La declaración del último testigo fue por demás impactante, ya que se trató de una oficial de Policía que vive justo en frente del lugar donde ocurrió el siniestro. Carolina Rodríguez vio cómo se desarrollaron los hechos.
Relató que llegó a su casa aproximadamente a las 5. 20. Allí estaban reunidos sus primos con sus esposas y se quedó a compartir con ellos. Dijo que escuchó hablar a las dos chicas (Yanina y Gladys) y decir “ahí viene, parale”. Se referían al taxi que conducía Hugo Báez. Detalló que una se estaba por subir adelante y la otra atrás.
Momentos después todos escucharon el ruido de un automóvil que aparentemente se desplazaba a alta velocidad, por lo cual miraron hacia el norte en dirección a la avenida Quaranta, el lugar de donde venía el sonido. Cuando el auto llegó al lugar, Rodríguez vio cómo el Volkswagen Golf rojo subió a la vereda, bajó, y en un abrir y cerrar de ojos se llevó puestas a las dos chicas.
Ante la requisitoria de la jueza no supo decir qué había motivado que el auto de Slámovits subiera a la vereda.
Comentó que esperó unos momentos a que se disipara la polvareda para acercarse al lugar. Llamó al 911 y pidió ayuda anticipando que las chicas “estaban descuartizadas”. Allí vio al acusado al lado de su automóvil casi inconsciente. Le preguntó su nombre y balbuceando el conductor le dijo “Gonzalo”. Le llamó la atención que no haya salido despedido del habitáculo después de semejante colisión.
Agregó que a los pocos minutos tuvo que proteger a Slámovits para que los familiares y amigos de las víctimas no lo agredieran, como así también cuidar que no movieran los cuerpos de las dos mujeres. “Estaban retorcidas como si fueran trapos de piso”, recordó impactada. “No había mucha sangre, estaban cerca una de la otra pero lejos del automóvil”, agregó.
Subrayó que si bien su primo -quien la acompañaba- es agente de la fuerza, estaba de franco y no estaba en condiciones de actuar en ese momento. Más allá de ello, en la casa los chicos lloraban shockeados por lo que había sucedido. Los padres debían calmarlos y de ninguna manera podían acercarse al lugar en compañía de los menores.
En el final de su declaración dijo que no podía afirmar si Slámovits estaba alcoholizado en ese momento que estuvo cerca de él.