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Decenas de pequeños productores de hoja verde de yerba mate de la Zona Centro pasan por un mal rato estos días y desfilan a diario por el secadero de Juan Carlos Schmidt, en Colonia El Chatón, buscando cobrar las decenas cheques rechazados, por un valor que supera los 11 millones de pesos según el Banco Central.
Desde el 4 de julio hasta el 6 de agosto, el BCRA informó 487 cheques rechazados por un importe de $11.024.335,26, de cinco entidades bancarias con sede en Misiones.
Según manifestaron los damnificados que se animaron a contar la situación a PRIMERA EDICIÓN, la deuda a los productores yerbateros podría superar los 25 millones de pesos.
Todos los días, desde la primera semana de julio, cuando comenzaron a rebotar los cheques por falta de fondos, el playón de entrada del secadero de Schmidt se llena de vehículos de pequeños y medianos productores que esperan durante horas para ser recibidos. Pero reciben siempre la misma respuesta: “Hoy no hay plata”.
La mayoría de los damnificados tiene miedo de hablar, algunos pensando que tal vez así pierdan su última oportunidad de cobrar la cosecha y otros simplemente “porque somos todos vecinos”.
Entre quienes sí se animaron a hablar se encuentra Matías Njirjak, quien decidió ayudar a su madre Mabel Morawicki a cobrar el dinero adeudado y, a su vez, comenzó a buscar a otros productores que están en la misma situación.
“En un primer momento este señor nos dijo que se trataba de un problema financiero, que había cambiado cheques en cuevas y que los altos intereses lo dejaron en una mala posición. Pero, cuando comenzamos a investigar y vimos que había más de 400 cheques rechazados, decidimos buscar a otros que estén en la misma situación”, contó.
Al tratarse de una operación tan grande, con cheques diferidos a 90 o 120 días, los documentos fueron pasando de mano en mano y hoy, entre los damnificados, se cuentan comerciantes, prestadores de servicios y profesionales.
Es el caso de Omar Zapaya, quien contó que “al momento de recibir los cheques, me fijé en la página del BCRA y las cuentas estaban bien, lo llamé personalmente y le pregunté si eran seguros y me dijo que sí. Finalmente vinieron rechazados. Según los rumores que tengo, se va a presentar a una convocatoria de acreedores. Yo voy a tratar de cobrarle y, sino, a quien me dejó los cheques porque a mí me los dio un tercero, soy comerciante, entiendo que quien me dio los cheques es un damnificado, pero a mí no me queda otra para recuperar mi dinero y seguro que hay muchos casos así”.
Consultado sobre si conoce a otros productores en la misma situación, Mabel Morawicki comentó que: “Hasta ayer no conocía a nadie, pero esperando para hablar con este señor te encontrás con gente a la que le debe un millón de pesos o más. Un hombre me dijo que tenía ganas de tomarse un vino hace dos semanas y no lo podía hacer, que está viviendo de la huerta y que no quería llegar a su casa porque no sabía cómo iba a decirle a su esposa que una vez más tenían las manos vacías”.
Para concluir la productora manifestó que “lo peor es que sigue trabajando, comprando yerba en efectivo, con la promesa de que con eso va a pagar, lo que nadie entiende es que en realidad está comprando más materia prima a costa de no cubrir los cheques. Hablando con gente que esperaba su turno para entrevistarse con este señor, me enteré que en este momento está construyendo dos casas, una de ellas en Campo Grande, para su hija que se casa a fin de año. Entonces, para la obra tiene dinero pero para pagar sus cuentas no. Nosotros lo único que pretendemos es que pague lo que debe y no vamos a parar hasta conseguirlo”.
Una sana costumbre
Pero Schmidt no es el primero en implementar este tipo de estrategias y probablemente no sera el último. Durante las cosechas de 2016 y 2017 decenas de productores se quedaron sin cobrar, cuando el secadero Nosiglia, también de la Zona Centro, presentó quiebra y dejó cientos de cheques sin pagar.
Jorge Da Rosa, de la localidad de San Vicente fue uno de los damnificados, con más de un millón de pesos de cheques sin fondos.
“Esta gente hizo un desastre en San Vicente, medio pueblo quedó arruinado cuando la empresa presentó una convocatoria de acreedores. Cuando fuimos a reclamar al banco, nos dijeron que allí no tenían ningún respaldo. Entonces los gerentes quizás sean cómplices, al darle chequeras sin ningún tipo de control. Cuando yo quise pedir una me pidieron hasta la marca de neumáticos de mi camión. Los Nosiglia no pagaron la yerba de dos años y ahora compran en efectivo, pero se guardaron la plata de un montón de gente. Llamábamos al INYM (Instituto Nacional de la Yerba Mate) todos los días, para que cierren ese secadero, pero nunca nos hicieron caso y todos siguen trabajando como si nada”, manifestó Da Rosa quien aún no se sobrepone a la deuda.