visto en la necesidad de plantear la alternativa del divorcio.
Nosotros “pobres mortales” hemos tenido que atravesar una de las épocas con más cambios de la historia de la humanidad. Muchas disciplinas, desde el psicoanálisis hasta el coaching y desde la psicología hasta la neurociencia se están ocupando de brindarnos herramientas para enfrentar estos torbellinos de cambios a los que estamos sometidos en la actualidad.
El desarrollo personal está presente en empresas, organizaciones, incluso en el mundo ejecutivo y profesional.
Nuestros antepasados inmediatos no disponían de herramientas para nosotros, había personas que podían esperar permanecer en el trabajo durante décadas en cambio hoy, el promedio en que sostenemos un empleo es de cuatro años.
Vivimos más tiempo y el propósito de la vida es ser felices, el problema es que aún aplicamos creencias y paradigmas que nos enseñaron nuestros padres y no todos son útiles para el mundo actual.
Quizás el desafío más grande que nos plantea este presente en espiral para alcanzar la tan deseada felicidad no sea otro que “desaprender”, vaciar la mente de preconceptos y creencias que no se adaptan a las necesidades de la vida actual, conceptos que han caducado y conspiran contra nuestra felicidad.
Te invitamos a seguir leyendo las columnas que vendrán y abordar la aventura de conocer las herramientas necesarias para construir una vida que valga la pena ser vivida.
Colabora
Jorge Kordi
Coach Ontológico
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