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Un retrato gigante de este embajador de la gastronomía francesa fallecido el 6 de agosto presidía la fachada de la catedral Saint- Pierre de su ciudad natal en el centroeste de Francia durante la ceremonia religiosa.
Fue a 11 kilómetros de ahí, en el pueblo de Chasseneuil-du- Poitou, donde este hijo de albañil y ama de casa que quería ser cura descubrió a los 15 años la que sería su gran pasión, ayudando a cocinar para otros seminaristas.
El funeral de Robuchon, quien sucumbió a un cáncer en Ginebra, tuvo lugar la semana pasada en la más estricta intimidad, por expreso deseo de la familia. Con este homenaje público sus allegados quisieron celebrar un “momento fraternal” con chefs “de todo el mundo y de todos los rincones de Francia”, según un portavoz de la familia.
Vestidos con sus uniformes blancos de cocina, o negros como los que solía llevar Robuchon, chefs de todo el mundo se dieron cita frente a la catedral. Entre ellos figuraban los ilustres y multiestrellas franceses Alain Ducasse, Alain Dutournier y Michel Guérard.
“Joël Robuchon era por esencia el gran cocinero universal, como lo fue en su época (…) Auguste Escoffier (1846-1935). Era también un ejemplo del trabajo manual, artesanal”, declaró Guérard.
A la ceremonia también asistió una delegación de Japón, país que Robuchon apreciaba particularmente y donde abrió varios establecimientos, convencido de que ese archipiélago era la cuna del “futuro de la cocina”.
“Teníamos una relación especial, hablábamos mucho. La cocina con énfasis en los productos, los ingredientes, es un poco la filosofía de la cocina tradicional japonesa”, comentó el chef japonés Hirohisa Koyama, que trabajó durante 30 años con él.
Joël Robuchon, un “genio” genio para muchos, dirigió cerca de 30 establecimientos en todo el mundo a lo largo de su carrera. Se hizo famoso mundialmente por elevar a la categoría de alta cocina un plato tan sencillo como el puré de papas, convertido en una de sus recetas emblemáticas.
“¡Lo mejor es a veces lo más sencillo!”, solía decir este chef que acumuló los reconocimientos a lo largo de su vida: 32 estrellas Michelin -un récord absoluto-, “Mejor trabajador de Francia” (1976), “chef del año” (1987) y “cocinero del siglo” (1990) para la guía Gault et Millau…
Su imperio de restaurantes gastronómicos se extiende de Nueva York a Macao, pasando por Londres, Mónaco y Tokio, con varios establecimientos premiados con estrellas Michelín en países asiáticos.
Su credo: “dominar la combinación de los sabores de los mejores productos”. “Es realmente lo más bonito de la cocina”.
Fuente: AFP-NA.