Esas mismas que el Gobierno negó durante sus casi tres años de mandato. Ahora Cambiemos debe hacerse cargo de la crisis que dejó crecer y “regó” a diario con medidas incongruentes, con intervenciones poco y nada estratégicas.
Se acabó aquello de que lo peor ya pasó. Queda definitivamente en el olvido el segundo semestre que jamás llegó. Se descartaron por fin los inexistentes brotes verdes y se descartan por completo los crecimientos invisibles.
Finalmente es hora de gobernar una crisis que todavía no mostró su peor costado. Ya no queda tiempo para que los ministros sigan haciéndose los distraídos, desde mañana y en adelante, siempre que sobrevivan al ajuste que se viene, deberán trabajar para aliviar los efectos de la crisis sobre la población.
A estas alturas se sabe que, entre otras medidas, el Gobierno finalmente tocará el esquema de las retenciones, una medida resistida por el sector agropecuario al que se le aseguró que eso no sucedería. Sin embargo el Gobierno analiza suspender el esquema de reducción mensual de retenciones a la soja. El FMI ya había planteado esa posibilidad, pero en una primera instancia había sido rechazada por el presidente Mauricio Macri. Ahora nada está descartado.
Se estudian además nuevos recortes en los gastos del Estado. Se habla de achicar la cantidad de ministerios, una estrategia que había sido analizado antes, pero a la que Macri también se opuso.
También en línea con el pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI) se frenaría la baja de impuestos prevista en la reforma tributaria, junto al pacto fiscal firmado con las provincias.
Convendría, de aquí en adelante, que el Gobierno maneje las expectativas de manera más realista y comunique sin marketing lo que pasa y lo que va a pasar. Es hora de empezar a decirle a la sociedad que, tras meses y meses de mentiras y falsas expectativas, todos tendremos que esforzarnos todavía más. Mal que les pese a quienes apostaron por el cambio y a quienes no también.