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En una misiva dirigida a diputados y senadores de la Nación, los responsables de 240 institutos que dependen del CONICET manifestaron su “profunda preocupación por la grave crisis que amenaza la supervivencia del sistema científico tecnológico argentino” con el objetivo de que se tomen medidas para “preservar un sector clave para el desarrollo nacional”.
La misma lleva la firma de 240 institutos de todo el país sobre un total de 266. El Instituto de Biología Subtropical (IBS), el Instituto de Estudios Sociales y Humanos (IESYH) y el Instituto de Materiales de Misiones (IMAM), las tres unidades que funcionan en Misiones, también estamparon su firma.
La carta afirma que “el CONICET está al borde de la parálisis” y que de no tomarse medidas urgentes “el deterioro provocará la destrucción de grupos de trabajo, la paralización de instrumental muy valioso y el éxodo de científicos, dilapidando de ese modo la inversión que nuestro país realizó a lo largo de muchos años”.
Denuncia que, a ocho meses de 2018, los institutos aún no cuentan con un presupuesto aprobado por el Directorio del CONICET y que, debido a esta situación, reciben a cuentagotas las cuotas presupuestarias con una reducción nominal importante en relación a las de 2017. “Con estos presupuestos, que no alcanzan para pagar servicios públicos, garantizar la limpieza y seguridad de las instalaciones ni para realizar reparaciones y mantenimiento básico de equipos científicos, los institutos no pueden subsistir”.
La carta también advierte que los salarios de investigadores y becarios se encuentran entre los más bajos de la región. Los becarios postdoctorales, es decir personas graduadas universitarias con dedicación exclusiva, cobran estipendios inferiores a los 26 mil pesos y que los investigadores jóvenes tienen salarios “apenas mayores” mientras que los investigadores formados tiene una “escala desjerarquizada”. Esta situación es el caldo de cultivo para “un nuevo éxodo de investigadores altamente capacitados”, popularmente conocido como “fuga de cerebros”.
Señalan además que “el CONICET abandonó la financiación de proyectos de investigación científica y tecnológica” como también “los tan necesarios planes de mejoramiento y de infraestructura” y también denuncian la situación de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT), organismo que concentra la mayoría del presupuesto destinado a financiar proyectos de investigación científica y tecnológica en donde “la crisis es igualmente grave”.
La carta pide aprobar la Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología, con media sanción del Senado y que, en la discusión del presupuesto 2019, “se aumenten las partidas asignadas al sistema científico en general”.
Los institutos en Misiones
María Cristina Area es directora del IMAM, instituto que funciona en Misiones y tiene doble dependencia CONICET-UNaM. En diálogo con PRIMERA EDICIÓN manifestó que “la situación del CONICET no escapa a todo lo que sucede en el resto del país” e indicó que durante 2018 no hubo desembolsos de dinero de proyectos que financia exclusivamente el CONICET y que fueron aprobados en años anteriores. “Ya el año pasado hubo menos desembolso de lo previsto, pero este año ninguno”.
Con respecto al dinero para gastos de funcionamiento, como pago de servicios y mantenimiento, remarcó que “es muy lento y con atrasos” pero que, en el caso de IMAM, cuyas sedes se encuentran en la Facultad de Exactas en Posadas, de Ingeniería en Oberá y Ciencias Forestales en Eldorado, “tenemos menos problemas que otros institutos” porque “la Universidad cubre mucho de los gastos” por lo que “nuestra situación es un poco diferente a la de otros institutos que sólo dependen de CONICET”.
Con respecto a los proyectos, para lo que sí necesitan financiación, remarcó que “el dinero no viene” sin embargo “las evaluaciones continúan. Uno no tiene dinero pero tiene que presentar un informe donde es evaluado por la producción. En el caso de los becarios o investigadores muy jóvenes que recién están entrando a carrera la producción es básica porque no tienen dinero para trabajar”.
El principal problema de esta situación es que “se pone en riesgo muchas cosas que se habían proyectado” y que también “causa desazón en la población científica que no sabe a qué atenerse”. Para finalizar, la doctora Area indicó que “acá hay una situación que va mucha más allá de las personas que están manejando el CONICET que son las mismas que estaban hace cinco o diez años atrás” por lo que la carta “no es en contra del directorio sino una nota para hacer conocer, a quienes tienen el poder político del país, la situación que está viviendo el organismo”.
Por su parte, el director del IBS, Julian Ferreras, explicó a PRIMERA EDICIÓN que “la situación del IBS es similar a todos los institutos en el país” con ciertas particularidades que atribuyó al hecho de estar ubicado en el NEA porque “estamos en una posición, si se quiere, más vulnerable. Históricamente siempre el NEA estuvo relegado en la inversión”.
Remarcó que “no tenemos edificio propio entonces estamos en espacios alquilados” y se deben afrontar estos gastos “por lo que los recortes de presupuestos nos afectan”.
Otro hecho no menor es que no se aprobó el presupuesto 2018 y si bien “veníamos con pagos regulares hasta ahora, por lo menos para cubrir, al no tener un presupuesto aprobado no podemos planificar. Estamos funcionando con lo mínimo porque no sabemos cuánto nos va a venir o si el mes que viene nos van a poder depositar”. Indicó que todos los años tenían un presupuesto asignado e independientemente de si era bueno, medio o bajo “sabíamos cuánto nos iba a tocar, entonces uno podía prever gastos”, lo que ya no ocurre. “La vamos peleando”, afirmó.
El IBS donde trabajan aproximadamente 100 personas entre investigadores, becarios, personal técnico y administrativo, tiene una realidad similar a la del IMAM porque al ser de doble dependencia CONICET-UNaM y “al estar dentro de una institución local con compromiso, ayuda mucho”.
Para cerrar, Ferreras consideró que “el tema de la ciencia es más compleja y no es solamente un tema de presupuesto de un determinado período, es un problema de planeamiento, de política, es mucho más complejo”.
Investigadores destacados
Según informó el diario Clarín, este reclamo que hicieron llegar los institutos en forma de carta a senadores y diputados reunió a los investigadores más destacados del país.
Entre los firmantes está la directora del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME), Damasia Becú, que entre sus investigadores tiene a Gabriel Rabinovich, investigador que hizo un aporte clave para el desarrollo de la inmunoterapia para tratar el cáncer y a quien, en diciembre de 2017, el presidente Mauricio Macri lo distinguió como Investigador de la Nación.
También figura Ernesto Calvo, director del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE), investigador que desarrolló los nuevos métodos de extracción de litio sin afectar el medio ambiente, una de las promesas energéticas del futuro.
También firma la carta Raquel Chan, directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL). Esta científica desarrolló una soja resistente a la sequía que espera la aprobación de ANMAT para que empiece a comercializarse: una promesa para la producción agrícola.