
Un delincuente se aprovechó de la solidaridad de un mecánico posadeño para robarle 18 mil pesos y, además, una campera y un pantalón. Sin embargo, el maleante regresó cerca de la escena y, como no podía ser de otra manera, terminó detenido por el episodio. Curiosamente estaba vestido con esas prendas cuando lo aprehendió la Policía.
En base a sus fuentes, PRIMERA EDICIÓN pudo saber que todo comenzó varias semanas atrás en un taller mecánico de la avenida Santa Catalina casi Santa Cruz de Posadas, hasta donde se presentó el sospechoso, oriundo de la localidad entrerriana de Concordia, y de 37 años.
Un verdadero relato propio del cine fue el que pergeñó el maleante a la hora de presentarse ante el dueño del taller, de 34 años. Le dijo que se alojaba en un local distante a apenas metros del lugar y que recurría a su “hombría de bien” para pedirle un gran favor.
El estafador aseguró que era camionero y que había tenido un percance sobre la ruta nacional 12, a la altura de Loreto. Tras hacer una parada, las llaves del rodado -en el que, dijo, transportaba maquinaria para la industria maderera- sufrieron un desperfecto y el vehículo de carga quedó con todas las trabas de las puertas activadas.
Insistió el maleante en su argumento e indicó que dentro del rodado tenía 10 mil dólares, pero que no podía abrir el camión hasta tanto llegaran a Misiones técnicos especializados de la marca, provenientes de la concesionaria de Entre Ríos. Aseguró que, una vez todo resuelto, le devolvería el préstamo.
La historia hizo mella en el mecánico. Tocó su fibra más íntima. Conmovido por el relato, tomó la decisión de ser solidario con el “camionero” y le prestó los 18 mil pesos en efectivo. Y no sólo eso: también le dio una campera y un pantalón para que se pudiera cambiar.
La única garantía para el devenido en prestamista fue saber que el entrerriano efectivamente se alojaba en el hotel cercano al taller. Incluso, durante los dos días siguientes, el “camionero” fue a visitar al mecánico y compartió mates, quizás para terminar de ganarse su confianza.
Sin embargo, era todo una treta. Al tercer día, el mecánico no apareció. Menos el cuarto. El quinto tampoco. Confundido, el mecánico fue hasta el hotel y allí, a través de los empleados del lugar, descubrió que el hombre se había ido sin dejar mayores rastros. En el alojamiento también engañó a los responsables: bajo el ardid de las pertenencias “encerradas” en el camión, no presentó documentos.
La ciencia deberá responder algún día a la pregunta sobre por qué el delincuente siempre vuelve al lugar del hecho. Porque eso sucedió también en este caso. Es que alrededor de las 21 del martes, el entrerriano volvió a Posadas y se alojó una vez más en el hotel de la avenida Santa Catalina. El mecánico se enteró y fue a enfrentarlo. Cuando llegó, la bronca fue “in crescendo”: el acusado vestía la misma campera y pantalón que le había prestado. Toda una provocación.
Ante el pleito verbal que se inició en el alojamiento, no tardó en llegar a la escena personal de la comisaría Decimoséptima y del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional I, quienes procedieron a la detención del presunto estafador. Cuando los policías llegaron, no sólo el mecánico acusaba al entrerriano: los responsables del hotel aseguraron que se negaba a pagar por los servicios del lugar.