Ahora también las mujeres se quieren superar. No se sienten femeninas, desean ser feministas y ser la loba de su propia gestación. No más templo, pues confiesan ser las dueñas de su cuerpo y honor, dando prueba de haber luchado con todas sus fuerzas o de entregar su vida de ser necesario.
Ella como nosotros nos debemos a la buena madre que nos parió y nos salvamos, porque Alá es grande o… tal vez, por ignorar ser la dueña de su cuerpo, pero que agradecemos la vida que nos dio y poder contemplar los malos y los buenos de este mundo.
Las feministas dicen: ni una menos, pero quieren asesinar al inocente hasta el punto de querer legalizar esa muerte (aborto = disimulo sin moral). Ellas dicen luchar por la justicia, anulando a la misma consciencia, hacen trizas el derecho de nacer y llevan por delante a quienes se opongan.
Estamos todos mareados por estas mujeres que no saben lo que dicen. Hasta piden legalidad y premio por su acción. Lo cierto es que ninguno de los tres poderes los van a solventar –es el pueblo el que va a pagar esta locura–, matando a una esperanza que no pudo defenderse y, por ende, nos corresponde dar un grito al cielo.
Alguien se la buscó con toda irresponsabilidad y ¿por qué el inocente lo va a pagar o solo porque fue algo espontáneo? Mezquinemos las dos vidas. El pueblo merece más lecturas, debe pedir más diálogo: los sabios entre los sabios, los médicos entre los médicos, quienes valoren la vida entre ellos.
Como estamos en peligro y de ser necesario hasta pedir un plebiscito nacional, solo me tomé el coraje de dar mi opinión como agradecimiento a quien me parió y ser digno por lo cosechado sin merecerlo hasta hoy en este bello mundo nuevo tan sufrido.
Salim Salem
Posadas (Misiones)