Con el manotazo de ahogado de ayer al eliminar el Fondo Federal Solidario, a través del cual se transfería a provincias y municipios el 30% de la recaudación de los derechos de exportación a la soja, les dio el golpe de gracia a las desmejoradas economías regionales que se valían de ese dinero para obras de mediano y pequeño rango.
Demás está decir a estas alturas que semejante medida representa una muy mala señal, no solamente para las provincias y los municipios por la caída de un recurso que volvía a cada una de las zonas, sino que también es un golpe letal a la cadena de valor por la quita de reintegros a la exportación y la suspensión en baja de retenciones a productos industrializados de la soja.
Al tocar los fondos provinciales y al modificar el esquema de retenciones que, juró, no iba a realizar, faltó una vez más a su palabra, una maniobra a la que se fueron acostumbrando los argentinos desde que Mauricio Macri asumió en 2015 junto al “mejor equipo de los últimos cincuenta años”.
Al oficialismo, porque ya nadie de Cambiemos puede despegarse de medidas de este tipo, le sigue traicionando la soberbia y la ceguera. Siguen escudándose en el desastre que dejó la administración anterior y en la ebullición global para justificar su falta de experiencia y su casi nula credibilidad.
Hace unas semanas el flamante ministro de la Producción, Dante Sica, aseguró dos cosas: que las tasas iban a ir bajando y que no se iban a tocar los reintegros a las exportaciones. Apenas días después las tasas subieron ayer de 40% a 45% y el Gobierno anuncia que hay reducción a los reintegros a las exportaciones.
Otro duro golpe del cambio, otro duro dato de la realidad que atenta contra el bolsillo de los ciudadanos que, sin embargo y ante una nueva jornada volátil del dólar tuvo que escuchar a su Presidente afirmar “no pasa nada, tranquilos”.
Así… en el mismo tono de sus inolvidables “lo peor ya pasó”, un hit ya comparable con aquel “no los voy a defraudar”.