Si el punto de partida es la capital misionera, serán alrededor de 230 kilómetros los que habrá que recorrer. Una de las mejores opciones será llegar hasta Santa Rita y desde allí bordear el río Uruguay, cruzar Aurora, Alicia Alta y entonces arribar a la Capital Nacional de la Esencia.
Aquí todo es maravilla, unos catorce kilómetros antes de llegar al pueblo, el salto Ypotí (Latitud: 27°21’52.36″S – Longitud: 54°16’33.20″O) invita a deternerse. Su nombre en guaraní significa “Aguas claras”, en referencia al agua muy limpia del arroyo Capín Largo, más en temporada de verano, cuando se habilita el camping dotado de las instalaciones necesarias para disfrutar de un buen acampe.
Lodges, cabañas, agroturismos… hay una opción para cada necesidad y capaz de satisfacer los gustos más exquisitos, por ejemplo, en el kilómetro 36, La Misión Lodge brinda la posibilidad de navegar en los Saltos del Moconá, un recorrido de aproximadamente tres horas, pues serán sesenta kilómetros por el agua; safari fotográfico en 4×4; cabalgatas guiadas y paseos en carro de bueyes, un medio de transporte típico utilizados por los colonos de la región.
Aquí las aldeas guaraníes también abren sus puertas al turismo, las Comunidades Jejy, Jejy Miri y Pindo Poty “enseñan” sus formas de vida y costumbres. Ofrecen alojamiento, desayuno y cena que están a cargo de las cocineras mbya. Cada visitante debe llevar bolsa de dormir. Cena fogón con charla de vida comunitaria, senderos interno e intercomunitarios, donde se brinda explicaciones sobre el uso de las plantas en medicina natural y en la gastronomía, además se pueden realizar actividades relacionadas con la apreciación del arte guaraní, tallas, alfarería y la pintura, piezas artesanales hechas con elementos genuinos de la selva y a la vez participar en la elaboración de las mismas.
Es que toda esta zona tiene un tinte guaraní, fueron ellos quienes bautizaron los Saltos del Moconá, “El que todo lo traga”, y sí, basta conocerlos para darse cuenta de cuánta verdad esconde su nombre: el poderoso río Uruguay corre angosto y muy profundo y posee tanta fuerza que da la sensación de que se traga a sí mismo.
El Parque Provincial Moconá se encuentra a ochenta kilómetros de El Soberbio, y se podría decir que son la frutilla de postre en una región de que ofrece un gran número de atractivo, actividades, perfumes y sabores.
Grandes mamíferos, aves, peces, todo capta la atención de los visitantes, incluso la piedra Bugre, que también merece su espacio, pues es mucho más que una roca en medio del río y guarda parte de la historia de tribus aborígenes que pisaron esta tierra.
Los guaraníes que habitaron la zona superior del Uruguay lo llamaron “Río de los Caracoles”, por las vueltas que da en su correntoso curso. Y cuentan las leyendas que desde tiempos inmemoriales la utilizaron para cruzar a la margen opuesta del río, de la que la separan sólo contados metros. También como lugar de encuentro de las comunidades nativas para festejar sus tradiciones e incluso resolver algunas diferencias entre los caciques (quien caía al agua, perdía).
Algunos escritos mencionan además que los guaraníes daban a ese lugar un carácter divino y que fue allí donde acudieron para buscar respuestas ante la inminente llegada del hombre blanco. La piedra no era un lugar fácil para llegar y menos para abordar, pero aseguraba a quien lo lograba la paz y tranquilidad necesaria para ver todo de otro modo, para transportarse a otros mundos.