Es mamá, trabaja como administrativa junto a su esposo y aún así salió a buscar su pasión, no muy lejos, asistió a cursos y talleres de pintura decorativa y cuando se dio cuenta estaba ya despuntando lo que hoy es “La Fábrica”, Espacio de Ideas.
Claudia Giménez es la emprendedora de esta semana, quien confesó a PRIMERA EDICIÓN que se reconoce como una “ciruja”, pues le encanta revisar contenedores porque allí encuentra lo que a ella le parece que servirá para algo más que basura.
“Me pasó una vez que vi persianas de madera frente a una casa, le digo a mi marido para llevarlas y me dijo: ‘ni se te ocurra’. Cuando llegamos a casa le dije, me voy a la farmacia que me olvidé algo. Regresé al lugar, bajé del auto, golpeé y pregunté si eran para llevarse. No sólo eran para llevarse, ‘mañana voy a sacar más”, me dijo y regresé al otro día. Estaba feliz.
“Otra vez iba al centro y veo en la vereda -al lado de la casa de una amiga-, una mesita de luz. Pensé, ‘¡la quiero!’, llamé a mi amiga y me juntaron la mesita. La tengo”.
Así, esa felicidad que no sabe describir es la que siente cuando al ver un objeto “ya estoy pensando en lo que se convertirá. Puede ser una caja, un trozo de madera, unos marcos rotos”.
Su pasión se inclinó hacia la restauración y la intervención de muebles y objetos. “Me encanta descubrir la verdadera madera de un mueble antiguo como un escritorio que tenía los herrajes bien, pero muy picada. Era de una escuela y tenía decenas de capas de barniz. Así lo recuperaban año tras año.
Fue un trabajo que me encantó realizar. Muchas veces me pasa que cuando no tengo trabajo busco cualquier cosa para crear y ahí participa mi creatividad, pero cuando me traen un mueble ya vienen con sus ideas y es lo que respeto porque sé que para ellos tiene un valor sentimental, entonces para mí también. Lo único que puedo es aconsejarles y decirles cómo quedaría mejor, pero respeto los deseos”.
Claudia dice que restaurar una pieza le genera “un montón de sensaciones porque hay mucha historia en ese objeto y pensar que esa historia continuará donde sea es algo hermoso. Por ahí la máquina de coser que era de la mamá de una chica que no la usará como tal, sí se convirtió en recibidor y es muy lindo porque la tendrá junto a ella igual”.
Un baúl que estaba muy deteriorado también logró volver a la vida gracias a los detalles que Claudia le dio, incluso una caja de madera que ya la iban a tirar, “después que la intervine, la vieron y la quisieron de regreso. Eso es lo que más me gusta, ver cómo todo tiene una segunda y más oportunidades.
La madera es noble y puede ser recuperada, quizás no cumpliendo la misma función como puede ser el marco de una puerta que Claudia convirtió en un coqueto marco de espejo.
Uno de los secretos es “comenzar con lo que uno tiene. Al principio usar la pintura que tenés y luego ir comprando algo mejor, así también elementos básicos. Lija para empezar y luego lijadoras, mejor en dos tamaños para poder llegar a varios rincones. También se usa destornillador eléctrico porque hay piezas que tenés que desarmarlas por completo. Así es, tiempo y paciencia porque saber que le estoy dando otra ‘changüí’ a ese objeto y que se irá al descarte me encanta”.
Ella sugiere actualizarse, “comprar libros, hacer cursos y luego hacer, probar y volver a hacer”.
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