Sin dudas a Milo se lo debe clasificar entre los artistas autodidactas, es decir, que no asistieron a ninguna escuela a estudiar arte sino que su afición es producto de la admiración por la práctica y por supuesto el talento innato.
Dadas las características de sus obras es amado por los niños. Trabaja mucho con ellos, y su próximo desafío será incursionar en la educación. Él sostiene que el arte debe formar parte más activa en la formación de los niños.
Su carrera es relativamente corta, comenzó en 2001 cuando tuvo que cerrar su fábrica de estampación textil.
Empezó a pintar sin detenerse y en muy poco tiempo se volvió furor. Sus obras comenzaron a ser buscadas y valoradas a gran escala, toda una sorpresa para un artista grande, que empezaba su carrera a una edad ya avanzada y procedente de otro rubro profesional, si se lo compara con la mayor parte de sus colegas que empiezan a edades más tempranas y con una clara vocación.
Pero claro, no hay una edad ni nada preestablecido en el arte y Milo lo sabe muy bien, también sus fanáticos que son miles en el país y en el resto del mundo, que van desde expertos coleccionistas hasta personas sin ninguna vinculación con el mundo del arte, pero que admiran su obra y por supuesto quieren tener una en casa.
Lockett dispone además de espacios de arte propios en los que además de exhibir sus obras ofrece un lugar a otros colegas para que exhiban sus creaciones.
No podemos dejar de lado también la labor que realiza el artista en el plano de lo social, donando anualmente unas 40 obras de su autoría para que sean subastadas a total beneficio del hospital pediátrico de la ciudad de residencia.
Milo estuvo en Posadas, tuvimos la oportunidad de escucharlo: no cree en la inspiración, considera que una buena idea puede surgir después de mucho trabajo, de mucha prueba y error. Contó de sus inicios. Como ejemplo, contó cómo surgieron sus ideas, cómo trabaja y cómo entró en el mercado del arte.
Los niños presentes en la charla le hicieron preguntas que él respondió, tal vez no en el lenguaje que el niño entendería (lejos de criticarlo), nos enseñó a todos que las oportunidades están a la vuelta de la esquina, pero si no trabajas con pasión tus ideales no llegarás nunca a tus metas.
Colabora
Claudia Olefnik.
Artista plástica.
Responsable del Taller Monarcas.
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