Las manchas en la piel son alteraciones en la coloración producidas por causas diversas. Muchas de ellas, como los lunares o las manchas del embarazo, no suponen otra cosa que un problema estético.
Otras veces, ciertas manchas, como las hepáticas, tienen su fundamento en el mal funcionamiento de algún órgano, por lo que su tratamiento -además de responder a una cuestión de apariencia personal- requiere solucionar el problema de salud que las ocasiona.
Síntomas y causas
Pecas: Son acumulaciones de pigmento que se producen en forma redondeada y no uniforme sobre la piel.
No presentan ningún inconveniente respecto a la salud. A veces desaparecen con la edad.
Son más abundantes en personas de piel blanca que en las de piel morena. Se hacen más abundantes con el contacto con el sol.
Lunares: Pueden ser desde marrones hasta negros, con aspecto plano o en relieve. Se conocen como nevus.
Se producen por un exceso de pigmentación o por acumulación de pequeños vasos sanguíneos.
Tienen un carácter congénito. Con la edad pueden desaparecer o hacerse mayores.
No presentan ningún problema físico, aunque muchas veces suponen un problema estético.
Debe vigilarse que no piquen, sangren o que cambien bruscamente de coloración, tamaño o forma; en cuyo caso debe hacerse una visita al dermatólogo.
Manchas de sol: Son producidas por una excesiva exposición al sol que produce un aumento de la melanina.
Estas son muy habituales en la gente mayor que se somete a baños de sol.
Tienen un aspecto más irregular y más grande que las pecas.
Cloasma o melasma: Son las manchas aparecidas durante el embarazo.
De color claro, se producen por una alteración hormonal en esta época, y por la ingestión de anticonceptivos y hormonas durante la menopausia. Aparecen en ciertas partes de la cara, como la frente o las mejillas y en el pecho.
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Alba Brandt – Cosmiatra
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