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Más conocido como “natación para bebés”, la estimulación temprana en un medio acuático tiene múltiples beneficios. “Es darle al bebé la oportunidad de desarrollarse física, intelectual y socialmente dentro del agua”, explicó la profesora de educación física, Valeria Acuña. En Posadas, los bebés inician a los seis meses de edad, una etapa recomendada para empezar. “Es importante que lo hagan a los seis meses porque todavía tienen el reflejo natatorio que permite que el niño no trague agua al momento de la inmersión. Si lo hace, el reflejo no permite que pase el agua hacia los pulmones”, indicaron. Claramente una inmersión de segundos para que el niño se acostumbre al ambiente acuático. “Ese reflejo lo pierden al año”, indicaron las profes.
Los bebés deben ir acompañados por alguien de su confianza, “entrar al agua con la mamá o el papá o la abuela, un familiar directo que tenga un vínculo cercano con el bebé, tiene que ser una persona con la que el bebé tenga mucha confianza”, explicó Pamela Thiessen, estudiante de la carrera de profesorado en educación física.
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La clase dura 45 minutos, no más porque los chicos no aguantan mucho y, como es muy relajante, algunos incluso hasta se duermen durante las clases, “por eso lo hacemos 45 minutos”, explicaron las profes. Durante ese tiempo “utilizamos recursos a través de canciones, juegos y ejercicios que son seleccionados de acuerdo al desarrollo que tienen. En base a eso se empieza con una canción, después se sigue con actividades de desplazamiento, ambientación, con tirarle un poquito de agua en la cara utilizando regaderas y se sigue con actividades más específicas. Lo que nosotros siempre buscamos es que el niño se ambiente”, señalaron y agregaron que “el objetivo no es nadar, ésto es estimulación”. La clase termina con una canción “y con una inmersión en conjunto con los padres, que muchas veces también tienen miedo”.
Entre los principales beneficios “ayuda a desarrollar toda su musculatura, la columna, es importante y beneficioso para quienes van a gatear, favorece los músculos respiratorios y al estar en contacto con la madre o el padre fortalece ese vínculo, favorece el sistema inmunológico, los chicos que van se enferman menos, se adquiere coordinación y ya van haciendo un progreso para nadar después. Además ayuda a la socialización y el agua les permite movimientos que no hacen en el suelo, como flotar y cambiar de posición”, detallaron.
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Está recomendado para todos los niños. “No hay impedimentos, natación es una de las ramas que más se recomienda desde el punto de vista de la salud” y a quienes no dejan, porque la demanda es importante pero el problema es la continuidad, “se nota el progreso de los chicos. Hemos tenido niños que buceaban, buscaban objetos, salían y flotaban sin ayuda de los padres. Ese es otro beneficio, se vuelven autónomos y no quieren ayuda. Tratamos de que sea así hasta un límite, porque sino ya se quieren largar solos”, finalizaron.