Como otros pueblos de la tierra colorada, la Capital de la Yerba Mate tuvo su “Cinema Paradiso”, aunque lejos del guión de Giuseppe Tornatore, la historia del Cine Rex, bautizado después San Martín y Belgrano, la escribieron la familia Slamovits, Edelcio de Paula, sus hijos, el infaltable Mario Burnik y cada uno de los apostoleños que hizo de este rincón su lugar.
Durante el segundo semestre de 1979 Slamovits puso en venta el Cine Rex, que funcionaba en un local alquilado a la familia Warenycia, ubicado en pleno centro de la población, en la avenida Belgrano 524. El 9 de septiembre de l976 Edelcio de Paula, por una serie de situaciones familiares, renunció al cargo de inspector en la Dirección de Educación Física de Corrientes, decidido a no trabajar más en educación (aunque confiesa que la educación fue su salvavidas poco tiempo después) y adquirió, en traspaso, el establecimiento ya acondicionado. Así comienza así una década que quedó guardada en la memoria de la Ciudad de las Flores.
“No me guiaba en ese momento el pensar que el cine es una fuente promocional de cultura y un medio de comunicación social, sino la posibilidad de beneficios económicos. Desde ese momento actué como gerente, gestionando el negocio y desempeñándome como vendedor de entradas. Contaba con un personal de limpieza que también cumplía funciones de receptor de tickes y, alguien fundamental desde entonces, Mario Burnik, persona de bien, genial autodidacta de la mecánica, encargado de la proyección”, confió de Paula.
Y añadió que “por las películas -que venían desde distribuidoras de la provincia de Santa Fe- no se pagaban porcentajes sino que eran alquiladas por un precio fijo y por el término de una semana. Las enviaban en colectivo, en bolsas que contenían latas redondas donde se guardaban los rollos, ubicados correctamente para su proyección”.
Pero, lamentablemente “la sala de referencia (Cine Rex) enfrentaba un proceso de deterioro comercial que se prolongó por un tiempo considerable desde que lo adquiriera. El resultado adverso de lo que creía un inmediato buen negocio se extendió en el tiempo, mientras continuaba en la búsqueda del ‘éxito’, que se dio de una forma en la que tuve muy poca participación”, reconoció, y recordó que fueron sus hijos, ya adolescentes, quienes aprovecharon un viaje suyo a Buenos Aires a un curso de perfeccionamiento en Educación Física para, junto a un grupo de amigos y sin su conocimiento, pintar el frente del edificio, mejoraron los baños, arreglaron la sala, colocaron carteleras de los filmes programados en el hall de entrada, también mejoraron el snack-bar existente y lo dieron en concesión a Mario Burnik. Además, desde ese momento, comenzó a promocionarse las películas a proyectarse con carteleras de las mismas en algunas esquinas de la población.
“El lavado de cara fue fundamental y el cine explotó. La afluencia de público comenzó a ser masiva. Era tal la asistencia que en algunas funciones, al estar las 200 butacas del patio y otras 46 del pullman ocupadas, las personas solicitaban carteleras viejas para sentarse en el piso, entre el telón y la primera fila. No hay que olvidar que en ese entonces el cine (rebautizado San Martín) era uno de los pocos lugares dedicados al ocio y al entretenimiento en Apóstoles”, apuntó de Paula.
Tiempos de gloria
“La relación de confianza establecida con las distribuidoras de Santa Fe permitió acceder a buenas películas, lo que contribuyó a que el negocio se consolidara. Las sesiones aumentaron y el negocio creció con tal suerte que lo expandí. Habilité salas de cine en Concepción de la Sierra (Salón Municipal), Escuadrón de Gendarmería de la misma localidad, Regimiento de Apóstoles, Regimiento de San Javier, Gimnasio Municipal de Gobernador Virasoro. Todos con proyectores de 35 milímetros; se alquilaban seis películas por semana”, mencionó el docente.
Aunque no todo quedó aquí, pues “la ampliación comprendió, también, la adquisición de una máquina portátil de cine de 35 milímetros y una pantalla de proyección monocromática (perlada), suficientemente grande, que posibilitó abrir nuevos horizontes y trasladar esta expresión artística, compartir esos mundos imaginarios, grandes aventuras, dramas o comedias a poblaciones como San José, Azara y Garruchos. Tampoco estaban ausentes las películas en algunas escuelas rurales, a las que en fechas especiales y en forma gratuita se llevaba ‘la magia del cine’”, subrayó.
Lógicamente, con todos estos cambios, el personal aumentó. Se agregaron nuevos operadores proyeccionistas, taquilleros, auxiliares de limpieza y hasta choferes, ya que algunas películas se exhibían en el mismo día con una mínima diferencias horarias, en lugares distintos y había que trasladarlas.
Pero, “esa también maravillosa etapa de mi existencia debía concluir. El alejamiento de mis hijos (fantásticos colaboradores) para comenzar y proseguir sus estudios universitarios en Buenos Aires (era mucho el “manejo” a realizar y me quedé solo). El hecho de que a partir de los años 80 el cine se volvió reiterativo, con historias pobres, sin esencia. Interesaba solamente la faz comercial y esto ayudó a alejar al público y, una situación fundamental, la industria de la electrónica de consumo puso en vidriera la videocasetera, que dio a la gente el control de lo que quería ver y la televisión se adueñó de una muy buena parte del mercado. En algunos locales comerciales (especialmente bares) se pasaban videos de films que aumentaban la afluencia de personas a esos lugares, donde no se cobraba entrada. Florecieron las tiendas de venta y alquiler de videos y se multiplicaron los hogares donde se podía (cómodamente) ver y grabar” calaron hondo en la empresa y “la caída vertical del negocio me arrastró a la obligación de cerrarlo el 15 de septiembre de 1986”, recordó Edelcio de Paula.
Una década desbordante de anécdotas
Reminiscencia que, aunque teñida de cierta nostalgia, desprende maravillosas anécdotas.
“El transitar de películas por distintas salas de cine y por diferentes ‘manos’, con la celeridad del poco tiempo disponible para llevarlas de un lugar a otro generaba (a veces), algunos inconvenientes. Recuerdo uno especialmente ocurrido en el cine de Apóstoles. En un film protagonizado por Charles Bronson, en el que asediaba a unos delincuentes, en una espectacular persecución en auto por la montaña, consigue, luego de mucho esfuerzo, desbarrancar el coche de los ‘bandidos’, que se estrella al fondo del inmenso precipicio, con la consiguiente explosión del vehículo. Pero, un poco más adelante en la proyección, aparecen los mismos personajes, gozando de muy buena salud y con el mismo auto que se había destruido. En la exhibición anterior habían cambiado el orden de los rollos. Entre aplausos, risas, silbidos, gritos del público presente, el impredecible Mario Burnik encendió las luces de la sala e instalándose al borde de la baranda del pullman gritó: ‘Los negros de Paula no terminan de hacer cagadas; esto es culpa de ellos’. Salvada su responsabilidad regresó a continuar con la función”, contó el profesor de Educación Física.
O aquella vez en que, como en tantas otras oportunidades la Capital de la Yerba Mate se quedó sin energía eléctrica, como de costumbre, se encendieron los petromax y muchos comenzaron a retirarse, pero otros optaron por quedarse a esperar a que vuelva la luz, entonces Burnik se aproximó y contó el final, la gente, en medio de carcajadas, lo aplaudió por largo rato. “Sí, fui cinéfilo y tuve la suerte de manejar un cine. Soy un tipo que cumplió su sueño con el cine”, concluyó de Paula.
El cine en la memoria de los apostoleños
“Las funciones del Cine Rex indudablemente constituyen una parte importante de toda nuestra vida y, por ende, de la historia de nuestra ciudad, desde nuestra niñez en las recordadas matiné de los domingos a la siesta, la función familiar de las 18, también en ese día con plena participación de la juventud y la tradicional función noche, de las 21, donde las películas que eran siempre dos se reiteraban jueves y sábado y otras dos los viernes y domingos. Esa rotación se realizaba ya que la misma empresa proyectaba los films en cines de Concepción de la Sierra, Virasoro y en el Regimiento local. Los lunes no había función y sus instalaciones eran ocupadas por los estudiantes secundarios que organizaban allí un certamen de preguntas y respuestas conocido con el nombre de Justa del Saber, evento matizado con números musicales y algunas representaciones teatrales cómicas”, recordó Mario Zajaczkowski.
Y añadió que “para la función sabatina el traje y los vestidos de gala eran la vestimenta clásica, con la salvedad de que por la mañana de ese día había que concurrir a comprar las entradas anticipadas si se deseaba una ubicación preferencial”.
“A pesar de que existía un kiosco en el cine, muchos acostumbrábamos a comprar las golosinas en el bar Rex, próximo a la sala de espectáculos. Estaba de moda una golosina de menta, ‘La picanola’, unas pastillas de mentol con un agujerito en el centro que a medida que se agrandaba picaba más. Ese bar, cuyo dueño era un excombatiente de la guerra mundial de origen polaco de apellido Hricayko, era el reducto de conocidos personajes bohemios de la noche local que difícilmente solían provocar disturbios o inconvenientes a raíz del profundo respeto hacia la diminuta figura del propietario, un noctámbulo fumador con quien compartían tragos y anécdotas”, mencionó.
E hizo hincapié en que “quizás poca gente sabe que el cine durante la época en la que De Paula estuvo frente del mismo llevó dos denominaciones diferentes y referentes a próceres nacionales (San Martín y Belgrano). El profesor santotomeño fue además de docente, político y hoy escritor, un empresario que trajo en numerosas ocasiones a importantes figuras del teatro y cine nacional, organizó eventos de box, fue propietario de confiterías bailables, etc. Joaquín Sabina en su canción ‘Y nos dieron las diez’ habla de la nostalgia por un bar donde había conocido un amor y que en lugar del mismo el progreso había construido un bar americano, parodiando al cantautor español, Apóstoles añora las películas del querido Cine Rex, centro obligado de reuniones y encuentros, ya que en la actualidad allí se levanta una moderna galería comercial”.