Se acerca la primavera y Misiones se viste con una gama de colores y alegría para recibirla en cada uno de sus rincones donde se ven florecer a los lapachos entre los distintos tonos de verde de los paisajes, que se conjugan con el amarillo de los naranjales y la belleza de las orquídeas durante esta incomparable estación.
En cada tramo de alguna costanera, plazas y espacios verdes se escucha el sonar de los tambores y el danzar incansable de los jóvenes que se preparan para mostrar el sentimiento eterno de ser rebeldes e indomables.
Un tiempo en que el encanto del amor se dispersa en el aire y nos hace sentir en una fresca brisa en esos hermosos días que están por venir. Una primavera de palabras tiernas de galantería a esa mujer que, sonrojada, nos regala una sonrisa al pasar, en respuesta a los elogios a su belleza y simpatía.
El calor del sol comenzará a abrigar callados sentimientos de los enamorados haciéndolos retomar el desafío de brindar una caricia en cada nueva oportunidad de amar.
Los colores de la primavera nacen de los corazones de aquellos que contemplan una flor y se deleitan con el sonido de los pájaros que cantan junto a alguna ventana para verlos despertar y así apreciar estos hermosos días cargados de oportunidades.
Colores de primavera que se aferran a la piel de las parejas mientras se acuestan en una verde pradera y se impregnan de olor a hierba, mientras se juran un amor sincero que nunca marchitará, en aquel lugar secreto donde sus ojos comenzarán a brillar y sus labios se unirán y ambos comenzarán a probar el fruto más dulce que nace de un beso, ese que siempre recordarán.
Es aferrarse a su cintura y caminar bajo un aguacero mientras el olor a tierra mojada los envuelve con su encanto, mientras disfrutan del paisaje de septiembre que los llenará de ternura, caricias y esas jóvenes ganas de amar.
Esa es la magia de esta época que invita a que todas las esperanzas florezcan para que se llenen de poesía nuestros días y las regalemos como un ramo de cosas nuevas y olvidemos por un momento aquel invierno que ya no está.
Por supuesto que siempre habrá lugar para los recuerdos que se posarán como una solitaria mariposa que va en busca de alguna flor y detrás de ella se irán nuestros deseos para que encuentre un nuevo amor, o quizás su figura se forme en la blanca nube que sola está en medio de ese cielo azul, que lo hace cada vez más bello como si fuese una oscura noche alumbrada por el lucero.
Los colores de primavera resonarán en el sonido de una guitarra que se entona bajo la sombra de un árbol compartido con amigos alegres que interpretan alguna conocida canción.
Esta estación nos llevará como ese torrentoso arroyo cuyas aguas nos deleitarán como una suave sinfonía, invitándonos a recorrerlo en su serpenteante camino mientras se abre paso entre el verde de unos pinos, como un solitario caminante que no busca encontrar un destino, simplemente disfrutar del camino en su constante andar.
Los colores de primavera despiertan en un jardín como un abanico de fragancias que brindan paz y armonía a la distancia, despidiéndose de un invierno que se fue sin avisar.
O quizás sea aquella inclinada rosa que se mece por el viento y nos muestra la simpleza de lo bello, y lo eterno que se encuentra en un silencio que podemos contemplar.
Los colores de primavera reverdecen en un poema cuando en ella florecen las palabras que hoy escribo para obsequiarlas en formas de delicados versos, donde cada letra se transforma en un pétalo que describe un deseo, un color, un perfume y la esencia de una mágica estación.
Por
Raúl Saucedo (Periodista de PRIMERA EDICIÓN)
[email protected]