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Creo que nadie puede imaginar tanta atrocidad o brutalidad. Lo único que intento ahora es estar tranquila para que cuando nos entreguen el cuerpo de Natalia la podamos velar y despedir para que descanse en paz”.
Teresa Gamarra es abogada, tiene 60 años y desde el lunes por la noche quedó envuelta por la consternación, la conmoción profunda porque a su hija de 25 años la encontraron muerta dentro de la heladera del departamento de avenida Santa Catalina, a pocos metros de López y Planes, el hogar que alquilaba desde mediados de agosto junto a su pareja de 22 años, Juan Martín Carleris, que permanece en el Hospital Madariaga bajo custodia policial y como sospechoso de haberla asesinado de manera macabra.
“La autopsia la van a realizar mañana (por hoy) y recién entonces vamos a poder concretar el velatorio y enterrarla. No puedo hacer nada más por ahora, los pasos vamos a ir cumpliéndolos y me queda bregar para que la Justicia haga lo mismo. Que actúe y que sea juzgado y condenado como corresponde a este muchacho, que no salga más para que no lo repita”.
Teresa Gamarra dialogó con PRIMERA EDICIÓN. Mantuvo la voz clara y pausada, meditó cada respuesta y no clamó su bronca, no expresó deseo de venganza.
“No puedo creer lo que está pasando, lo que le hicieron a Natalia, nunca imaginé que los planes que tanto ella como Juan Martín tenían, terminen de esta manera, con mi hija muerta. Llevaban pocos días viviendo juntos, ella buscaba trabajo y él, según me contaron oportunamente, había conseguido empleo en un geriátrico de la avenida López Torres casi Cabred, donde también trabaja la madre. Ni un mes cumplieron de alquiler en ese departamento (Santa Catalina). El se vino a Posadas, por la crisis económica y laboral dejó Resistencia y se puso a trabajar acá”.
Gamarra destacó que nunca observó o se percató de conductas extrañas en Carleris. “Siempre lo vi limpio y bien vestido, hablaba bien y sólo recuerdo que mantuvieron discusiones cuando él estaba en Resistencia, donde jugaba al fútbol supuestamente”.
“La relación con Natalia se inició en el 2015 a través de redes sociales. Incluso estuvieron distanciados por un tiempo en estos tres años. Pero retomaron el vínculo y él se mudó a Posadas, dejó Resistencia donde dijo que jugaba al fútbol para el club Chaco For Ever. La verdad nunca dude de eso”.
“Era un chico normal, sano, no le conocía una reacción violenta y tampoco Natalia me contó. Crisis y discusiones de noviazgo o pareja existieron. El aparentaba ser correcto, más aún con el problema que padecía Natalia desde 2010 en que tuvo un accidente que le produjo un fuerte daño en la cabeza”.
“Ella sufrió un brote psicótico y le costó recuperarse. Como no pudo seguir estudiando, le dieron una pensión por discapacidad. A este recurso le sumó la venta de cosméticos y productos de belleza. Esos eran sus ingresos económicos”.
Sin embargo aclaró que la relación tuvo contrastes. “Existieron períodos de celos y discusiones fuertes en la pareja. Verbalmente Juan se manifestó agresivo en varias ocasiones pero no al punto de que lleguemos a temer por esto. Era celoso de las amistades de Natalia, al punto que ella se alejó de varios de sus conocidos”.
Admitió que en una ocasión fue asistido en el Hospital Madariaga. “Llamaron a un ambulancia y fue llevado porque estaba mal, se descompuso, pero nunca supimos si le pasó algo más grave, o si se drogaba o bebía”.
“La realidad nos destrozó”
La madre de la joven, cuya muerte tomó trascendencia mediática nacional, vive en la chacra 129 de Posadas desde el año 2000, donde también residió Natalia y hoy vive su hermana adolescente. El mayor de sus tres hijos, es prefecturiano y retornó ayer ante la tragedia desatada, al igual que el padre de la joven hallada sin vida, Ramón Rogelio Samaniego, quien viajó rápidamente desde la capital chaqueña.
“Es una atrocidad lo que sucedió, una barbaridad, la realidad nos destrozó, pero no voy a perder la entereza porque con Naty nos quisimos mucho, nos queremos mucho”, remarcó Teresa.
Es una sensación que abruma porque no se puede descifrar todavía qué le pasó, qué le hizo, si fue este chico, por qué la mató”.
“Es una decepción que alguien que dijo que tanto quería a mi hija, haya cometido esto. No supe nunca si tuvo alguna actividad oculta, sectaria o satánica. Nunca ella lo denunció por violento o alguna pelea”.
“El último contacto que tuve con Natalia, fueron mensajes de texto. El domingo Juan se comunicó y dijo que iban a ir a casa a comer un asado, que lo iba a hacer él. No sospeché nada malo, pero nunca aparecieron”.
Gamarra adelantó que esperará cada trámite judicial, “iremos paso a paso, ahora estamos en la etapa de aguardar los resultados de criminalística, que se informe las causas de la muerte y podamos presentarnos como querellantes cuando el plazo judicial lo indique. Confío en el juez (Marcelo) Cardozo”.
“Todavía no nos llamaron desde el juzgado para prestar declaración, primero vamos a despedir a Naty y llorar todo lo que sea necesario. Después de ello vamos a estar firmes, vamos a bregar por justicia, las cárceles son para este tipo de asesinos, pero repito, para que no le toque a ninguna otra chica más. Nunca más”.